Raza Fuerte a esta altura ya es una marca. Es la forma en que Ford agrupa a sus pickups, sí, sólo pickups, ya que la Bronco, por ejemplo, no forma parte del grupo. Son vehículos que calzan en ese nombre por su estructura, diseño y tecnología aplicada.

Para reforzar una vez más esa idea, Ford Argentina organizó una experiencia de dos días en Alta Gracia y alrededores, donde incluyó pruebas de manejo de Ford Maverick, Ranger y F-150 en diferentes versiones. Además, sumó algunos clientes como invitados para que disfrutaran de sus vehículos en condiciones diferentes y que también recibieran consejos y data sobre el uso de sus pickups y los distintos elementos con los que vienen equipados.

El primer día fue de travesía. Durante toda la tarde trepamos hasta los 1.100 pasando por el Pozo del Tala y subiendo dentro de un campo llamado Los Molles, todo muy cerca a Alta Gracia.

Más que camino era una huella bastante despareja con algunos sectores complicados por la aparición de piedras, algunas de cuarzo, bastante dañinas para los neumáticos si no tenemos cuidado. El ascenso lo hicimos en diferentes modelos de Ford Ranger y varias Mavericks Lariat. En mi caso compartí vehículo con un baqueano de la zona que además corre en rally provincial, el gerente de marketing de Ford Argentina, Sebastián Tourón Sarti, y el colega de Autocosmos, Hernando Calaza. Con este último nos turnamos al volante. Comenzó él en la Ranger FX4 (ver crítica) que nos asignaron y yo me ubiqué en el asiento trasero. Entre sacudones y algunos vados muy leves, comprobé que, pese a mi tamaño, puedo viajar cómodo en off road en la Ranger. El recorrido promediaba entre 6 y7 km/h de velocidad, dando una idea de lo irregular del piso y lo angosto del camino que después se hizo huella y al final casi era un sendero.

Poco antes de la mitad del ascenso nos pidieron que conectemos la doble tracción en alta para ir más cómodos. Al llegar al final comprobamos que podríamos haber llegado en tracción simple aunque seguramente en algunas partes hubiésemos patinado un poco más.

Tomé el volante a mitad de la subida, acomodé espejos y asiento y arranqué. Personalmente no había probado Ranger salvo unos días que Jero Chemes me prestó la heroica R70 de La Chata Solidaria en reemplazo de otro vehículo para que él pruebe. Al manejar en off road me di cuenta que necesitaría o brazos más largos o una regulación de volante en distancia. Si bien no me complicó porque no hubo situaciones difíciles, me hubiese gustado estar mejor “agarrado”.

En la cima de los 1.100 metros nos esperaba café caliente y alfajores y colaciones cordobesas. Sí, el off-road da hambre. Allí también comprobé que la Ranger FX4 que vino delante nuestro y a buen ritmo toda la trepada era conducida por Juana Viale, de quién ya conocemos sus grandes condiciones al volante.

Para bajar “negocié” con un colega para poder conducir una Maverick. Si bien ya la había probado durante 10 días (ver crítica), lo áspero del terreno me planteaba interrogantes sobre su comportamiento. Comenzamos el descenso y lo primero que noté es que todos los yuyos y cardos largos del camino se sienten y se escuchan mucho más que en la Ranger. “Es el despeje, estúpido” diría el meme ajustado al momento. Son 218mm contra 232mm en el caso de la Ranger. Y se notan.

Más todavía cuando llegué al primer vado, poco profundo pero lo suficiente para no ver el fondo y que un “TOC” seco me recibiera en cuanto la trompa entró en el agua. Sí, había una piedra que no se veía y nos saludó a su estilo.

El resto del descenso fue sin mayores problemas pero siempre leyendo y anticipando el camino para esquivar todo lo que asomara. Bajamos en modo “barro/piedra” de los 5 preseteos de conducción que tiene. La tracción siempre se mantuvo firme y sin mayores deslizamientos. Podemos decir que la Maverick se comportó muy bien en un terreno que no es el más cómodo para ella.

La calera

El segundo día, después de una breve visita a La Fortaleza de Oreste Berta, nos dirigimos en sendas Ford Transit a una calera. Allí se extraen 5 tipos diferentes de piedra y, según nos contaba uno de los dueños, el trabajo sobre la montaña arranca con detonaciones de explosivos para después seguir con máquinas.

En ese escenario, Ford y su equipo, crearon una pista de pruebas para los modelos más radicales: Ranger Raptor (leer crítica) y F-150 Raptor (leer crítica). ¿El objetivo? Manejar en un contexto diferente y exigirlas con obstáculos hechos a medida.

Por ejemplo: una trepada a casi 40 grados (sepan disculpar, no llevé el transportador), y un descenso igual o más empinado para jugar con el control de descenso de pendientes en la Ranger y con el freno del mismo motor-caja en la F-150.

Primero giré con la Ranger y más tarde con la F-150, donde invité a tres lectores de Motor1 a que vengan en el asiento trasero. Ellos, hijos de algunos de los usuarios de Ford invitados, dijeron que sí. Pobres inconscientes que fueron testigos de mi manejo, y de mi costado “nerd” de tocar todos los botoncitos.

La vuelta con la F-150 Raptor sirvió también para ver uno de los elementos que incorporó en esta nueva generación: la cámara delantera. Ideal para el off road, donde muchas veces no ves pero necesitás ver dónde va a pisar la camioneta. Por ejemplo, la usamos varias veces llegando a la cima de trepadas para ver dónde seguía la huella o si había otra camioneta adelante.

El fin de fiesta fue con pilotos llevando de acompañantes a los que quisieran dar una vuelta más extrema. Allí empezaron los saltos y los bramidos de los motores. Panther bi-turbo de la Ranger te queremos mucho, pero el sonido del V6 de la F-150 no tiene comparación. Cenamos en la misma cantera y volvimos al hotel cansados y con mucho polvo encima, pero con una alta dosis de Raza Fuerte en sangre.

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Maverick al agua. Los vados estaban tranquilos por la falta de lluvia en la zona.
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Los paisajes de las sierras cordobesas en todo su esplendor.
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"A volar mi amor"
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Tierra y 456HP en acción.
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Ojo, los 213HP de la Ranger Raptor también tienen lo suyo.
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Si hacés silencio, esta foto tiene sonido de V6.
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La sonrisa de Juana Viale al volante.
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Las Rangers también vuelan.
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Fila india de Raza Fuerte en la trepada.
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Y ahora de frente.
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Un rato de ocio a 1.100 metros de altura.
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No desentona, pero la Maverick pide pisos no tan desparejos.
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Un alto en el camino para reagruparnos.
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