Esta no es una crítica convencional de Motor1 Argentina. Es nuestra primera "crítica de larga duración". El objetivo es que el vehículo de pruebas permanezca en nuestras mano durante mucho más que la crítica tradicional de una semana. La idea es probarla durante varios meses, para aplicar usos (y abusos), encontrar virtudes (y defectos) que no afloran en una prueba tradicional. A todo esto se suma el hecho de que el vehículo en esta prueba de largo aliento pasará por las manos de todos los integrantes de la redacción de Motor1 Argentina.
La Fiat Toro (2021) ya la probamos con el formato de crítica convencional en las versiones TD350 Ultra (leer nota) y T270 Volcano (leer nota). El informe de nuestro primer mes con la Fiat Toro TD350 Volcano se publicó acá en junio y ahora es el turno del segundo informe mensual.
Semana 1 - Freddy Pereyra

Recibí la Toro en la República de Beccar, después de bajarme del tren Mitre, y me encaminé hacia la costa del río para detenerme a familiarizarme con el instrumental, el infotainment y las proporciones de este vehículo. Caía la luz del día y tocaba dirigirse al centro de Buenos Aires, a dar mi clase de Ergonomía en UADE. Se venía la primera prueba: estacionarla en las atiborradas cocheras la zona. Apuntamos hacia la Avenida del Libertador y dejamos que la velocidad del tránsito y de los semáforos nos fueran llevando. La radio AM nos acompañaba con las noticias y el cierre de la jornada. La cochera , muy bien: me asignaron una fácil y entró de una. Ya tendría algunas más intrincadas, pero a todas las superé sin dificultad. Los sensores de advertencia de obstáculo pueden tornarse molestos, pero son una gran ayuda.


La llevé (me llevó) a todos los lugares donde trabajo. No es un vehículo de ciudad. Tiene buen andar, buena insonorización, y la caja automática te libera y relaja: eso se disfruta sin dudas. Pero no vayas apurado hacia donde te dirijas; en eso prevalece un coche pequeño y con cambios manuales. Llevarla al supermercado es una garantía de espacio para las compras, pero adonde voy yo la maniobra de entrada -y mucho más la de salida-, son complicadísimas (Coto de Gaona, en Caballito) Por suerte no había nadie tocando bocina atrás, y pude acomodarla en tres maniobras para apuntar a la rampa de salida.

Para lo que sí está hecha es para la ruta. Y le dimos ruta. Hicimos un viaje a Tandil por la Ruta 3 hasta Las Flores, y desde ahí directo por la Ruta 30, pasando por Rauch. Vacías las dos, solo los gentiles camioneros haciendo su noble trabajo. Aquí se notan todas las cualidades y algunas pocas contras. Íbamos dos parejas y nuestro escaso equipaje para dos días, un poco de campo, sierra y aire puro. Como toda chata, las plazas traseras dejan algo que desear en el aspecto comodidad: la talla pequeña se las arregla un poco mejor, pero cuesta encontrar posición.
La tarde se fue anaranjando lentamente y el camino de ida nos permitió experimentar el empuje del turbo en los adelantamientos. Los camiones separados y la buena visibilidad, aun cuando la 30 no está demarcada, garantizaban maniobras seguras y con buen margen. Es muy bueno hundir el pie en el acelerador y sentir cómo se despierta y te da tiempo a resolver. Segundos valiosos. Las ADAS colaboran en el mantenimiento de carril y en detectar la proximidad.






Fotos de la puesta del sol y acto seguido, noche negra cerrada. La ausencia de líneas te hace depender de una buena dotación lumínica, y la Toro la trae, con sus nuevos faros LED; temperatura de color elevada, por encima de la media que circula en la ruta. Sin encandilar y con profundidad. Más metros, más segundos de decisión.
Tandil amablemente nos dio una jornada fría pero luminosa, lo que nos permitió recorrer el Triángulo de Tandil (lo que queda) sin pretender emular la fabulosa nota de C.C. cuando lo recorrió con un Mercedes-AMG (ver nota) Unas fotos por los alrededores: silos parados-acostados; piedras paradas-acostadas; y el despegue de un remolcador-planeador sobre el Aeródromo Tandil. Paisaje ondulado, colores suaves y luz lateral casi invernal con sombras largas. Cuadro completo. Amable viaje, amable Toro. Unos 1250 km, con un consumo más que moderado cuando se usa el crucero.





Semanas 2 y 3 - Jerónimo Chemes
La primera vez que probé una Fiat Toro fue en 2017 (leer crítica). En los años posteriores, probé todas las versiones con todos lo motores y cajas disponibles. La chata fue de cero una gran idea, al punto de que hoy ya los demás le plantan cara y no está sola en el mercado. Estos días que estuve con ella le hice unos 1.200 kilómetros, aprovechando para llevarla dos días a la Costa para meterla en la arena y el resto para mi uso diario en Buenos Aires, que implica tanto el centro con tránsito pesado y varias autopistas.
Primero lo bueno. La Toro sigue haciendo bien lo que se espera de ella: es práctica, ágil en el tránsito, un poco más chica que una pick-up mediana, gasta poco si no la fondeás (ahí cambia la historia) y esta última actualización la dejó mas bonita adentro que nunca, con tablero digital y la pantalla con Uconnect que va re-bien. Otra cosa que me gusta es que esta versión no trae la tapa de plástico atrás de la Ultra, que me parece mucho más bodoque y de pinta le quedaba mas fea. Hoy ya no es la más moderna, pero no luce “vieja” y el diseño exterior definitivamente es un acierto.
Todo lo “feo” lo mantiene (vean las notas) pero hay dos noticias malas y una muy buena. La cámara frontal anda mal definitivamente. De la nada y con el día claro salta continuamente el testigo de “cámara bloqueada” y el consiguiente FCW no disponible (Alerta de colisión delantera), por lo cual será algo a ser revisado en servicio cuando le toque. Esto ya me había pasado en otras Toro y en las Jeep Compass también, amén de que la calibración de las ADAS de FCA es medio “gruesa”.
La cantidad de "grillos" que salen del interior es notable. En cualquier camino desparejo ya resuena, en el empedrado hace bastante ruido y en el serrucho de Pinamar es directamente un despelote.
Pero la muy buena noticia es que mejoró bastante la calibración de la electrónica para andar en la arena. ¡Qué gran noticia! Todos sabemos que la Toro y sus competidoras son simples monocascos con tracción integral. Están a años luz de una mediana con chasis, pero además Toro tenía una electrónica puesta a punto mala, al punto que en la simple arena iba peleando contra ella misma la pobre (aún peor que la VW Amarok V6). Ahora, con la nueva calibración, si mantenés apretado el botón 10 seg se desconecta el ESP (no totalmente, pero sí mucho mas que antes) y te permite bastantes maniobras sin que se metan los frenos a opinar y te corte el motor cuando más lo necesitás.
La mejora es notable, pero igual sigue muy debajo de su prima la Jeep Compass Trailhawk y de Ford Maverick con su GOAT.
Cuando fui a la costa le bajé las gomas a 18 y en 4WD con el ESP apagado pude circular sin dramas por la parte plana de la playa (donde está permitido) y subir la salida de la Frontera con un poco de envión sin problema, al igual que la entrada/salida de Cariló hacia Gesell. O sea, el ABC ahora lo hace bien.
Mirando el mar me clavé un violento chegusán de crudo y queso con manteca que religiosamente compro en la estación de servicio del peaje de Conesa, cada vez que bajo a la costa. Es de tal intensidad que si algún vegetariano lo prueba pone un feedlot. Es tan bueno que siempre compro a la ida y a la vuelta.
Al día siguiente el tiempo estaba más lindo y me metí de vuelta a mirar el mar y tomar mate, cosa que me encanta hacer sentado en el portón, con las patitas colgando (pero como la Toro tiene ese portón de apertura lateral, hacerlo es incómodo porque quedas encajonado, las piernas tocan el paragolpes por lo cual lo hice sentado en el volante).
Al rato de estar ahí, totalmente solos, justo al lado cae una Ford EcoSport 4WD que frenó y se encajó hasta colgarse. Al ver que no podía salir, fui a darle una mano y a pesar de cavar, estaba colgada.
Como la Toro no tiene reductora, no tiene ganchos de rescate y no es un vehículo de combate fuera de camino, ni intenté sacarlo yo porque me iba a terminar encajando y rompiendo algo. Así que fui a buscar por ahí alguna chata con reductora que conseguí y gentilmente vino. Luego de unos tirones logramos sacarla y lo acompañamos a la salida para que no se encajara de nuevo, previo desinflar bien las gomas (cosa que no había hecho).
En definitiva, pasé unos lindos días y reafirmo todo lo que vengo sosteniendo. La Toro ya no es la mejor ni la mas moderna, pero se mantiene vigente.



Semana 4 - Paul "Coloflow" Szebesta
Cuando desde Redacción de Motor1 Argentina nos avisaron que habría una Fiat Toro a disposición del equipo, enseguida me fijé en el calendario del Turismo Pista, para ver a qué provincia me la iba a llevar. En esa categoría, mi productora RacingFilms realiza contenidos para pilotos y equipos, donde el espectáculo está asegurado carrera tras carrera. La categoría viene viajando mucho este año, y si bien a las carreras de más de mil kilómetros voy en avión, era la oportunidad perfecta para tener mi primer contacto con la pick-up compacta de Stellantis.
Tomé posesión de la Toro en Pacheco. Allí entregue un vehículo que probamos para el Ranking Motor1 y me encontré con Jerónimo Chemes, que había tenido la Toro en su poder. Primero charlamos un rato de nuestras cosas, ya que hacia bastante que no nos veíamos. Luego fuimos a dar una vuelta, donde me explicó los distintos sistemas de la Toro. Claro, la mayoría ni los iba usar -como el 4WD Low o la desactivación del ESP- ya que solo la iba a usar para ir y venir de Toay, La Pampa, donde se disputo la quinta fecha del Turismo Pista.
Jero me advirtió sobre lo molesto que puede ser el sistema de control de carril, el cual a los pocos kilómetros de utilizarla comprobé que es mejor desactivarlo. Lo otro que me sorprendió es lo alta que estaba la butaca. ¿Por qué manejás tan arriba, Jero? En mi caso me gusta ir lo más abajo posible y gracias todos los comandos eléctricos eso se logra fácilmente. La que se asustó un poco con las ADAS fue mi pareja, ya que la alerta de aproximación al vehículo de adelante es bastante alta, con un enorme cartel de "¡Freno!" sobre el tablero. Tranquila, Toro: esta todo bajo control.
Ya en la ruta, mi principal preocupación era por el combustible. Como sabrán, en los últimos tiempos hay graves faltantes de gasoil y no me entusiasmaba la idea de quedarme tirado en el medio de la nada. Jero me dijo: "A velocidades legales llegás tranquilo a Toay". Y así fue, con el tanque lleno en Buenos Aires, la Toro informaba una autonomía de más de 700 kilómetros. Desde Buenos Aires a Toay hay 600, por lo cual llegué tranquilo y con un cuarto de tanque sin quemar.
El viaje fue sumamente relajado. Se viaja muy cómodo en esta camioneta, con el motor a muy bajas revoluciones tal como describió Leov en su texto del mes pasado (leer acá). A su vez, es muy ágil para efectuar sobrepasos en pocas distancias, lo cual me vino muy bien debido al intenso tráfico de camiones en la ruta. También hay muy buena insonorización, aunque si transitamos un asfalto rugoso los neumáticos mixtos pueden vibrar y mandar bastante ruido a la cabina.
Con el control crucero activado a 120 km/h me dispuse a escuchar música y disfrutar el viaje. Para eso son muy cómodos los comandos que hay por detrás del volante y debajo de las levas, los cuales sirven para cambiar de canción o subir/bajar el volumen. Apenas cambiás de canción, aparece el nombre de la siguiente en el tablero. Esto me resultó muy útil ya que no necesité en ningún momento quitar la vista del camino hacia pantalla principal para saber qué iba a escuchar por los siguientes kilómetros.
También me resultó muy útil que la pantalla multimedia este en una posición vertical en vez de horizontal, ya que nos muestra el camino a seguir con mayor distancia que en una pantalla horizontal. El Apple Car Play funciona muy bien, aunque a veces no abria Google Maps y salía de la aplicación repentinamente.
Por suerte no fue un problema el combustible y el día domingo pude llenar el tanque antes de ir hacia el autódromo. Una vez finalizado el trabajo emprendí la vuelta, no sin antes fotografiar a la Toro en el trazado pampeano. Me hubiese encantado poder hacer las fotos en la pista, pero el personal del autódromo me dijo que no se podía por "temas de seguro y coso". De todas maneras antes de entrar al autódromo hay una laguna muy linda, la cual es atravesada por el terraplén de la ruta. Sin dudas que salieron mejores fotos ahí que en la pista.
El regreso fue tranquilo, con mucho menos tráfico que la a ida, por ende más relajado también. Solo hubo un percance, y fue que se elevó a tres la cifra de aves que perdieron la vida desde que pruebo vehículos para este sitio. El primero fue un búho en la recta del Autódromo de Buenos Aires, donde comprobamos la alta rigidez que tiene el parabrisas del Chervolet Camaro Cabriolet SS. El segundo fue un tero que no pudo escapar a la rapidez del Toyota GR Yaris de Mr. Black. Y la tercera fue lo que pareció ser una perdiz, que decidió cruzar la ruta sin ver que la Toro venía a velocidad crucero y que de ninguna manera iba a volantear para esquivarla. El golpe fue seco y cuando miré para atrás había un cumulo de plumas dispersas por el aire. Supuse que había pegado en el chapón de abajo, pero al detenerme en una estación de servicio no había señales del impacto. Las evidencias las pude ver al día siguiente, ya que el golpe fue sobre la parte izquierda del paragolpes, justo entre los faros principales y los rompe nieblas. El paragolpes no tiene ni un bollito.
La otra característica que me ayudó mucho en la ruta es la muy buena iluminación que posee la Toro. Con las bajas se ve muy bien, y cuando no venía nadie de frente, con las altas llegaba a ver muy lejos el estado de la ruta. Terminando el viaje, el sistema multimedia empezó a fallar: las canciones se entrecortaban y se desconectaba el Apple Car Play. Tal vez usar el modo aleatorio y pasar de canción constantemente no es lo ideal y puede marear un poco al sistema.
En cuanto los consumos, fueron similares a los que obtuvo Leov: oscilaron entre 7,5 y 7,8L/100km. Prácticamente no la usé en ciudad, por lo cual no puedo dar cifras de consumo en ese hábitat.
Para ir cerrando, me gustó bastante el producto de Fiat. Cómoda, eficiente, y con mucha tecnología que hace el viaje muy ameno. De todas maneras algo me dice que nos volveremos a encontrar. Veremos.






Estadísticas
Fecha de ingreso de la unidad: 6 de mayo (con 21.695 kilómetros).
Kilómetros recorridos en el segundo mes: 3.935
Kilómetros totales desde el inicio de la prueba: 6.537
Consumo promedio registrado en el segundo mes: 7.9 L/100 km
Consumo total desde el inicio de la prueba: 7.8 L/100 km
Problemas registrados este mes: Grillitos en el revestimiento interno de la puerta del conductor. Problemas con la aplicación Google Maps. Encuentro cercano con un ave.