Esta no es una crítica convencional de Motor1 Argentina. Es una "crítica de larga duración". El objetivo es que el vehículo de pruebas permanezca en nuestras mano durante mucho más que la crítica tradicional de una semana. La idea es probarla durante varios meses, para aplicar usos (y abusos), encontrar virtudes (y defectos) que no afloran en una prueba tradicional. A todo esto se suma el hecho de que el vehículo en esta prueba de largo aliento pasará por las manos de todos los integrantes de la redacción de Motor1 Argentina.

La Fiat Toro (2021) ya la probamos con el formato de crítica convencional en las versiones TD350 Ultra (leer nota) y T270 Volcano (leer nota). El informe de nuestro primer mes con la Fiat Toro TD350 Volcano se publicó acá en junio y el informe del segundo mes se publicó acá en julio. Ahora es el turno del tercer informe mensual.


Semanas 1, 2 y 3 - Jacinto Campos

¿Qué decir que no haya sido dicho ya por los otros colegas de Motor1 Argentina? Y encima con una sequía espantosa, con 70 milímetros de precipitaciones en tres meses y medio me quedo sin libreto. Pero por suerte la Fiat Toro me da revancha ya que se puede decir mucho de esta pick-up compacta, que esta dando que hablar en el segmento que equilibra tamaño y versatilidad (mitad auto, mitad chata) que nos ofrece esta marca mundial y que nos llega desde Brasil.

Como en el amor, las primeras impresiones suelen ser válidas y prometedoras. Si tuviera que definir la Toro en una sola palabra diría "agradable". Es difícil ser breve. Winston Churchill decía: “Cuando tengo que hablar una hora me preparo en diez minutos; cuanto tengo que hablar diez minutos me lleva una hora prepararme”.

¿Por qué decimos que la Toro es “agradable”? Porque realmente es una chata simpática y al definirla así incursionamos en aspectos que van más allá de la mera disección de lo técnico o comercial, para adentrarnos en lo lúdico. ¿Y qué otra cosa es un auto sino eso? Superada alguna limitación de altura de techo al entrar en el habitáculo del lado del conductor (en especial a quienes estamos por el 1.80 y con algo de panza, nos roza la cabeza (un leve toque que nos saca la gorra y ni hablar si llevamos sombrero). Y aquí la Toro comienza a hacerse amistosa, ya que la combinación de varias opciones de “volante /asiento” (corremos hacia atrás y bajamos el asiento y corremos el volante un poco hacia adelante), entramos casi con “elegancia”, sin importar tanto nuestra altura, peso o volumen frontal-medio. En ese sentido hay para todos los gustos. Ni hablar de la riñonera, gran ayuda para los que nos comemos los serruchos de nuestros beneméritos y nunca tan ponderados caminos rurales.

Una vez adentro y sentados, la butaca nos contiene y apreciamos un tablero y comandos de fácil lectura, aún superada la letra “chica” de algunas de las ayudas, como por ejemplo los indicadores de temperatura y hora en la pantalla. Pero empecemos por el principio, el volante: casi el primer paso de entrar en relación “piloto/vehículo” es ergonómico, buen grosor, tamaño adecuado, con las 10/10 que tienen perfecta cabida sin interferencias y que aporta confort no solo a la postura corporal, sino a la conducción misma, con alternativas de acercamiento y de altura “a piacere”.  Las levas del cambio (denominadas "mariposas", según el manual) están “al toque”, especialmente cuando se usan en el modo secuencial sport.

La distribución del panel central ayuda a dar una idea de amplitud y no sentirse “apretado”, en especial para quienes venimos del uso continuo de chatas más grandes. No hay claustrofobia, amigos. Incluso el Bluetooth y también al copiloto se los escucha mejor que en las chatas de mayor amplitud interior (léase Chevrolet S10, Toyota Hilux, Ford Ranger o VW Amarok). "Jacinto, ¿no te estarás quedando sordo de una oreja?", me carga C.C. cuando se lo comento.

La computadora, que se expresa con libertad y cierta audacia en una pantalla táctil vertical , nos aporta todo dato útil respecto de confort, desempeño, datos e informaciones para quienes estamos mucho tiempo arriba de las chatas: distancia, kilómetros, autonomía, consumo medio de combustible, temperatura exterior, etcétera. Eso sí, la cotización del Blue, el Contado con Liqui o el precio de la soja no te los da. Para eso está la radio.

Volviendo a lo nuestro, en visibilidad hay dos puntos clave y algo flojos: los dos parantes delanteros son un poco grossos y obstaculizan la visión en bocacalles o caminos muy trabados. El segundo óbice a buena visión es la cola levantada, que inutiliza casi un tercio del espejo retrovisor, especialmente en la ciudad ya que allí se conduce más cerca del vehículo que va delante. En el desempeño en lugares chicos o al estacionar, esa limitación se ve compensada en parte por la excelente cámara de retroceso y las ayudas sonoras de estacionamiento.

La climatización es completa y eficiente, bidireccional e independiente para conductor y acompañante, lo cual no solo agrega al confort, sino que disminuye las discusiones familiares. Solo le faltaría dos apoyavasos debajo de los difusores laterales así mantenes fría o caliente la bebida según se trate de gaseosa o mate.

La parte de atrás del habitáculo es para los chicos y olvidate de los amigos (salvo para volver de un asado cerca de casa, si no te van a odiar). Bueno, dejemos atrás las “luces de colores “ y vayamos a lo sustancial.

La Volcano 2.0 Turbodiesel 4x4 es un caño. Tiene un motorazo con una salida más que picante, a lo que ayudan las nueve marchas de la caja automática, con su variante secuencial y sus alternativas de  conducción en 4WD y 4WD Low. Les debo la evaluación de desempeño en el barro porque por acá hace tres meses y medio que casi no llueve, con lo cual estamos todos mirando para arriba implorando por agua (y también para ver si baja el dólar) Pero repito: el motor tira. Arriba de las 3.500 rpm lo pisás y parece buscar pista, mucho más de lo esperado en una pick-up compacta. La caja secuencial ayuda un montón.

El despegue generoso (213/240 delantero y trasero, respectivamente) nos adelanta que no sufrirá mucho en los huellones y se reduce el riesgo de quedar colgado, ya que además de su altura del suelo y el rodado 18", no tiene protuberancias (escape, topes de amortiguadores) que la afecten.

Otra característica destacable es la suspensión, cuestión nada menor en caminos de tierra vecinales, donde los pozos están marcados y nunca tapados. Es decir: los responsables no los arreglan. Pero por lo menos te avisan con un cartel. En nuestra pista de pruebas sobre el tramo "bumpeado" (neologismo made in Cuenca del Salado y característico por el cabeceo) se comportó como “una buena chica” y te permite tomar un trago de agua sin atragantarte.

En conclusión: parece tímida si la comparás con sus hermanas mayores, pero cuando te subís descubrís una potranca avispada, atenta, ligera y pidiendo pista. Un frenazo a 120 km/h en camino de tierra no la desvía y para derechito, no se arrastra. El Frenado Autónomo de Emergencia a veces te pega un pequeño susto, ya que en baja velocidad el freno te gana en intensidad ante un obstáculo inesperado.

Por lo que hemos visto es una excelente opción para el segmento de pick ups semi urbanas y peleará mano a mano con las Oroch, Maverik, Montana y las que aparezcan enfrente.

Lo destacable: Estética. Habitáculo y confort interior. Salida de abajo y de arriba. La caja maravillosa de 9 marchas. La suspensión. El frenado. La cámara de retroceso (a la cual se le podría mejorar un poco la iluminación). Las ayudas y conectividad en una pantalla vertical “amigable”.

Lo no tan bueno: Falta un gancho de remolque. Los parantes frontales que limitan la visión. La cola levantada que afecta la retrovisión El portón trasero, ya que en el campo no ayuda mucho al proceso de carga, siendo mejores los portones volcables (aunque en la carga urbana o de bultos chicos es buena opción).

Conclusión: La Toro no vino a la Cuenca del Salado para pasear. Vino a trabajar. Y se comportó como un vehículo placentero, muy recomendable. Materia pendiente: probarla en el barro, cuando por fin llueva.

J.C.

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C.C., O.C. y Rodrigo Barcia le llevaron la Toro a Jacinto Campos. Dejaron una chata. Se volvieron con asado y salame en la panza.
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A J.C. le gustó el motor 2.0 turbodiesel.
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Destacó el comportamiento en caminos rurales, aunque se quedó con las ganas de probarla en el barro.
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La sequía de varios meses en la Cuenca del Salado se nota en el paisaje.
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Pese a todo, en el campo el trabajo no para.
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Falucho también se sumó a la crítica de larga duración.

Semana 4 - Juan Pablo Estévez

Formar parte de la redacción de Motor1.com tiene sus privilegios. Además de disfrutar de las reuniones de trabajo -que en realidad son más bien gastronómicas- tenemos diferentes vehículos para pruebas de larga duración. Cuando supe que me iría a pasar un fin de semana a San Antonio de Areco, no dudé en reservar la Fiat Toro

Para alguien que viene de manejar un modesto VW Gol como yo (saber más), subirse a una pick-up es toda una experiencia: ya sea desde lo que se aprecia a nivel visual -en lo particular me gusta mucho el diseño-, al entrar en el habitáculo y -ni qué hablar- de cuando se pisa con fuerza el acelerador y la chata sale “con ganas”. 

Al tener una altura de 1,87 metros siempre fue fácil para mí pegarme la cabeza contra el techo en los vehículos que manejé. Esto no me pasó con la Toro: regulé el asiento en altura y profundidad de manera eléctrica, ajusté el volante y encontré la posición perfecta. Listo para la aventura, salimos con mi pareja desde desde la República de Béccar -garage oficial de la Toro- con destino a San Antonio de Areco. Encaramos la Panamericana tomando unos buenos mates y comiendo unos alfajores de maicena de antología que hicieron más que placentero el viaje: es muy cómoda la posición de manejo alta que tiene la Toro, porque ofrece un gran panorama. Aunque detecté un inconveniente en los parantes laterales: son muy anchos y obstaculizan un poco la visión cruzada. 

Mientras transcurrían los kilómetros disfrutamos el sistema de entretenimiento, ubicado en una posición vertical que me parece ideal, y que permite accionar el GPS, la calefacción (bizona, algo que suma) y el sistema multimedia: es muy fácil enlazar los teléfonos celulares y vale destacar que el funcionamiento del Bluetooth es muy bueno: los teléfonos siguen transmitiendo desde más de 25 metros de distancia, al menos en nuestro caso. 

El comportamiento en ruta fue impecable: el motor 2.0 Turbodiesel combina una elasticidad para “crucerear” junto con el empuje necesario cuando se lo necesita para hacer un adelantamiento seguro. Descansamos en Areco después de haber disfrutado el manejo. Ya en un ambiente rural, la Toro se destacó por una suspensión muy bien calibrada, sin sobresaltos. Recorrimos el centro y también pueblos vecinos: en Vagues había llovido mucho y la chata se comportó de maravilla. Sin dudas, ¡nos volveremos a ver, Toro! 

J.P.E.

08.No me podia perder la Toro y ese paisaje.
Juan Pablo Estévez eligió ruta y turismo rural para su semana con la Toro. La galería completa de fotos se puede ver acá abajo.

Estadísticas

Fecha de ingreso de la unidad: 6 de mayo (con 21.695 kilómetros).
Kilómetros recorridos en el tercer mes:1.366
Kilómetros totales desde el inicio de la prueba: 7.903
Consumo promedio registrado en el tercer mes: 7.5 L/100 km
Consumo total desde el inicio de la prueba: 7.7 L/100 km
Problemas registrados este mes: Rueda trasera derecha pinchada y reparada. Al manipular el auxilio, se rompió la traba de seguridad que bloquea el soporte de esta rueda de repuesto.

Galería: Critica larga duracion: Fiat Toro

5 Toro

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