Texto y fotos de Carlos Cristófalo
Para mí, fueron tres meses sin manejar. Para ella, tres meses de apenas encender el motor una vez por semana. La Volkswagen Amarok V6 258cv Black Style fue el último vehículo que ingresó al garage de Autoblog antes de la cuarentena por el Coronavirus. La historia de cómo quedó atrapada en la pandemia la conté acá.
Y, en los dos días previos al inicio del aislamiento obligatorio, llegué a probarla en ruta y ciudad. Esa crítica 100% sobre asfalto se publicó acá.
Por ese motivo, desde que Autoblog consiguió el permiso para volver a probar autos como una excepción dentro de la Cuarentena (leer Protocolo Covid-19), decidí darle la despedida que se merecía el vehículo de test drive que más tiempo pasó en mi garage: la ensucié un poquito y la manejé en off-road.
En estos tres meses nunca me alejé a más de 10 cuadras a la redonda de mi casa en la República de Béccar. Sólo lo hice para las “compras esenciales” y los 500 metros de ejercicio que autoriza la Municipalidad de San Isidro.
Por eso, cuando tuve todos los permisos en regla, me subí a la Amarok, abrí el portón y salí a manejar con la misma adrenalina apocalíptica de Will Smith (y su Shelby Mustang) en “Soy Leyenda”.
La primera sensación fue frustrante: el mundo exterior había cambiado poco y nada.
Me encontré con menos tránsito, por supuesto. Y muchos más controles policiales, desde luego. La gente anda con barbijo, obvio. Pero, más allá de eso, nada de zombies ni de destrucción (sin contrar de los que generan los políticos de turno, claro).
El único gran cambio fue estacional: la última vez que había manejado era verano. Y volví a la ruta en un día gris, con neblina invernal.
Los primeros kilómetros en ciudad, hasta salir a la ruta, sirvieron para que la Amarok y yo nos reconociéramos. El día anterior la había lavado y aspirado por completo, como pidiéndole disculpas por tantas semanas de abandono.
Es lindo volver a manejar, sobre todo cuando el reencuentro es un vehículo tan cómodo y con una posición de manejo excelente. La butaca ErgoComfort es como el abrazo de un amigo, de esos que por ahora está prohibido dar.
Ruta, control policial, peaje, control policial y autopista. ¡Ahora sí! El motor ya había alcanzado la temperatura ideal. Y yo también. El V6 empujaba de una manera hermosa. No había nadie en el camino. Así y todo, decidí ir tranquilo: hacía tres meses que soñaba con volver a manejar. Iba a disfrutar cada kilómetro.
No entré en ninguna ciudad. Sólo paré en los peajes. Dos horas después, estaba en el campo. En el medio de la nada. La niebla había aflojado, pero el cielo estaba tan negro como esta Black Style. ¿Te acordás de los stickers con los que me la entregaron? Se los saqué, para que la carrocería luciera en toda su oscuridad.
La noche anterior había llovido un poco, se notaba en algunos charquitos. Pero el camino de tierra estaba seco y desierto. Húmedo, sin polvo en suspenso, pero compactado y sin barro. Ya sabía que la Amarok V6 258cv acelera en el asfalto de 0 a 100 km/h en 7,6 segundos.
¿Y en la tierra? Un bestia también: 8,0 segundos clavados. Es mérito del motor, con mucho torque en baja, pero también de la tracción permanente en las cuatro ruedas y de la caja automática de ocho cambios.
El andar por los caminos rurales es estable, incluso a buen ritmo, pero la chata no se siente cómoda. Todo el confort y la suavidad que tiene en la ruta se pierde por completo apenas aparecen pozos, serruchitos y huellones.
Es culpa de los neumáticos. Los Bridgestone Dueler 255/50R20 son excelentes en el asfalto, pero el perfil es muy bajo para el off-road. El dibujo tampoco ayuda cuando aparece un poco de barrito: la banda de apoyo se empasta con rapidez. Quedan lisos, por completo.
A eso sumale que la Amarok V6 no ofrece ninguna versión con caja reductora. Son todas automáticas y sin baja. Se sabe que los ingenieros de VW Argentina desarrollaron hace tiempo una V6 con caja manual y reductora, pero la producción y comercialización nunca recibió la “luz verde” en Pacheco.
El motivo: desde el área Comercial aseguran que “en el mercado no hay demanda” para una V6 Manual con baja. No coincido. La competencia de VW tampoco coincide. Las dos rivales directas de esta Amarok V6 sí tienen reductora: Toyota Hilux V6 (leer crítica) y Ford Ranger Raptor (leer crítica).
Más allá de eso y de la incomodidad del andar, el chasis y el motor se disfrutan mucho en terrenos deslizantes. En ripio es un placer llevarla al límite: las reacciones son previsibles, derrapa de manera muy controlable y las situaciones complicadas se solucionan fácil: levantás un poco el pie derecho y se acomoda sola.
Lo único que tenés que recordar que, además de no tener reductora, el despeje de la Amarok tampoco es el más generoso: sólo 226 milímetros, casi lo mismo que una EcoSport. Esto hace que tenga un centro de gravedad más bajo -lo que contribuye en mucho la estabilidad-, pero también queda más expuesta a “fondear” en algunos pozos, huellones y vados.
No descubrí nada nuevo en esta segunda parte de la prueba de la V6 258cv, apenitas demorada por una pandemia. Incluso confirmé lo que ya había experimentado antes: el consumo se redujo un poco con respecto a la Amarok V6 224cv (ver ficha técnica y mediciones).
Sin embargo, este regreso a las rutas me permitió corroborar algunas ideas: Argentina es un país inmensamente maravilloso para salir a manejar. Tan lindo que se extraña horrores cuando pasás un tiempo sin salir a los caminos. Y no hay mejor vehículo para disfrutarlos que una buena pick-up. Hoy puede ser una Amarok, con un motor brutal. Tal vez mañana me toque una camioneta más humilde y menos potente. La voy a disfrutar igual.
Porque nada se integra mejor al paisaje de este país como una pick-up. En la adaptación argentina de "I am Legend", no hay dudas: Will Smith andaría en chata.
C.C.
Aclaración: Prueba de manejo realizada con la autorización del Gobierno argentino (leer Protocolo Covid-19)
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