Y un día me volví a subir a un vuelo internacional post-pandemia. ¿Destino? Sao Paulo, ciudad a la que no quiero ni un poquito por su horrible tráfico, smog, humedad, etc. ¿Objetivo? Probar la nueva Chevrolet Equinox que se pone en venta en Brasil en junio próximo, pero que en Argentina aún no tiene fecha de llegada ni versiones, ni equipamientos definidos. Ni hablar de precios. O sea, un viaje extraño de contenidos a un destino no muy querido. Pero nada sería como la previa lo hacía parecer.
Amanecimos en Guarulhos, en un hotel a sólo 10 minutos del aeropuerto. La mañana fue tranquila, esperando el mediodía para almorzar y salir a la ruta en las nuevas Equinox. Mientras tanto el recordatorio: probaríamos las versiones Premier y RS del mercado brasilero. Aún no están definidos equipamientos y modelos para nuestro país, pero esto sería un gran adelanto seguramente.
Somos apenas 7 periodistas argentinos y se nos suman otros tantos de Colombia. Nos piden que le demos prioridad a ellos para subirse a las RS, ya que en ese país sólo tendrán esa versión.
Llega el momento de subirnos y quedan un par de RS libres. Le hago señas a Guillermina Fossati (IProfesional), mi coequiper en esta aventura y tomamos posesión de a una de color gris oscuro. Decididamente la combinación de ese color con los detalles RS (parrilla, llantas, portaequipaje y moño en negro), le quedan muy bien.
Le pregunto a mi coequiper y arranco manejando yo. La idea es aprovechar la parada intermedia en el camino para cambiar de lugares.
Con el GPS nativo de la Equinox guiándonos, en menos de 15 minutos estamos fuera de San Pablo, por la BR-116 que nos lleva al noreste, como si fuésemos para Río de Janeiro. En nuestra Equinox suena una playlist de música electrónica muy chill out. El control de velocidad crucero oscila entre 100 y 120 de acuerdo a lo que nos indican los carteles de la ruta. Hay muchas cámaras que nos va alertando el navegador y no queremos devolver la SUV con multas.
La autopista es un billar y la Equinox lo aprovecha para mostrar un andar cómodo y silencioso. El motor y sus 172HP están ahí dispuestos, pero no hay necesidad de llamarlos con un tránsito casi inexistente.
Llegamos a nuestra parada técnica. Nos esperan con agua y sanitarios limpios para los que los necesiten. Charlando con Guille me dice “si querés seguí manejando vos, yo cebo mate”. Ante semejante propuesta no puedo decir que no, y encaramos para el segundo tramo. Justo antes de salir, se nos une Bernardo García, Brand & Corporate Communications Manager en General Motors Sud America, tal como reza su perfil en LinkedIn. Bernardo es un mexicano que ya lleva más de una década en nuestro país y es la autoridad más alta de GM Argentina en este viaje. Aprovechamos el viaje y su presencia para hablar de la realidad país, la industria y varios temas más, pero el “off the record” queda en el “off the record”. Sólo voy a decir que Bernardo tiene muy bien aprendido lo que puede decir y lo que no, y no se le escapa nada ni siquiera en off.
La autopista plana empieza a tener subidas y bajadas. Y túneles debajo de la montaña. Nos salimos y encaramos la SP-123 y la montaña se hace cada vez más presente. Es una serranía con mucha vegetación, casi tropical. Tomamos la SP-046 y ya estamos en camino de montaña. En el habitáculo de la Equinox la charla va por momentos a comparar con caminos de la Patagonia cercana a Villa La Angostura y en otros al noroeste, en la zona de Tafí del Valle. Durante el viaje cruzamos un par de veces de estado, yendo y viniendo entre Sao Paulo y Minas Gerais. Todo esto en la zona de la Sierra de la Mantiqueira, una formación montañosa que data del cretáceo, con picos de hasta 2.800 metros.
La ruta ya es un sinfín de curvas y contracurvas a lo que se suman pequeñas rectas ya sea en bajada o en subida. La caja responde bien, en ningún momento se pone tonta o boba, el cambio va siempre en el punto justo. Los 172 caballos son más que suficientes para no hacernos sufrir ni acelerar de más en ninguna parte. Tres personas, tres valijas, tres mochilas a bordo. No es una prueba extrema, pero la Chevrolet Equinox demuestra que está bien plantada.
La versión RS, además de los detalles mencionados, es 4x2 para el mercado brasilero y me animaría a decir que así será cuando llegue a nuestro país. El foco en esta versión es estético.
Espío la computadora de a bordo y nos tira un consumo de 12.2 kilómetros por litro o su equivalente a 8.2 litros cada 100 kilómetros. Nada mal para el mix que venimos metiendo entre autopista y montaña.
El cartel en la ruta indica Sao Bento do Sapucai y allá vamos. Un pueblito sobre la ladera de la montaña, a unos 800 metros de altura, y con algo más de 10 mil habitantes, aunque parecen menos. Muchas calles empedradas, varias iglesias con corte colonial. Tiene un aire a Parati, pero con mucha montaña.
Lo atravesamos a paso tranquilo, estoy buscando locaciones para una sesión de fotos, aunque sólo yo lo sé y en un rato haré oficial mi pedido.
Subimos la montaña rumbo a “Pousada do Quilombo”. Nos explicaron los lugareños que “Quilombo” se le decía al lugar donde se reunían los esclavos. Algunos libres y otros a la espera de un nuevo “dueño”. El quilombo de Sao Bento do Sapucaí estaba montaña arriba y ahí ahora hay una hermosa posada con cabañas con aires rústicos pero el mayor confort.
Llegamos, ducha y a la calle nuevamente pero ahora en combi. ¿Por qué? Porque la cena estaba programada en la Villa Santa María, lugar dentro de la bodega que lleva el mismo nombre y que produce vinos cada vez mejores en una zona que, 10 años atrás, sólo era de cafetales. Allí el enólogo de la bodega nos explicó cómo hacen “vinos de invierno” entre podas y tecnología agropecuaria. Además, nos guió por una cata de 5 varietales/productos diferentes antes de una cena a la luz de la luna y varios calefactores porque será Brasil, pero los menos de 10 grados que hacía se sentían.
La mañana siguiente, luego del desayuno, con Guille emprendimos una recorrida por el pueblo, para poder realizar un poco más de manejo de la Equinox y, de paso, contar con más fotos para esta nota que están leyendo.
Recorrer calles muy angostas y con empedrado nos sirvió para confirmar calidad de suspensiones y terminaciones. La Equinox sigue siendo una opción con buenos materiales y calidad de fabricación.
La visibilidad sigue siendo buena y las ADAS como la asistencia de punto ciego, ayudan en el tránsito. Personalmente me hubiese gustado el techo panorámico también en la versión RS, aunque sí viene en la Premier.
Volvimos al hotel, tuvimos rueda de prensa y enseguida el almuerzo. Checkout y otra vez a la ruta.
Esta vez arrancó conduciendo mi coequiper mientras yo le daba charla. El regreso lo hicimos en la versión Premier donde se destacan varios elementos orientados a una terminación más lujosa, como los parlantes Bose, la tapa del baúl con apertura eléctrica y sin manos.
El tráfico era más intenso, tanto de ida como de vuelta. Nos sirvió para volver a destacar el buen andar y la comodidad en todo momento del conjunto asiento-habitáculo. Vale la pena recordar que la Equinox fue el 2do modelo más vendido de Chevrolet en los Estados Unidos durante 2021 y el diseño actual es idéntico a la versión brasilera que llegará a Argentina.
El último tramo volví a tomar el volante yo, para llevarme una idea de la Premier. La llegada al hotel en Guarulhos nos hizo despedir de las Equinox a quienes volveremos a ver pronto pero ya en Argentina.
¿Qué tan pronto? Aún no hay fecha pero todo indica que el “final del segundo semestre” que nos comentaban antes de viajar se convertiría en un “principios de segundo semestre”. No hay nada confirmado ni off the record. Como tampoco podemos decir cuánto comimos y qué se bebió en la cena despedida en una típica churrascaria brasilera. El regreso en combi fue silencioso y tranquilo, como el andar de las Equinox por las rutas brasileras.














