Texto y fotos de Jerónimo Chemes
Después de haber probado la Fiat Strada 1.3 Volcano por una semana (leer crítica), le tocó el turno a su hermana más barata: la 1.4 Freedom.
En general, los saltos de algo “barato” a “tope de gama” suelen ser enormes en seguridad y equipo, sin olvidar que donde más se nota es en el “look and feel”. Es, decir en lo que te transmiten al primer golpe de vista, ya que por lo general las baratas son despojadas y no lucen.
Toda la información sobre la nueva Strada ya se publicó en esta sección. En esta nota nos vamos a centrar sólo en esta versión Freedom, que tiene un precio de lista de 1.244.700 pesos. La crítica completa se reproduce a continuación.
POR FUERA
Simple: me encanta como quedó. La Freedom luce “power”, entra por los ojos sin pensarlo.
Las diferencias son las llantas (me gustan más en la Freedom), en el techo trae un pequeño aplique tipo “alerón” (que me gusta mucho más que todos los plásticos de la Volcano), las ópticas tienen luces comunes. La parrilla es negra y no trae la barra de San Antonio, aunque podés apoyar algo alto sin tocar la chapa, ya que el “aleroncito” sobresale hacia atrás. Las gomas son de asfalto y el auxilio sigue estando demasiado expuesto (hay que ponerle un candado porque como todos los auxilios de chatas, te lo van a querer robar).
En el lateral, pierde la vagueta negra abajo. No trae sensores ni cámara. Por abajo es igual a su hermana. Veredicto: la Freedom me gusta más que la Volcano.
POR DENTRO
Adentro repite todo. La gran diferencia es que, en la consola, no está la pantalla táctil: sólo un buen estéreo con Bluetooth. Además, el volante no está revestido.
El tablero es igual y tiene las mismas funciones. Los tapizados son buenos, pero todos de tela, no hay “cuero ecológico”. En el medio de los asientos delanteros no está el puerto USB adicional, pero sí hay un posavasos. Es mejor para mí, porque el USB se iba a comer todas las patadas, estaba muy expuesto. Las alfombras de goma no son de buena calidad en este caso. En el techo, la misma luz delante de calidad dudosa y que no ilumina mucho.
Atrás es chica, ya lo dije. Los tanos están a full: descubrí que trae otra banderita italiana en el forro de la palanca de cambios. No recuerdo haber visto ese detalle en la Volcano, tal vez se me pasó. Falta que vengan con spaghettis en la guantera o algo así (mientras no venga con el pobre Mattia Binotto) para cantar el himno tricolori.
Todo es simple, pero está bien terminada y esta bueno estar ahí adentro, especialmente adelante (atrás es chica). Veredicto: Bueno (en calidad, muy bueno).
SEGURIDAD
Se terminó eso de “la barata viene pelada”. Es igual a su hermana mayor en equipo, pero no tiene lo siguiente: luces de led (las halógenas iluminan lo justo, con los excelentes faros de la Volcano), cámara de retroceso, sensores estacionamiento y dirección eléctrica (es hidráulica).
En cuanto a los dispositivos de seguridad, es igual que la Volcano. Veredicto: extraordinario.
MOTOR y TRANSMISIÓN
Acá hay que detenerse. El Firefly 1.3 8v (99 cv y 127 Nm) de la Volcano es excelente: barato de mantener, ágil y poco gastador.
La Freedom trae un motor viejo, querido y conocido. El Fire Evo 1.4 8v (85 cv y 121 Nm) de Fiat. La gran diferencia es que tiene distribución por correa (cadena en el Firefly), algo que no me simpatiza, pero es muy sencilla y barata cambiar. La mecánica Fiat, en general, es recontra simple y -dentro de todo- poco costosa.
La gran diferencia es cómo anda. Si bien la Freedom es apenas más liviana que la Volcano, el 1.4 no es tan ágil como el 1.3. La diferencia de burritos se siente. Pero ojo: de ninguna manera podemos decir que el motor “no va”.
Es un poco más lenta acelerando (13.7 segundos, de cero a 100 km/h) y en velocidad final llega a 162 km/h. Casi lo mismo, sólo que tarda un poquito más en alcanzarla. De todas maneras, estamos hablando de valores totalmente aceptables y razonables para una pick-up de entrada de gama, que no es para correr.
Los consumos son muy parecidos, salvo que a mayor velocidad la Freedom consume un poquito menos: gasta 8 l/100 kilómetros en el mixto de ciudad y autopista. A 80 km/h a 2600 rpm, 4.2 l/100. A 120 km/h a 3750 rpm, 7.5 l/100.
Nuevamente hablamos de nafta súper. Todos sabemos que, a pesar de perder la garantía, a miles de motores 1.4 de Fiat los dueños le van a poner gas natural comprimido (GNC). Si el equipo está bien instalado, es un motor que tiene buena fama de aguantar bien el gas.
La agilidad sigue siendo su fuerte en ciudad, aunque es menos picantito que el 1.3, que sube de vueltas más rápido. De todas maneras, nadie se podrá quejar: cumple.
En ruta, sí hay diferencias: la quinta es para crucerear, pero la cuarta no es tan devastadora como en el 1.3. De nuevo, no es un problema: el motor la lleva, sólo que no es tan histérico. Cargada con peso, es más remolona, hay que esperarla. Los kilos no le duelen tanto como a la Fiat Qubo, pero el pequeño 1.4 pone todo para responder. Llega a la velocidad que quieras ir: sólo le lleva más tiempo alcanzarla. Más que nunca, no es para correr ni tiene tendencia deportiva. Es para “ir”.
Disfrutala entre 100 y 120, que no se siente, no gasta nada y viajás a velocidades legales. No se va a romper nunca. Veredicto: Bueno.
COMPORTAMIENTO
En la Freedom el andar también es durito. Se la siente robusta en el asfalto detonado de nuestras calles. La dirección se siente más pesada, pero es una sensación, porque la dirección eléctrica de su hermana Volcano es tan buena y liviana que después todo te parece peor. Es como acariciar un conejo bebé y después un gato común. Ambos son suaves, pero el conejo bebé no tiene igual (iba a poner otro ejemplo, pero se van a enojar).
En ciudad sigue siendo un placer y, a pesar de no tener sensores ni cámara, es fácil de maniobrar porque cabe en todos lados. La Freedom trae neumáticos HT de asfalto. En mojado van mejor que las mixtas, de todas maneras, reitero que hasta 120 anda perfecto (y no gasta nada), más allá puede, pero se siente incómoda: como político cuando promete cosas que después no pasan.
Esto es una pick-up de entrada a gama (como nuestros políticos en general), pero la Freedom sí cumple lo que promete. En el barro hay que manejarla con pata a fondo y llevarla con muñeca. No tiene chasis de largueros ni doble tracción ni reductora ni bloqueo de diferencial.
En el barro anda mejor la nueva Strada que la Toro que es caja automática, no tiene baja y no desconecta la electrónica. En la Strada todo es palancazo, fierro y sin niñera electrónica. Sólo hay que saber llevarla. No trae el antiguo y excelente locker y no tiene ningún gancho de rescate (ni adelante ni atrás).
Cuando probamos la Toro Freedom manual, el embrague ante el mínimo esfuerzo se calentaba y largaba olor a quemado notoriamente (leer crítica).
Con la Strada hice la prueba de sacar una Ranger vieja encajada en un pozo. Peso muerto. Mas peso y más trabada que el Civic de aquella anécdota con la Toro. Sumemos que la Strada tiene 100 caballos menos que la Toro y es 4x2, por lo cual tenía todas en contra. Enganchamos, control de tracción afuera, un par de tironcitos, pata a fondo mal y la desencajó perfecto.
El embrague ni se enteró. Y eso que le costó. Pero el embrague no acusó recibo y eso que estaba en el barrito y patinaba de lo lindo. Lo sostengo años después: el embrague de la Toro manual (ya discontinuada en Argentina) estaba subdimensionado. El de la Strada va perfecto.
CONCLUSIÓN
La Strada Volcano es muy buena y tiene buen precio (de lista, algo que hoy es casi imposible de conseguir) para lo que ofrece. La Strada Freedom vale aún menos, pero no pierde nada importante. Tenés seguridad, calidad, buen equipo, una buena caja de carga, una mecánica confiable, un mantenimiento ridículo y un diseño que enamora (aún sin ser tope de gama).
Si te quedan dudas, andá al psicólogo o al concesionario a probarla. Si la compras, no te vas a arrepentir. La nueva Strada es una gran compra.
J.Ch.
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