Esta no es una crítica convencional de Motor1 Argentina. Es una "crítica de larga duración". El objetivo es que el vehículo de pruebas permanezca en nuestras manos durante mucho más que la crítica tradicional de una semana. La idea es probarla durante varios meses, para aplicar usos (y abusos), encontrar virtudes (y defectos) que no afloran en una prueba tradicional. A todo esto se suma el hecho de que el vehículo en esta prueba de largo aliento pasará por las manos de todos los integrantes de la redacción de Motor1 Argentina.
La Alaskan es la pick-up de Renault fabricada en Córdoba. Se vende en la Argentina desde noviembre de 2020 y en Motor1 Argentina ya la probamos en dos versiones: Iconic (leer crítica) y Outsider (leer crítica). El informe sobre nuestro primer mes de esta crítica de larga duración ya se publicó acá. A continuación, el resumen del segundo mes en nuestras manos.
Semana 1 - Carlos Sueldo
Retiré la Renault Alaskan Iconic de los cuarteles generales de Motor1 Argentina en Béccar, con 13.700 kilómetros y todavía con “olorcito a nuevo”, a pesar de que ya había pasado por varias manos de la Redacción.
Por fuera tenía signos de haber tenido unas semanas -digamos- "intensas", pero por suerte por dentro lucía bastante indemne. Fue mi primera nota mental: "Habitáculo, aparentemente, con buena aislación, a prueba de caminos polvorientos".
Me acomodé perfectamente tras probar las ocho direcciones del ajuste eléctrico del asiento, aunque no pude evitar sorprenderme al recordar que el volante sólo regulaba en altura y no en profundidad.
Antes de tomar rumbo a mi primer destino, me dediqué a cambiar las estaciones de radio memorizadas. El proceso resultó fácil e intuitivo: mantener por unos tres segundos la posición, y listo, la frecuencia queda fijada en el número que elijamos.
Luego probé de emparejar mi celular con Bluetooth y también lo logré rápidamente, aunque más adelante no tendría la misma suerte cuando subió mi acompañante y quiso hacer lo propio: si bien sí tomó su celular en la lista de conexiones, aparentemente se había colgado porque no lograba "transmitir". Recién después de apagar todo y volver a dar arranque pudo hacerlo.
El audio no es nada sobresaliente. Sobre todo lo noté al salir a la ruta, dónde algunos sonidos "se pierden". Intenté regular los graves, medios y altos, pero no logré grandes mejoras.
La pantalla de ocho pulgadas está bien, aunque la resolución de la cámara es pobre. Las gráficas y los botones físicos son bien "racionales", por no decir que lucen un poco anticuados. Salvando la distancia tecnológica (GPS, camara 360°, etc) me remite un poco a los interiores de aquellos Nissan de los 2000 (no hace falta recordar que esta Renault es un rebadge de la Frontier, ¿verdad?)
Hablando de la "Vista de 360°": es un recurso muy útil para maniobras de estacionamiento, aunque cuesta "interpretar" la precisión de las imágenes. Creo que ya estamos en condiciones de exigir a Renault-Nissan que mejoren un poco la calidad de la composición (o que usen cámaras de mejor definición).
Ya entrando en detalles más puntillosos, noté algo que no había visto antes en su “prima” de marca japonesa: el comando del aire acondicionado está algo escondido y me costaba ver la luz testigo de encendido. Créanme que, con los casi 40 grados de calor de las sierras cordobesas, pasaban segundos que parecían horas antes de sentir el aire frío circulando y por ende dudaba de si estaba encendido o no.
Ah, todavía no lo mencioné: en esta primera semana llevé la Alaskan a Córdoba, en donde aproveché para hacer una mudanza que tenía pendiente de una cama, un colchón, un par de muebles y algunas cajas. La caja de carga resultó justa para lo que yo necesitaba, sin que me sobrara espacio para mucho más. El protector plástico para la superficie de la caja es útil para evitar rayones, no sólo en la chapa, sino en los objetos que se cargan. Los ganchos de sujeción me resultaron incómodos y opté por anudar las sogas en la barra cromada.
Hablando de esta barra, si bien le queda muy linda y le aporta mucha onda, hay que decir que resulta sumamente incómoda a la hora de recoger la lona marítima para llevar cargas de mayor volumen. Cuesta enrollarla y lograr que quede prolija, con la varilla del cierre trasero correctamente encastrada entre los barrotes.
Hay que decir que esto ocurre no sólo en esta pickup de Renault, sino en cualquier otra chata que lleve accesorios de este tipo en lugar de las más sencillas barras pegadas a la luneta. Sólo con una buena dosis de paciencia y algo de método autodidacta se logra un poco de prolijidad.
En esta primera semana con la Alaskan le sumé más de dos mil kilómetros al odómetro, con un gasto total en combustible de 32 mil pesos, promediando un consumo de 8,4 litros cada 100 kilómetros. La mayoría de las cargas fueron con diesel Grado 3 de distintas marcas (YPF, Axion y Puma), aunque alterné también con la X10 de Axion (Renault lo acepta para la Alaskan, mediante su acuerdo de recomendación con Axion), sin notar diferencias en cuanto al comportamiento.
En la próxima semana cambiaremos sierras por mar, en un viaje por distintos spots de la costa Atlántica, para probarla en usos netamente lúdico-deportivos. Iremos con el grupo de riders del programa "Kite Road Trip", que promueve la práctica segura de Kitesurf, Wingfoil y otros deportes de viento, a largo y ancho del país.
Semana 2 - Carlos Sueldo
En la segunda semana con la Alaskan fueron todas buenas sensaciones. Algo así como el nacimiento de una relación que, por momentos, resultó casi idílica. Probablemente tuvo mucho que ver el destino y la compañía que tuve, para hacer un viaje en modo de “escapada a la Costa”. Igualmente, no quiero restarle mérito a la chata, que se comportó a la altura de lo esperado.
En esta segunda semana de prueba (y luego también en la siguiente) la usamos para grabar nuevos capítulos del programa de viajes que hacemos con la marca “Kite Road Trip”, una agrupación de fanáticos del deporte acuático de viento (kitesurf), desde la cual fomentamos la práctica segura, a lo largo y ancho del país. A la par de eso, resaltamos el espíritu de libertad que conllevan los viajes; el amor y el disfrute de la naturaleza, y un ambiente de mucha camaradería.
Como preludio del capítulo que debíamos grabar en la costa patagónica, hicimos una breve escapada de tres días a Chapadmalal, adonde probaríamos de hacer un poco de surf y kite en las olas, en la modalidad “wave”.
Salimos desde Buenos Aires un viernes, con el temor de encontrarnos con un tráfico espeso en la autopista a Mar del Plata. La primera sorpresa grata fue que la ruta estaba bastante despejada, la segunda, que el pronóstico de lluvia y vientos fuertes se había corrido unos días, así que tuvimos buen clima, al menos hasta el día de regreso.
Ya en la ruta clavé el control crucero en 110 km/h y no pasé ese límite. A esa velocidad y con la ruta despejada, fueron contadas las veces en que tuve que desconectarlo por la presencia de otro vehículo adelante. Pero eso me hizo recordar que otras chatas de la competencia ya vienen con una buena dotación de ADAS, como el control de velocidad adaptativo o el frenado de emergencia. Es un punto que ya denota el atraso de equipamiento en el que va quedando esta Alaskan, que ni siquiera trae en la nueva versión tope de gama Outsider (leer crítica).
De todos modos, anduve bien con el “piloto automático” convencional. Cada vez que veía a lo lejos un cartel indicador de velocidad máxima lo desconectaba y dejaba que bajara sola con la resistencia inercial hasta 60 km/h, adonde volvía a fijarlo para pasar toda la zona urbana. Luego, sin tocar el acelerador volvía a resetear la velocidad crucero en 110 Km/h cuando ya estaba seguro de haber salido de nuevo a ruta.
No sólo quería evitar la desagradable sorpresa de recibir una multa “cazabobos” que abundan por allí, sino también que de esa manera logré registros de consumo de combustible muy buenos: una media de 8 litros cada 100 km.
Pasamos Mar del Plata por las afueras, para agarrar la RP 11 y de allí seguir unos kilómetros más hasta Chapadmalal, adonde probaríamos un poco de kite en las olas, mezclándonos con los surfers que eligen ese enclave de la Costa Atlántica.
Lamentablemente no tuvimos viento en ninguno de los cuatro días que estuvimos allí, con lo cual sólo pudimos probar el surf (quien escribe no está muy ducho que digamos), y aprovechamos para pasear y disfrutar de las vistas desde los acantilados que recorren la costa desde allí hasta Miramar.
No hicimos off road muy exigente, pero la Alaskan nos transmitió mucha confianza para meternos por distintos senderitos que llevaban a playas enclavadas entre los acantilados. Sentí muy robusto el chasis y las suspensiones con la dureza justa y necesaria para disfrutar ese tipo de paseos sin inconvenientes.
En la caja llevábamos las tablas de surf, reposera, conservadora y un par de bolsos. Y si bien hubieran entrado sin problemas, llevamos la lona marítima recogida todo el tiempo para poder manipularlas con mayor comodidad.
Y es que tal como conté en el relato de la semana anterior, lograr enrollar la lona y que quede prolija es una tarea que demanda mucha paciencia y cuidado, así que una vez que logramos eso, sólo volvimos a desenrollarla y cubrir la caja cuando volvimos a Buenos Aires.
Entre las cosas que valoramos mucho del equipamiento, destaco el techo solar corredizo, que si bien no es de un tamaño proporcional a una pickup, nos permitía disfrutar la brisa fresca al caer la noche, especialmente durante los atardeceres sobre los acantilados.
Además, el habitáculo nos resultó cómodo para cuatro personas: las luces de lectura, los espacios de guardado, manijas y posavasos fueron detalles que ayudaron a la nota positiva, así como los dos puertos USB. En esta ocasión, pudimos emparejar teléfonos vía bluetooth sin problemas, tanto Android como en los iPhone.
En el regreso logré valores de consumo también muy acotados, a pesar de que nos agarró una fuerte lluvia y viento en contra. Estuve muy atento a los litros que llevaba cargando, y recién allí noté algo: el tanque de combustible se llenaba con apenas poco más de 60 litros. Revisé la ficha técnica y en todos los casos menciona que tiene una capacidad total de 80 litros (contando la reserva), pero créase o no, a mí me figuraba lleno con mucho menos.
Semana 3 - Carlos Sueldo
Luego de esa pequeña escapada a Chapadmalal, volvimos a Buenos Aires para reunirnos con las riders de “Libres como el Viento”, un grupo de chicas de Rosario que promueven la práctica del kitesurf entre mujeres, alentando a que se animen y sumen cada vez más a este deporte que, aseguran, “les cambió la vida y la mirada del mundo”.
Tres de ellas se sumarían al equipo del “Kite Road Trip”, esta vez con un destino más lejano: Puerto Madryn, adonde se realizó un encuentro de kiters del llamado “Tour Patagónico” organizado por las escuelas locales, el municipio de la ciudad y varias entidades civiles.
Fue una verdadera fiesta del deporte, a la que asistimos con la Alaskan como protagonista en un evento que contaba con sponsores de todo tipo y tamaño, desde marcas fabricantes de equipos, hasta comercios y organismos locales.
Desde Rosario salimos hacia Santa Rosa de La Pampa, para hacer noche. Al día siguiente teníamos pensado ir primero a El Cóndor, una ciudad balnearia que está pegada a Viedma, pero como estaba entrando un fuerte frente de tormenta, cambiamos rumbo hacia San Antonio Oeste, y de allí a Las Grutas.
El viento estaba demasiado fuerte, así que sólo una de las chicas se animó a salir a navegar. Seguimos viaje hacia Playas Doradas adonde hicimos noche, y al día siguiente, con el viento un poco menos violento, pudieron navegar todas las chicas del grupo, y hacer algunas fotos en acción.
En este viaje ya fuimos bastante más cargados y la caja por momentos nos quedaba algo chica, pero pudimos arreglarnos con el espacio. Lo que sí sufrimos un poco fue la falta de escalón en el paragolpes trasero, que nos obligaba a dar un buen salto para sacar elementos con agilidad. La tapa de la caja es pesada y no tiene amortiguación: en no pocas ocasiones las chicas de “Libres…” hicieron una apertura un tanto violenta, y luego resoplaron un poco para poder subirla.
La tarea de bajar y subir la tapa además se dificulta cuando uno viene con las manos semicongeladas por haber estado navegando en el frío del mar. Algo aún más difícil es sacar la llave física que viene adentro del control remoto de apertura y del sistema “Key Less” para el arranque. Una noche fuimos directo de la playa a un lugar en el centro de la ciudad y teníamos que cerrar la caja con llave por seguridad, ya que teníamos todos los equipos. Creanme que una tarea bastante difícil de hacer con las manos y dedos entumecidos.
Lo que sí valoraron mucho las chicas fue la calefacción en las butacas delanteras. Envueltas en toallas, o directamente con el traje de neoprene semihúmedo, hacían cola para sentarse un ratito en la butaca del acompañante y poner el calentador en la posición High antes de cambiarse.
En Playas Doradas probamos de meternos en terrenos un poco más desafiantes, a lo que la Alaskan respondió perfectamente con la tracción 4x4 conectada sólo en alta. Recordábamos que esta Iconic no tiene gancho de rescate trasero, así que por las dudas no nos arriesgamos a meternos en terrenos más difíciles y quedarnos plantados en algún momento.
El encuentro kiter en Puerto Madryn convocó a más de 100 deportistas y resultó excelente desde todo punto de vista, pero nos dejó a todos agotados. El regreso a Buenos Aires se nos hizo eterno, sobre todo porque desde allí algunos seguiríamos viaje a Rosario y otros a Córdoba. Pero nada que achacarle en esto a la Alaskan, que devolvimos con el odómetro en poco más de 19.000 km. Es decir, le hicimos más de 5.000 km en tres semanas de uso intenso en rutas, caminos de ripio, arena y playas. Tuvimos cero inconvenientes, un gasto de combustible bien contenido y muchas lindas experiencias en el camino y los lugares de destino.
Semana 4 - Orly Cristófalo
Y un día volvió la Renault Alaskan a mis manos. Quizás porque fui el primero en usarla me siento "El Responsable" y la extrañé mientras se fue de aventuras con Carlos Sueldo. La primera tarea fue un buen lavado, no estaba tan sucia pero había que prepararla. ¿Para qué? Para su siguiente tarea: ser el transporte oficial del team Motor1 Argentina en Expoagro 2023 (ver cobertura completa).
Tres minutos antes de las 7AM, el gran Freddy Pereyra se apersonó en mi casa. Nuestro especialista en Pesados y Maquinaria Agrícola lleva muchísimas ediciones de Expoagro encima y sería mi compañero de viaje y guía en la muestra. Sí, iba rumbo a mi primera expo en San Nicolás. Por supuesto que nuestra querida Panamericana/Ruta 9 siempre nos tiene una sorpresa preparada y apenas salimos del peaje de Pacheco estuvimos casi una hora para hacer dos kilómetros, mientras quitaban un camión con su acoplado -que había quedado cruzado sobre el guardrail que divide las dos manos-.
El resto del camino fue tranquilo, con el tráfico disminuyendo a medida que nos alejábamos de Buenos Aires y con el control de velocidad crucero de la Alaskan clavado en 120 km/h. Creo que ya lo comenté acá alguna vez, pero no soy de ceder mucho el volante en la ruta. Me gustan los autos, pero también me encanta manejarlos. Unos kilómetros antes de llegar, hicimos un alto para que Freddy tomase un café y yo una bebida energética. Se venía un día largo y había que llegar bien despiertos.
Expoagro se realiza en el predio del autódromo de San Nicolás y lo único que reconocés del circuito cuando estás llegando es la torre de control. Todo lo demás queda tapado por maquinarias, camiones, tractores, cosechadoras y enormes stands. Si nunca fuiste, como yo, lo primero que te pasa es que quedás impresionado por las dimensiones. Estacionamos lo más cerca que nos dejaron de una de las entradas y ¡a caminar!.
Nos tocó un día de tremendos 37 grados (con varios más de térmica). Sin nubes en el cielo, caminar los largos y eternos pasillos de la expo se hacían casi un infierno. De hecho, era poca la gente que se veía circulando y mucha la que había bajo la sombra de los stands (y ni hablar en aquellos que contaban con aire acondicionado). Con Freddy nos encontramos y nos desencontramos varias veces en el día. Nos dividimos la expo: mientras yo cubría mayormente fabricantes de autos, pickups y motos, él pasaba por su especialidad, la maquinaria pesada.
Como a las 18 emprendimos la caminata de regreso a la Alaskan, con varios kilos menos encima producto del calor. Salimos y encaramos para el Aeródromo que está justo atrás del Autódromo. Allí aproveché el buen ojo de fotógrafo de Freddy para intercambiar roles: él sacando fotos y yo acomodando la Alaskan para los diferentes planos. Completamos las tomas en la salida a la Ruta 9 y a devorar kilómetros para el regreso a casa.
Pero, siempre hay un "pero". El destino nos tenía reservado un "entretenimiento" más. En plena caída del sol y con el control crucero en 120 km/h, la rueda trasera izquierda decidió gritar "¡no va más!". Sacudida bien contenida entre el chasis y el piloto (déjenme un poquito de crédito, le hace bien a mi ego), balizas, banquina y bajar a ver las consecuencias que ya imaginábamos. El neumático estaba destrozado, producto de la pérdida de presión (más la velocidad). Quizás, sólo quizás, si hubiésemos tenido monitoreo de la presión de las cubiertas se hubiese salvado algo.
¡Ouch! Así quedó la cubierta trasera izquierda. No, acá no aplicaba el "todavía sirve, todavía sirve".
Nos pusimos manos a la obra. Dato 1: el cricket está debajo de los asientos traseros y viene con un velcro que evita que se mueva. Y también complica sacarlo de ahí. Freddy terminó haciendo palanca con una parte de la llave de ruedas para poder sacarlo. Dato 2: ese mismo cricket es demasiado justo para la Alaskan. Tuvimos que extenderlo hasta el tope para poder levantar lo suficiente la pickup y así colocar la rueda de auxilio. Dato 3: gracias a Renault, por poner un neumático de repuesto de mismo tamaño y llanta que las cuatro originales (cosa que no ocurre, por ejemplo, con la Fiat Toro).
Freddy Pereira peleando con el cricket. O.C. tratando de hacer arte con el atardecer.
Entre el atardecer, su cada vez menos luz y el calor, demoramos un rato largo en el cambio. Salimos nuevamente a la ruta y a sólo tres kilómetros entramos en una estación de servicio, para chequear la presión de la cubierta nueva y sus tres compañeras. No más sustos por favor. Dato adicional: durante el episodio mantuvimos al tanto al equipo de Renault Argentina que maneja la flota y al día siguiente me avisaron de que podía pasar a reemplazar la goma rota por un auxilio nuevo. ¡Gracias, Fede Sampayo, por tanta velocidad y eficiencia!
Bonus Track - Freddy Pereyra
Unos pocos días bastaron para familiarizarme con la Alaskan. Luego de la experiencia en Expoagro, compartida con el gran Orly, apuntamos al uso familiar en nuestra torturada y calurosa Buenos Aires. Los últimos días del verano me vieron subido a la chata moviéndome en el bochornoso tránsito. El moverse con semejante aparato requiere dosis de paciencia, así que sólo se trató de calcular holgadamente los tramos en tiempo de viaje, y disfrutar.
La primera incursión fue en compañía de Gustavo Feder para hacer una producción de tapa de su revista Autohistoria. Nos encontramos con un formidable Peugeot 505 SR (1983) en el final de otro día soleado. El calor se mantuvo a raya dentro de la cabina de la Alaskan, pero nos dio una paliza en los últimos minutos de la jornada, intentando ganarle al sol en su gloriosa "hora mágica".
Al otro día fuimos con mi esposa a un casamiento en Puerto Madero, acertando con el lugar apropiado para el estacionamiento. La fiesta fue larga, y nos devolvió a la noche a la calle, con cansancio y calor (algo que la Alaskan con su excelente climatización bizona pudo resolver con solvencia).
Punto a favor para la dirección asistida y para el conjunto cámara frontal y sensores traseros de estacionamiento. En estos días de uso en ciudad fueron varias las veces que hubo que acomodarla en cocheras intrincadas.
Un premio esquivo es lograr estacionar en una posición favorable para estar rápido en la calle. En general, nos mandan a un oscuro y poco transitado rincón alejado en los garages.
Una vez sola, como muestra la foto precedente, pudimos dejarla a "tiro de rampa" para salir sin problemas. La mayoría de las veces, uno llega al estacionamiento y esto supone un dilema para el trasnochado encargado, quien debe resolver con premura adónde enviar a esta mole.
La última jornada fue llevarla al Instituto Técnico de Motores (ITM), para que mis alumnos la analizaran en persona, ya de camino a devolverla al poblado garage de Motor1 Argentina.
ESTADÍSTICAS
* Fecha de ingreso de la unidad: 23 de diciembre de 2022 (con 9.772 kilómetros).
* Kilómetros recorridos en el primer mes: 3.921
* Kilómetros recorridos en el segundo mes: 8.986
* Consumo promedio registrado durante los dos meses: 9.7 l/100 km
* Problemas registrados desde el inicio de la prueba: A veces, cuesta conectar el teléfono con el sistema Bluetooth. Pinchadura de rueda, seguido por destrucción total del neumático trasero derecho. Un sistema de alerta de pérdida de presión de neumático tal vez hubiera evitado el destrozo completo de la rueda.
Hay más fotos en la galería de imágenes, acá abajo.