Debido al cierre del Autódromo de Buenos Aires para su reasfaltado (leer nota), uno tiene que encontrar distintas alternativas para seguir generando contenido y, sobre todo, seguir divirtiéndose. En una alineación perfecta de los planetas, el fin de semana pasado se dieron dos variables que al juntarse resultaron muy atractivas. La primera fue que tenía el fin de semana libre, sin carreras que cubrir para RacingFilms. La segunda era que se celebraba una nueva fecha de Track Day Argentina en el Autódromo de Rosario, el cual se encuentra a unas tres horas en auto de donde vivo.

No había mucho qué pensar y el sábado a la mañana emprendí viaje hacia el Norte. Los eventos de Track Day Argentina me encantan, porque siempre voy con las expectativas súper bajas, dedicándome solo a ver cómo otros disfrutan sus autos, y terminan siendo días increíbles. Obviamente, este día de pista no fue la excepción.

Nunca había girado en el trazado rosarino, y mi idea era pedirle prestado el auto para una vueltita a alguien que ya prestó su auto para el Ranking Motor1, sabiendo que no iba a tener problemas en aceptar. El tema es que llegué y los primeros comentarios que recibí de quienes me conocen en ese ambiente fueron que el auto de 'Tal Persona' (vamos a reservar su identidad) se había prendido fuego. Inmediatamente, fui a buscar al auto y al dueño para ver qué había pasado. Resulta que, para esta fecha, le habían puesto un piso de madera para cubrir todo el suelo y ganar aerodinámica, mejorando la performance. Ante tanta temperatura, el suelo se prendió fuego y allí se terminó el día de pista para el auto y su dueño. Por suerte, no hubo daños considerables, ya que sólo se quemó la madera. Pero fue suficiente para cargarlo en el camión mosquito y mandarlo a Buenos Aires.

La cuestión es que, como se dice en la jerga, 'me quede a pata'. En Rosario, la mayoría eran pilotos desconocidos por mí, haciendo difícil la tarea de que pueda dar una vuelta con alguien conocido. Hasta que apareció Tomás.

Tomás se acercó cuando estaba hablando con el dueño de una Mégane III R.S. 250, el mejor hatchback de la historia (leer crítica), y empezó a contarme que más de una vez había pensado en escribirme para ofrecerme probar algunos de sus autos. Sin embargo, debido a que la mayoría de ellos son clásicos, desistió de la idea. Le conté el mecanismo para elegir los autos a probar (leer más) y que por mí no había problema. Luego, ya con un poco más de confianza, le pedí si me podría llevar una vuelta de acompañante, así marcaba los parciales del circuito en mi GPS y me quedaban para otra ocasión, en la que pudiera girar en el Autódromo de Rosario. Aceptó.

Dimos varias vueltas en su Abarth 500 'Da Zero a Cento', el cual hasta ese momento era desconocido para mí. Durante la vuelta marqué los parciales y le di algunos tips a Tomás para que mejorase su conducción en pista. Una vez finalizada la tanda, Tomás se dispuso a contarme la historia de ese Abarth tan especial. Resulta que fue el primero en entrar a la Argentina y su primer dueño fue nada más y nada menos que el mismísimo Cristiano Rattazzi, ex presidente de Fiat Auto Argentina. Desde ese momento, el auto se volvió mucho más atractivo, motivo por el cual mañana publicaremos una entrevista exclusiva a Tomás, contando la historia del auto.

Volviendo al Track Day Argentina en Rosario, ya con un poco más de confianza y debido a que Tomás había ido con tres autos a disfrutar el día de pista, se acercaba el momento de la pregunta más incómoda, pero que le daría sentido a todo el viaje: "Tomas, ¿puedo darme una vuelta en alguno?" Con una generosidad que lo ubica en el mismo gremio que nuestro amigo Damián, no dudó un segundo en contestarme: "¡Claro! Llevate el Abarth".

Debo confesar que un poco me temblaron las piernas, ya que después de todo lo que me contó sobre ese auto, me daba un poco de miedo conocer el circuito a bordo de él, sobre todo teniendo en cuenta el Curvón 1 y sus ondulaciones. Pero los cobardes no hacen historia, así que acepté y salí a pista. El trazado me encantó y el Abarth se comportó de maravilla, a excepción del ESP, el cual ya sabemos cómo funciona en este auto (leer crítica). Luego de unas cuántas vueltas, retorné a bóxes, donde mi sonrisa prácticamente se salía de mi cara.

Pero no terminó ahí: apenas me bajé del Abarth, Tomás me ofreció dar una vuelta en el auto de Francisco, un Saab 9000 Turbo, el cual había estado abandonado en un galpón durante mucho tiempo y solo le cambiaron las bujías, le pusieron butaca, cintos de carrera y lo llevaron al track.

Con ese me divertí mucho más, dado que no existía ninguna electrónica que lo contuviera. Apenas salí de bóxes tuve algunos problemas, pero este texto se está haciendo muy largo. Mejor miren el video, para ver qué pasó.

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Fotos: Francisco Ross

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El Abarth 500 'Da Zero a Cento'. Mañana te contamos la historia completa del auto.

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El Saab 9000 Turbo, conducido por Francisco, que con 75 años sigue disfrutando del manejo deportivo.


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