Esta no es una crítica convencional de Motor1 Argentina. Es una nueva "crítica de larga duración". Eso significa que cada entrega mensual no tendrá la estructura convencional de nuestras pruebas de manejo. El Fiat Pulse, por ejemplo, ya la probamos con el formato de crítica tradicional en su versión Impetus (ver nota) y también fue sacado a pista para el Ranking Motor1 (leer acá).

El objetivo de la "crítica de larga duración" es que el vehículo de pruebas permanezca en nuestras manos durante mucho más que la crítica tradicional de una semana y mil o dos mil kilómetros. La idea es probarlo durante varios meses para aplicar usos (y abusos), que nos permitan encontrar virtudes (y defectos) que no afloran en un test tradicional. A todo esto se suma el hecho de que los vehículos en estas pruebas de largo aliento pasan por las manos de todos los integrantes de la redacción de Motor1 Argentina.

La introducción del Fiat Pulse Impetus se publicó acá y ahora es el turno del primer informe mensual. 


Semana 1, 2, 3 y 4 - Juan Pablo Estévez 

Me tocó ir a buscar el Fiat Pulse Impetus a los headquarters de Stellantis en Retiro: lo recibí un viernes con 12.468 kilómetros en el odómetro y lo tuve una semana en Buenos Aires, antes de encarar junto a mi novia Sofía un viaje de vacaciones por el Norte, región del país que no conocía y que tenía pendiente visitar desde hacía mucho tiempo. Durante el uso urbano fui conociendo las funciones del auto y me familiaricé con su andar, que es muy ameno para las calles porteñas.

Esta versión tope de gama del Pulse es muy cómoda para realizar un viaje largo: cuenta con asientos ergonómicos símil cuero, la posición de manejo tiene muchas calibraciones (volante regulable en altura y profundidad, por citar un ejemplo), el tablero digital es de fácil lectura y la pantalla táctil multimedia resulta amigable para usar el navegador incorporado o el Apple Car Play con Google Maps. 

El plan original era utilizar este crossover para el Segmento B (chico) con el fin de recorrer las distintas rutas de las provincias de Salta, Jujuy y Tucumán, por lo que trabajamos en un itinerario para cubrir la mayor cantidad de lugares posibles y exprimir el auto al máximo. 

El viaje comenzó un domingo a las seis de la mañana: salimos desde el barrio porteño de Coghlan, rápidamente nos subimos a la Panamericana y agarramos el ramal Pilar para encarar hacia Rosario y Córdoba, ciudad en la que Stellantis está probando el nuevo Abarth Pulse (más info acá). Para aprovechar este tramo de autopista utilizamos el control de velocidad crucero y realizamos la primera parada técnica en Funes, Santa Fe, para cargar nafta y reponer el agua para el mate.

Una apostilla con respecto a este tema: la mayoría tomamos mate cuando viajamos, aunque si nos ponemos puristas y vamos a la Ley Nacional de Tránsito está prohibido porque obliga al conductor a sacar una mano del volante. Nos gustaría leer su opinión al respecto debajo, en la sección comentarios. 

El comportamiento del Pulse en ruta es muy bueno y tiene una insonorización adecuada circulando en el marco de las velocidades máximas permitidas, que en el caso de la RN9 Panamericana llega a ser de 130 km/h en algunos tramos. Un aspecto que no me convenció del todo fue la dirección -de asistencia eléctrica- a la que por momentos sentí un poco blanda.

La primera parada para cargar nafta fue en Sinsacate, Córdoba.

La segunda parada técnica para cargar nafta y comer algo fue en Sinsacate, Córdoba.

Continuando el itinerario pasamos por los pueblos santafesinos de Carcarañá, Cañada de Gómez y Armstrong, hasta que nos adentramos en la provincia de Córdoba y atravesamos Marcos Juárez, Bell Ville y Villa María, antes de agarrar la Circunvalación de la capital, que es muy útil para no perder tiempo y que se encuentra en un muy buen estado. 

Ya llevábamos más de siete horas de viaje y paramos a comer algo en una estación de servicio de Sinsacate, un pueblo de casi dos mil habitantes que se encuentra a una hora de la capital de Córdoba. El tanque del Pulse carga 47 litros y lleno -según el tablero digital- otorga una autonomía de unos 676 kilómetros. En nuestro caso, con los datos que recabamos, podemos asegurar que en el marco de un consumo mixto (ruta, ciudad y ripio) gastó unos 7.9 litros cada 100 kilómetros. 

Elegimos dormir el primer día en Frías, Santiago del Estero, un pequeño pueblo "de paso" que está ubicado al costado de la RN157 y que cuenta con un hotel práctico y austero para reponer energías y encarar, al día siguiente, el hermoso camino que atraviesa el Parque Nacional Aconquija, por su flanco superior derecho. 

Este tramo del recorrido es conocido como la "Selva Tucumana" o "Yunga" y tiene un paisaje maravilloso. Por primera vez -y porque el camino estaba lleno de meandros y constantes subidas y bajadas- decidimos utilizar la caja en modo manual empleando las levas para "sentir" más al motor, aunque el resultado no fue del todo satisfactorio.

Es sabido que en este tipo de cajas automáticas CVT (ver cómo funcionan) los cambios demoran un poco en pasar y en mi caso, que soy algo ansioso, ese medio segundo que tardaba me parecía demasiado, por lo que luego de experimentar ese tipo de conducción volví a colocar la palanca en el modo automático "Drive".

Otro aspecto a tener en cuenta: cuando se suelta el acelerador la retención del motor es poco significante, por lo que hay que emplear bastante los frenos para cumplir con esa función y obtener un buen comportamiento del auto. En este ítem coincidí con el "Colo"Paul Szebesta, piloto oficial de Motor1 Argentina, quien probó al Impetus en el autódromo Gálvez (más info acá).

Siempre es bueno tener un ACA cerca, en este caso en Tafí del Valle, Tucumán.

Siempre es bueno tener un ACA cerca, en este caso en Tafí del Valle, Tucumán.

En lo que disentí fue en la eficacia de los frenos (discos adelante y tambores detrás): probé "clavarlos" en distintas superficies como asfalto y ripio y su reacción me pareció algo lenta y displicente para un auto de esta categoría, aunque cumplen con los parámetros de seguridad para un uso normal, no deportivo (habrá que ver si Stellantis los reforzará para el Abarth Pulse, que será más picante). Igualmente, yo me quedaría con la opinión del Colo, que de esto la sabe lunga y probó muchos más vehículos que yo. 

Pero esas son simples anécdotas, porque el Pulse en modo automático funciona muy bien y es amigable de manejar. Continuando con el derrotero, y luego de atravesar la mencionada selva frondosa, llegamos hasta Tafí del Valle (Tucumán). Dejamos estacionado el auto cerca de un ACA para recorrer la primera ciudad de los Valles Calchaquíes que visitamos. 

Tafí es muy lindo y se puede recorrer a pie el pintoresco centro, en el que se venden artesanías y se puede almorzar platos típicos. En nuestro caso, optamos por una tortilla de papas babé (¿existe alguna manera más rica de comerla?) y unas empanadas de carne cortada a cuchillo, con la particularidad de que vinieron acompañadas por unas rodajas de limón, para sazonar. Es una característica típica de la provincia, mientras que en Salta el acompañamiento es una salsa de tomate semipicante (que también está muy buena). 

Ya con las energías recargadas agarramos nuevamente el Pulse, fuimos a conocer a la Virgen de Guadalupe y dimos algunas vueltas por la zona en donde están emplazados "Los Balcones de Tafí", unas cabañas muy bien puestas que tienen una vista panorámica de la ciudad, que aprovechamos para hacer varias fotos. 

El mismo día que visitamos Tafí del Valle debíamos dormir en Cafayate, Salta, por lo que agarramos la Ruta Provincial 307 y aprovechamos para detenernos a la mitad de camino y visitar la Ciudad Sagrada de los Indios Quilmes, que realmente es imperdible. Se trata de un asentamiento precolombino que fue restaurado y reconstruido en 1978, en el que se puede entender el modo de vida que llevaban los aborígenes locales que más lucha le plantearon a los realistas, que solamente lograron someterlos porque le envenenaron sus ríos y los dejaron sin comida (jamás pudieron vencerlos en el campo de batalla). 

Ya bien entrada la tardecita, luego de recorrer el museo de los Quilmes y de haber trepado en el predio casi hasta la casa del Cacique mayor (el Iphone arrojó que en esa visita trepamos el equivalente a unos 53 pisos), nos dirigimos a Cafayate, ciudad en la que Ford estuvo probando a la nueva Ranger en el pasado invierno (ver nota y fotos espía), con la particularidad de que nos llovió en la ruta, algo que es poco frecuente para la región en estas épocas del año. 

También visitó a la bodega Piatelli, una parada recomendada en Cafayate.

La bodega Piatelli, una parada recomendada en Cafayate.

Al día siguiente, el plan fue recorrer por la mañana el centro de la ciudad más importante de los Valles Calchaquíes y luego teníamos agendado un almuerzo en la Bodega Piatelli, que es una de las más reconocidas de la zona. Soy más del palo de la cerveza y no conozco tanto de vinos, pero sabía que Cafayate es muy reconocida por su Torrontés ¡Así que hubo que probarlo y estaba muy bueno! 

Luego de recorrer la bodega y de comprar algunos vinos para traernos a Buenos Aires fuimos a visitar a Ernesto Lovaglio, un criador de caballos de paso peruano, que es muy amigo del padre de mi novia y nos recibió muy amablemente en su campo "La Querencia", ubicado en la zona del Barrial, departamento de San Carlos, Salta.

En este caso, experimentamos por primera vez lo que es manejar un largo tiempo en ripio y vale destacar que el Pulse tiene una muy buena suspensión: adelante lleva una independiente tipo McPherson con brazos oscilantes, mientras que atrás porta una barra de torsión y resortes helicoidales. El despeje del vehículo es interesante y ayuda para este tipo de caminos aventureros (más adelante contaremos la subida al Hornocal y otras vicisitudes del viaje).

Volviendo a Ernesto, es un gran anfitrión y luego de hablar un rato nos llevó a montar a sus caballos: en nuestro caso, que no somos expertos, pedimos que nos dieran los más "mansitos" y la experiencia fue muy agradable: por un rato nos sentimos jinetes, aunque en mi caso en particular no me avergüenza reconocer que debí pedir ayuda para subir y bajar del animal. 

Llevamos al Pulse a conocer la bodega Finca Las Nubes.

Llevamos al Pulse a conocer la bodega Finca Las Nubes.

Al día siguiente, el plan fue parecido: visitamos otra bodega, Finca Las Nubes, que es más rústica que Piatelli y tiene un gran encanto. En este caso, nos sentamos en una mesa debajo de unos árboles en la que corría una brisa fresca y mi novia se pidió una ensalada, mientras que yo opté por un sandwich de vacío braseado al Torrontés (con cebolla, berenjena y zanahorias asadas). Estaba de antología. 

Luego volvimos a visitar la estancia y a montar caballos peruanos, para finalmente encarar el camino que une El Barrial con San Carlos -siempre en Salta- que utilizamos para visitar la fábrica de cerveza artesanal local "Me Echó la Burra", en la que hicimos una visita guiada con degustación incluida.

En este caso, no manejamos ni mi novia ni yo: le cedimos el volante a Ernesto, quien tiene como vehículo propio una pick-up Amarok de Volkswagen y que se sorprendió para bien cuando utilizó el Pulse en modo secuencial (le pegó unas pequeñas y buenas aceleradas).

Nobleza obliga: a pesar de que los cambios tardan cierto tiempo en pasar, el motor tricilíndrico 1.0 turbonaftero es bastante picante para un vehículo de esta envergadura (ver crítica completa). Responde muy bien. Más aún si se lo coloca en el modo Sport (botón rojo ubicado a la derecha del volante), que lo vuelve más "rabioso" y divertido, porque aumenta la sensibilidad del pedal del acelerador y estira las relaciones del cambio hasta un régimen más elevado del motor. 

Terminamos un día largo y divertido cenando en la peña El Antigal, que está ubicada en una de las calles adyacentes al centro de Cafayate: el menú no podía ser otro que empanadas típicas de la zona, que llegaron en sus versiones de carne cortada a cuchillo, matambre, queso y cebolla, con la rigurosa cazuela de de salsa de tomate picante para sazonarlas.

Todo esto acompañado por el ritmo del bombo, el rasgueo de una guitarra furtiva e incluso el vibrar de un acordeón elegante que le pusieron onda a una velada amena. La canción más linda del repertorio fue -cuándo no- Zamba de mi Esperanza, una pieza histórica del folclore nacional que inmortalizaron Jorge Cafrune y Los Chalchaleros

En Cafayate tuvimos a un baqueano amigo de la casa que probó la caja secuencial.

En Cafayate tuvimos a un baqueano amigo de la casa que probó la caja secuencial.

Al otro día agarramos la emblemática Ruta 40, para poner rumbo hacia Molinos, Salta, un pequeño pueblo que apenas supera los mil habitantes y tiene como atractivo que está cerca de la bodega Colomé, una de las más lindas de los Valles Calchaquíes y que cuenta con el imperdible museo James Turrell, inaugurado en 2009 y dedicado a la luz y el espacio. 

El camino desde Cafayate a Molinos es de ripio y por momentos está en mal estado: es muy difícil evitar las "cuchillas" que dejan en la huella el tránsito y el viento: si en esas condiciones se superan los 25 km/h se siente una especie de "rayador" que trona en los oídos, por lo que es recomendable ir mateando, con paciencia y escuchando buena música. 

Un dato a tener en cuenta: el Apple Car Play en nuestro caso (Android Auto para otros usuarios) fue un gran compañero y está muy buena la función de "partir pantalla", en la que se puede ver el Google Maps y el Spotify al mismo tiempo, aunque hay que ser previsor y saber que se traba mucho. Una técnica que nos funcionó, para estos lugares en que casi no había cobertura de señal, fue bajar los mapas de la zona previamente, al igual que la lista de música, y poner el teléfono en Modo Avión.

Otro tema que se debe atender: por momentos el Google Maps se "laguea" y muestra el recorrido atrasado. Es mejor ir chequeando con otro celular los cruces importantes y las salidas que se deben tomar en las rutas. Otra opción es utilizar el navegador que viene incorporado en el Pulse (Tom-Tom), aunque a nosotros no nos resultó útil porque tiene muchos desajustes y por momentos arrojaba caminos insólitos para tomar. 

En camino de ripio, rumbo Cafayate a Molinos.

El camino de ripio (RN40) que une Cafayate con Molinos.

Luego de hacer noche en la pintoresca y colonial Hacienda de Molinos, que fue construida en el Siglo XVII y ofició como la casa del último gobernador realista de la intendencia de Salta del Tucumán, Don Nicolás Severo de Isasmendi y Echalar, partimos rumbo a CachiPayogasta, siempre en la provincia de Salta.  

La primera ciudad nos pareció espectacular y la recorrimos íntegra con una visita incluida al cementerio, desde donde se puede apreciar una impactante vista panorámica del pueblo, mientras que la segunda es más chica y se destaca por ser la Capital Nacional del Pimiento. En Payogasta pasamos la noche en el rústico y confortable hotel Sala de Payogasta, que se construyó en 1918 originalmente bajo la tutela de un inmigrante sirio y que hoy está refaccionado y cuenta incluso con un propio spa.

Allí recargamos energías para encarar el camino hacia Salta la Linda, que atraviesa el Parque Nacional los Cardones y en el que se destaca la imponente Cuesta del Obispo, un tramo zigzagueante y empinado de la RP33 que está ubicado entre el paraje Maray de la quebrada de Escoipe y la Piedra del Molino (3.348 metros sobre el nivel del mar) en Salta. 

Se trata de un camino pintoresco e imponente, pero que requiere de cuidado y concentración a la hora de atravesarlo porque tiene constantes meandros y además precipicios. Le tocó a mi novia manejar la primera parte de este tramo (que es el más complicado): yo oficié de cebador de mate y pude disfrutar de los paisajes mientras musicalizaba el trayecto con canciones de Soda Stereo.

Hicimos la primera parada en lo que se denomina "El Mirador de los Valles Calchaquíes", que es sencillamente espectacular (ver foto debajo) y cuenta con el agregado de que hay muchos puestos de especias en el camino: aprovechamos para comprar el mejor maní tostado, quinoa (el cereal andino que popularizaron los Incas), pimentón, laurel y parrisal, un condimento para carnes que es muy sabroso. 

El Parque Nacional Los Cardones es una belleza y entrega este tipo de paisaje.

La foto de apertura de esta nota fue tomada en el "Mirador de los Valles Calchaquíes", ubicado en un tramo de la Cuesta del Obispo que atraviesa el Parque Nacional Los Cardones. 

Seguimos el recorrido y durante una parte del camino nos encontramos con un festejo gaucho-religioso en una escuelita rural de montaña para celebrar el día de San Martín de Porres, un icónico fraile del Virreinato del Perú que además fue el primer santo mulato de América Latina. Resultó emocionante escuchar las estrofas del Himno Nacional Argentino y ver la procesión gaucha a caballo, que realizaron los jinetes especializados de distintos puntos de la zona. 

Luego llegamos a Salta y por primera vez en mucho tiempo volvimos a tener la sensación de estar en una gran ciudad, ya que es fácil acostumbrarse a los bellos paisajes de quebrada y ripio. En lo particular no conocía a esta capital y me pareció bellísima: en la plaza central 9 de Julio se destaca el Cabildo (vale la pena visitarlo), el Museo Andino de Alta Montaña y la Catedral, aunque lo más lindo es ver las construcciones de antaño: muchas aluden al período colonial e incluso se pueden encontrar "balcones cusqueños", que son una verdadera gema. 

No usamos mucho el auto en la ciudad: preferimos recorrerla a pie para conocer las atracciones turísticas del centro, aunque agarramos el Pulse para subir al Cerro San Bernardo y apreciar una imponente vista de la ciudad (también se puede ascender en teleférico) y para ir a San Lorenzo, una zona residencial en la que se encuentra un museo de automóviles antiguos y en la que se puede hacer trekking por la reserva natural, además de visitar la quebrada que da nombre al lugar. 

Pasamos dos días en esta capital y luego nos dirigimos por la RN9 -doble mano, pavimentada y que está en un perfecto estado- a Termas de Reyes, Jujuy, -ideal para pasar un día de relax en el medio de tanto trajín- y luego a uno de los puntos altos del viaje, Purmamarca, para visitar el Cerro de los Siete Colores que es uno de los paisajes más tradicionales y reconocidos que tiene el Norte Argentino. Familiares y amigos nos habían hablado mucho de su belleza y la realidad es que hay que rendirse ante los pies de este accidente geográfico jujeño que es una maravilla.

Un dato: en Purmamarca el auto no es de gran utilidad y no hay que perderse de realizar la caminata por el Paseo de los Colorados que se realiza en una hora, es de una dificultad baja y pueden realizarla incluso personas que no estén demasiado entrenadas. No se precisa guía y es imposible perderse: se ingresa por el centro y el recorrido finaliza casi en el mismo lugar. 

Purmamarca, al pie del cerro de los Siete Colores.

Purmamarca, al pie del cerro de los Siete Colores, es una de las ciudades más lindas que visitamos.

Pasamos un día completo en Purmamarca y antes de irnos para Tilcara visitamos Salinas Grandes, uno de los salares más importantes de Jujuy al que se accede por la RN52 en la que se encuentra la Cuesta del Lipan, un camino zigzagueante y empinado en la zona de Tumbaya y que alcanza su altura máxima en el Abra de Potrerillos (4.170 msnm).

Al igual que la Cuesta del Obispo, requiere de mucho cuidado para manejar, con el agregado de que en el paisaje por momentos se mezclan las nubes con una especie de niebla, lo que dificulta la visión: hay que extremar los sentidos, conducir con paciencia y elegir bien los momentos para pasar a los camiones, que circulan lento por la calzada. 

A pesar de su complejidad, este camino es espectacular y el Pulse en modo automático se comportó perfectamente. Visitar Salinas Grandes es una parada imperdible del viaje y para conocerlas se debe solicitar la guía de un lugareño. El modo es el siguiente: se abona una pequeña entrada y los que tienen vehículo propio siguen al baqueano que va liderando el camino en moto, mientras que los turistas que llegan en grupo pueden hacerlo en la camioneta que los traslada. 

Es importante hacer caso a las indicaciones y dejar el vehículo donde los lugareños indican, porque hay zonas del salar que no están firmes y se debe evitar pisarlas con el objetivo de evitar posibles accidentes. Si bien este salar en particular posee una alta concentración de litio, no es explotado con el fin extraer la materia prima para fabricar baterías para los autos eléctricos sino que su sal se comercializa para el uso comestible. Los que deseen conocer más sobre esta temática pueden ver el documental argentino "En el nombre del Litio" (info y trailer en esta nota). 

La cuesta del Lipán, uno de los caminos con más meandros del viaje.

La cuesta del Lipán, uno de los caminos con más meandros del viaje.

Luego de terminar nuestra visita en Salinas Grandes volvimos a agarrar la RP52 para encarar hacia Tilcara, pero antes seguimos una gran recomendación y nos detuvimos en La Pekana, un restorán familiar en el que se comen unas empanadas fritas de novela. Las de queso son recomendables, pero sin duda el hit del lugar son las de carne, que vienen rellenas con papa y huevo, además de con los ingredientes tradicionales.

Tras recorrer el tramo que nos faltaba para pasar por delante Purmamarca, retomamos la RN9 con destino a Tilcara y nos encontramos con la novedad de que al costado de la ruta había trabajadores montando rieles de ferrocarril. Investigamos un poco y vimos que se trata del proyecto de un nuevo tren turístico impulsado por el Gobierno de Jujuy que busca unir la localidad de Volcán con Tilcara, por lo que Freddy Pereyra: ¡acá tenes material para una nueva nota sobre Pesados!

Ya en Tilcara dejamos el Pulse en la posada y fuimos a recorrer el centro a pie. En la plaza Álvarez de Prado hay muy buenas vasijas de pirca y arcilla, además de tejidos y souvenirs para quedar bien con familiares y amigos. El casco histórico es muy pintoresco, aunque se recorre rápido porque es pequeño. Volvimos a agarrar la "nave" para ir a la Garganta del Diablo y el camino que nos encontramos fue el más complicado que recorrimos en el NOA. 

Es muy estrecho, casi no tiene "guard-rail" o cobertores en las zonas de precipicio, y si uno se encuentra con un auto de frente en la en la mayoría del trazado debe pegarse muy cerca a la ladera del cerro, o en muchos casos directamente colocar marcha atrás para que ambos vehículos encuentren la mejor forma de pasar. 

Hay que tener cuidado cuando se maneja en la Cuesta del Lipán: la altura máxima es de 4.100 metros y las nubes se suelen mezclar con el paisaje.

Hay que tener cuidado cuando se maneja en la Cuesta del Lipán: la altura máxima es de 4.100 metros y las nubes se suelen mezclar con el paisaje.

Nuevamente, vale destacar que el Pulse se comporta de una manera sobria y correcta en este tipo de trayectos: tiene buena maniobrabilidad y la suspensión se banca bastante bien los desniveles del ripio. Teniendo en cuenta que es un auto pensado para el uso urbano, su funcionamiento es interesante para recorrer caminos empinados/de cerros y/o montaña. 

No podíamos irnos de Tilcara sin visitar el famoso Pucará, un sitio arqueológico formado por numerosas construcciones que realizaron los indios que le dan nombre a la ciudad y que fue descubierto en 1908 por el etnógrafo argentino Juan Bautista Ambrosetti. Al igual que la Ciudad Sagrada de los Quilmes, se trata de un lugar imperdible. 

Nuestro destino antes de visitar San Miguel de Tucuman y pegar la vuelta a Buenos Aires era Humahuaca, una ciudad de poco más de 12 mil habitantes que se encuentra a unos 41 kilómetros de Tilcara por la RN9 en sentido Norte y que es famosa por su quebrada compuesta por múltiples colores. 

Aquí utilizamos al Pulse para ir a la Serranía del Hornocal, un punto turístico increíble en el que sobresale un mirador que tiene una gran vista de lo que se conoce como el Cerro de los 14 colores. El camino es de unos 22 kilómetros de un ripio muy malogrado, por lo que no pudimos pasar al auto de los 20 km/h en bastantes partes del trayecto. 

Tras visitar el Hornocal utilizamos nuestro segundo día en Humahuaca para realizar una excursión a Iruya, territorio salteño que se encuentra a unos 73 kilómetros y poco más de dos horas de viaje: vale destacar que en el camino predomina el ripio en mal estado, fundamentalmente en el tramo jujeño. 

El Hornocal, un lugar en el que se destaca el cerro de 14 colores en la Quebrada de Hiumahuaca.

El Hornocal, un lugar en el que se destaca el cerro de 14 colores en la Quebrada de Hiumahuaca.

Varios familiares nos habían recomendado que era mejor sacar una excursión para visitar Iruya y en nuestro caso fuimos en una Toyota Hilux con el guía Jorge, que fue muy amable y en el límite entre la provincia de Salta y Jujuy le ofreció una ofrenda a la Pachamama: compró un vino Toro en formato tetra-brik que arrojó en una "Pacheta", que es una construcción pagana de piedra en la que los viajantes paran a rendir culto a la madre tierra. 

Un dato a destacar a nivel religioso: esta zona del Noroeste argentino se vio muy influenciada por la cultura Inca (aquellos aborígenes de origen peruano incluso llegaron a dominar tierras en Mendoza) y los lugareños, además de ser profundamente católicos, incorporaron fiestas y rituales paganos en una muestra de sincretismo, como lo es el Día de los Muertos, en el que preparan grandes mesas con comida para que cuando las almas bajen del cielo puedan darse un buen banquete.

Fue una buena jugada hacer la excursión con una chata, porque en el camino hay muchos zig-zag, subidas y bajadas, y hubiéramos demorado una eternidad en recorrerlo con el Pulse. Además, está prohibido ingresar al pueblo con auto: sólo los guías consiguen hacerlo y te dejan en la cima de la ciudad, en la que hay un mirador espectacular (en estos lugares hay que cuidarse del mal de altura y cada metro ganado en el que se evita caminar se agradece al final del día). 

Luego de estos días haciendo base en Humahuaca llegó el tramo final del viaje: partimos rumbo a San Miguel de Tucumán para conocer el Cristo Bendicente, ubicado en el Cerro San Javier (imperdible), y luego la Casa Histórica de Tucumán, en la que se declaró la independencia argentina de los realistas en 1816. Es movilizante estar allí y un highlight es el espectáculo de luz y sonido, en el que se rememora la historia de esta gesta. 

Para finalizar volvimos a Buenos Aires escuchando unos buenos podcast de música del Bebe Contepomi, la entrevista de Migue Granados al cineasta y piloto de avión Enrique Piñeyro (vale la pena para desmitificar ciertas creencias) y también Historias de Canciones por Fernando Mele, un periodista que se dedica a analizar las piezas más importantes de nuestro rock y también del pop internacional. Luego, tuve el Pulse una semana más en Coghlan y se lo cedí a Luciano Salseduc, quien será el encargado de abrir la crítica de larga duración del próximo mes.

Galería: Fiat Pulse en el Norte Argentino (NOA)

Estadísticas

  • Fecha de ingreso de la unidad: 4 de noviembre (odómetro total en 12.468 kilómetros)
  • Kilómetros recorridos en el primer mes: 5.273 (odómetro total en 17.741)
  • Consumo registrado en el primer mes: 7.9L/100 kmh
  • Problemas registrados en el primer mes: el botón del modo Sport se encuentra "hundido" y se complica accionarlo

J.P.E.

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