Texto y fotos de Orly Cristófalo
@OrlyCristofalo
Ser crítico de Autoblog es una tarea complicada. Siempre quise decir eso y, sobre todo, dejarlo escrito. Tengo la fortuna de manejar autos prestados y poder escribir sobre ellos. Todo eso mientras hago mi trabajo real, que es tratar de hacer sobrevivir a una agencia de marketing digital, en este hermoso país, desde hace más de siete años.
Los autos, las fotos, son mis descargas a tierra. Los mensajes de C.C. del estilo: "¿Estás para unas fotos?" o "¿podés probar tal auto en tal fecha?" se hicieron cada vez más normales y seguidos. Jamás le dije que "no" por dos razones: es mi hermanito menor, tengo que cuidarlo (?), y me apasionan tanto los autos como las fotos.
Nunca tuve un auto prestado por una terminal más de 20 días. Los récords están en poder de la Fiat Toro Volcano 2020 (leer crítica) y la Kia Sportage 2019 (leer crítica). Pero, pandemia mediante, lo que iba a ser un préstamo "normal" de siete días se transformó en casi una "toma de posesión", que ya lleva 65 días y promete extenderse.
A continuación, una serie de relatos inconexos de cómo es tener el auto perfecto para este extraño 2020 (y casi no poder usarlo).
"Quedátelo: ya veremos cuándo lo traés"
Esa fue la frase que apareció en mi Whatsapp del Gran M.S., responsable de flota (entre otras cosas) de FCA Argentina. Me lo mandó el 19 de marzo, cuando comenzaba la cuarentena.
En mi garage estaba el Jeep Wrangler JL Sahara Unlimited Overland que manejé, probé y escribí para este blogcito hace dos meses (leer crítica convencional).
Si leyeron esa nota, sabrán que soy un fanático de Jeep desde hace muchos años, cuando me compré mi primer auto: un Willys (leer historia). Extender el préstamo del Wrangler dibujaba una sonrisa automáticamente en mi cara. Pero, ¿para qué?
Las primeras noticias llegaban: nada de circular libremente por rutas y calles. Nada de actividades el aire libre. Ni siquiera una sesión de fotos. Nada. Simplemente: nada. Tracción integral y 285 caballos listos para... quedarse quietos.
De repente llegó el mensaje de salvación: "No fuimos al súper y, si nos tenemos que quedar encerrados, hay que comprar varias cosas". La voz de mi mujer sonaba a liberación, a una ruta al paraíso, aunque fuesen sólo cinco kilómetros de ida y otros tanto de vuelta, para abastecernos al menos por una semana. Dato: no tengo heladera ni freezer muy grandes, por lo que las compras voluminosas no son compatibles con mi capacidad de conservación.
La ¿suerte? me acompañó y una lluvia torrencial nos esperaba a la salida del híper con nombre francés. Como buen caballero, me encargué de llevar las compras hasta el Wrangler, acomodar todo e ir a rescatar a mi doncella, que me esperaba bajo techo. Sí, en esos días, todavía no entraba en vigencia el pedido de salir de "a uno" por familia.
Volví con cara de feliz cumpleaños por estar manejando un Wrangler en medio de una tormenta y una pandemia mundial. Y por una avenida asfaltada, claro. La cuarentena recién empezaba, pero ya mostraba sus efectos en mí.
Entrar y salir
Mi garage no es tan amplio como el de C.C. (ver fotos), pero el Wrangler cabe -digamos- cómodo. En la misma entrada del garage, sobre una de las paredes laterales, hay un aro de basquet que lleva ahí más de 15 años. Lo instalé yo y ya va por tres niveles de altura, que fue cambiando de acuerdo al crecimiento de mis hijos.
El aislamiento y el creciente fanatismo por la NBA de mis niños (18 y 21 años), "boosteado" por la llegada de The Last Dance (el documental sobre la última temporada de Michael Jordan con los Chicago Bulls), hizo que también volvieran las ganas de tirar al aro. De ahí al "Torneo Cuarentena de 21" había sólo un paso: sacar el Wrangler del medio.
Así es como, todos los días, el Jeep se pone en marcha, hace unos 10 metros marcha atrás para salir y, un rato más tarde o cuando tenga ganas, vuelve a hacer los mismos 10 metros para adelante.
¿Cosas que empecé a notar en esos metros diarios? El arranque a distancia hace que el motor se ponga en marcha con "cebador" y, al cabo de un minuto o dos, baje mucho las RPM para quedar regulando.
Más: la animación en el centro del tablero de instrumentos al arrancar, me hipnotiza. Es tan simple como un frente de un Willys que pasa a ser el del Wrangler, pero ahí estoy, tratando de no perder esos 2/3 segundos que dura. Que no importa el frío, el calor o la distancia, siempre tengo ganas de sacarle el techo, aunque sea para hacer 10 metros.
La última: el consumo. Prender, mover 10 metros, apagar, no es la mejor forma de ahorrar combustible. Menos todavía hacer trayectos cortos y urbanos. El Wrangler debe haber recorrido 20 kilómetros, con suerte, en autopista durante los últimos 65 días. ¿Resultado? El promedio de consumo viene en 22.2 litros cada 100 kilómetros. Ouch.
Jeep Office
Tenemos la fortuna de no haber sufrido cortes de luz en casa (por ahora), pero más de una vez pensé en irme a laburar un rato desde arriba del Wrangler. ¿Cuál es la relación? Tan simple como recordar que tengo un toma de 220v en la parte trasera.
Lo probé para la foto que ilustra la nota y me quedó un poco incómodo, porque el enchufe de la MacBook no es precisamente cómodo para ningún cargador en particular. Tengo pensado hacer mi próxima reunión por Zoom desde los asientos traseros, si la señal del WiFi me acompaña.
El carrito del súper
Soy el encargado de las compras en mi casa. Eso significa un montón de tareas titánicas, como no errarle en la versión del dulce de leche (Colonial o Clásico para mí siguen siendo lo mismo), hasta lidiar con gente que no sabe cómo ponerse un barbijo ni conservar la distancia social.
Sabiendo que el Wrangler iba a pasar unos días con nosotros, aproveché para mandar al mecánico mi auto particular y hacerle un poco de mantenimiento que necesitaba, con lo cual el JL se convirtió en mi vehículo para las "compras esenciales".
En cuarentena pasa a ser toda una aventura transitar por calles y cunetas, buscar estacionamiento (no siempre voy a grandes cadenas, también elijo los comercios del barrio), cargar el baúl, etcétera.
Tips útiles y que nadie nunca jamás te va a dar en un "test" de un Jeep Wrangler: el maple de huevos entra perfecto en el piso de las plazas traseras, que es bien plano. La inclinación de la base de los asientos traseros son ideales para que puedas apoyar algo y que no vuele en una frenada (no está bien llevar cosas sueltas, yo las pongo en el baúl o las ato con el cinturón).
El más mirado
Sin duda alguna, cada salida con el Wrangler JL me ha dejado en claro algo: es el vehículo que probé para Autoblog en el que más me han mirado. Sí, es imponente, gris, alto y ancho, pero no deja de sorprenderme cómo lo miran por la calle. Más aún tratándose de un vehículo visto por demás en la Argentina, más allá de sus versiones y modelos.
En las últimas semanas y con algunas lluvias y lloviznas de por medio, el color gris se ha apagado un poco, por la mugre. Los lavaderos están cerrados y un periodista amigo tuiteó que no se podían lavar los autos en la puerta de casa, por lo que el Wrangler, por el momento, seguirá haciendo una de las cosas para las que fue preparado: ensuciarse.
Lo que sigue
Estoy esperando que nos permitan salir a hacer kilómetros libremente. ¿Devolverlo? No, ni de casualidad. Necesito ir a un camino de tierra. Volver a divertirme con el Wrangler antes de que FCA me mande un patrullero a casa.
Aunque, pensándolo bien: ¿no necesitarán un influencer "novato" para que luzca el JL en sus redes sociales? Los dejo, voy a subir una foto de mi Wrangler a Instagram. Así sumo likes.
O.C.
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Listo para salir de compras. La gorra "Rubicon Trail" al tono es gentileza de C.C.

Alcohol en gel a bordo. Casi que deberíamos exigirlo como elemento de serie de ahora en adelante.

Reja de por medio mirando al Wrangler en la posición que más repitió en los últimos 65 días: parado.

Primicia mundial: el maple de huevos calza genial en el piso de los asientos traseros.

Atardecer que cae mientras voy a llevarle víveres a mi madre. No pongo la edad porque se enoja.

Kit completo. Máscara, barbijo, alcohol en gel. Tengo guantes, pero no los uso.

La puerta trasera es muy cómoda para la carga, aunque necesitás espacio para el ángulo de apertura del portón.

¿Montañas? ¿Off Road? No, estacionamiento de supermercado.

Jugando con el otoño y la forma Jeep del faro.

Un perfil de Willys y una hoja caída.

El Wrangler JL saliendo de casa para dejar lugar a una nueva fecha del torneo de 21.

Hay pandemia, pero este crítico no pierde el romanticismo cuando sale de compras.

Acá, probando la capacidad de vadeo de hojas otoñales. Comenten.

El estadio y la gente que quedó afuera.

La puesta en marcha a distancia es un chiche ideal para que el habitáculo tome temperatura antes de que subamos.

¿Ladrones? ¿Mafiosos? No, la familia Cristófalo en pandemia.

Antes de la Cuarentena. Probamos el nuevo Jeep Wrangler JL Sahara durante una semana. Leer crítica.