Texto de Carlos Alfredo Pereyra
Fotos de Valentina Pereyra y Freddycam

Veinte años pasaron para regresar a Ushuaia. Los conté. Aquella vez fui acompañando a una caravana de camiones que se presentaban por todo el país. Por aquél entonces estaba a pleno ejerciendo mi rol de cameraman/director y sólo estuve unas horas en la lejana capital de la isla de Tierra del Fuego. Me bastaron para enamorarme de esa ciudad, fue allá por marzo otoñal, una estación que te ofrece una sinfonía de colores en la vegetación, engamados en tonos de amarillo, naranja y rojo. Cumplimos con el cometido de aquél periplo, alcanzamos el extremo Sur de la Ruta 3 (Km 3079) y unos días después haríamos lo mismo al Norte del país: tocamos La Quiaca. Veintinueve días en camión, para darle la vuelta a la Argentina.

En este viaje de febrero de 2020 arribé a esta provincia acompañado de mi familia. Concretarlo era un viejo anhelo: regresar a un lugar mágico, celebrar una fecha especial, pasar nuestras vacaciones, y visitar un lugar que está fuera de alcance para muchos de nuestros compatriotas.

Hubo mucha colaboración para que este oneroso destino turístico internacional se nos ponga a tiro. El generoso ofrecimiento de un viejo amigo para disponer de un lugar para la estadía, una diligente gestión para hacernos de un vehículo por unos cuantos días, y una temprana oportunidad para adquirir los pasajes de la aerolínea de bandera a través de una oferta. No faltaron los consejos y recomendaciones de otros viajeros y residentes, quienes sumaron sus aportes para hacer que este viaje resultase redondo.

Vuelo perfecto en un Boeing 737-800, saliendo desde Ezeiza a las 4:15 am, y arribando al aeropuerto Malvinas Argentinas de Ushuaia a las 7:20hs, demasiado temprano para ir a buscar la movilidad a la concesionaria. Al entrar por aire a esta única población trasandina en nuestro país, uno se encuentra generalmente con un cielo de nubes algo bajas que complican la aproximación final. Ya sobre el Canal Beagle salimos de esas nubes y de repente teníamos montañas a ambos lados, el anchísimo canal debajo, y se podían ver una cantidad de casas y hoteles coloridos a estribor (a la derecha), que están colgados de las montañas. Llegamos a Ushuaia, y justo antes del descenso final para tocar tierra se apreciaba el viejo aeropuerto (hoy convertido en aeroclub), como testimonio de los arriesgados aterrizajes que tenían lugar en esa corta pista. La actual estación aérea, habilitada para vuelos internacionales, incluso supo recibir más de una vez al supersónico Concorde.

La ciudad despierta temprano. El verano brinda una extensa jornada con luz diurna: a finales de febrero amanece 6:40 y el sol se pone 20:50. Suficiente tiempo para gozar de un atardecer eterno de sombras largas. Para fotografiar autos, personas o paisajes: un lujo. Cualquier foto sale bien. Lloviznaba ese primer día (todos los demás también), pero uno sabe que la latitud y la ubicación de esta isla la ponen en el centro mismo de enormes generadores de clima: Antártida, Cordillera de los Andes, además del tempestuoso encuentro entre los océanos Atlántico y Pacífico en el cercano Cabo de Hornos. El servicio meteorológico te tira los pronósticos, y acierta. Pero en un día es posible tener las cuatro estaciones. Y viento, mucho viento.

Fuimos a buscar nuestro vehículo; una Haval H2 1.5 T Luxury Auto 4x2; una vieja conocida de los lectores de Autoblog. El enorme Jero Chemes supo manejarla, y su crítica podría firmarla al pie yo mismo. Ratifico punto a punto lo que él escribió (leer acá).

Solo voy a decir, y volveré a afirmarlo, que me sorprendió gratamente este producto de origen chino. Supera en todo a las ofertas de su categoría del Mercosur, ya que cuenta con un completo equipamiento para hacer más agradable y seguro el viaje (tiene cinco estrellas ANCAP, Australasia New Car Assessment Program). Su aspecto exterior no presume de líneas de carácter muy marcadas, pero en el interior uno se encuentra con un coche que tiene lo necesario para hacerte muy llevaderos los trayectos.

Tierra del Fuego no cuenta con rutas muy extensas y los recorridos son relativamente cortos, pero inmediatamente de andarla por caminos de montaña asfaltados pude comprobar que con sólo ajustar bien la butaca (de accionamiento eléctrico) podía encarar hacia la balsa y cruzarla al continente, para pegarle derecho hasta Buenos Aires.

Su transmisión automática y motor (con seteo por defecto tras la puesta en marcha) te ofrece la opción de conducción estándar, contando con otras dos: económica y nieve, por lo que sólo es accionar el botón de encendido y ya estás en viaje. Ushuaia enseguida te pone a trabajar, ya que las pendientes hacia la Cordillera son todas pronunciadas. Ahí mismo seleccionás con la palanca la posición D y seguidamente la volcás hacia la derecha. Ese es el modo secuencial, el cual te va a dar la oportunidad (si el programa está de acuerdo) de que entren las marchas ascendentes; o las descendentes y utilizar el freno de motor para cuando el camino se inclina demasiado.

En alguna oportunidad encaré directamente (por distraído) una de estas calles en subida, con la palanca en automático y la Haval se me negó. Rápido de reflejos mandé la posición a secuencial y rebajé. Enganchó la primera y subió como un cohete.

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La Haval H2 fue probada por Autoblog en marzo de 2019 (leer crítica).

Calles con pendiente muy pronunciada hacia la cordillera, cruceros enormes en el puerto y muchos cables cruzándose en las tomas que podés lograr en Ushuaia.

Dos buses Routemaster double decker con volante a la derecha recorren la ciudad en city tours desde 1999.

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El mundo automotor

El parque automotor de la isla de Tierra del Fuego es joven y variado. Aquí conviven productos nacionales, Mercosur e importados de todo el mundo. A eso se suman los autos que llegan transitoriamente, los cuales provienen de lugares cercanos como Chile (y otros sitios insospechados, de turistas aventureros). Hemos visto patentes que no pudimos determinar su origen. Alcanzar este extremo del mapa es un desafío para muchas personas, y acuden en lo que tengan a mano, o sobre lo que su bolsillo les permita. Hay lugar para todos y las opciones se multiplican.

Por las calles te das cuenta de que estás en Argentina por los centenares de banderas y las iconografías de las Malvinas, pero lo que rueda allí muestra que pertenece a otro ecosistema automotor. Se percibe una competencia que no es sólo por precio o disponibilidad, y los representantes de las diferentes marcas tienen un buen estímulo para competir. Hay productos y compradores para todo tipo de gusto o necesidad.

Todo lo que rueda te llama la atención. Ves ciclistas, motociclistas, gente de a pie que se sube a 4x4 para off road extremo con conductores locales; hay muchos citycars (especialmente Hyundai Atos o i10) y una sorprendente cantidad de Chevrolet (Corsa) Classic dedicados a taxi; aunque no faltan otros de diversas marcas. Un garage bastante visto en casas de familias con mejor pasar es un Smart, al lado de una SUV coreana.

Otra fauna es la de los vehículos de trabajo, donde predominan las Hilux, Frontier y otras pickups de distinto origen (también muchas chatas midsize eternas, de diversas marcas y años). Sobreviven estoicamente algunos autos viejos (de cualquier origen) que muestran en sus bajos la carrocería carcomida por la sal que se echa en las calles cuando hay hielo y nieve. Realmente se ponen a prueba en todos los sentidos.

El transporte público está compuesto por colectivos con motor delantero y carrocerías nacionales (camión disfrazado de ómnibus), en tanto que los buses de gran porte y de larga distancia son de piso elevado (no se ven doble piso), con carrocerías producidas en territorio argentino, más otras unidades de diverso origen que provienen de Chile. Los únicos doble piso que hemos visto son los viejos Routemaster británicos, que entraron en los noventa, convertidos para city-tours.

Hay furgones, hay minicamiones y se destacan los reyes del camino: los camiones a los que ves cerca del puerto y en la ruta. Juro que no vi ningún 1114, ni otras piezas fósiles que sólo deberían estar en museos. Estos son tractores con semirremolque y carga general, mucha va y viene en contenedores al puerto de Ushuaia. También se mueve combustible líquido, ya que los barcos y aviones son grandes demandantes.

Hay servicios al continente, que cruzan el estrecho de Magallanes, operados por balsas chilenas. Sí, el pasar a territorio argentino continental exige hacer aduana y surcar las aguas del canal, pasando antes por territorio chileno: la Isla Grande de Tierra del Fuego esta compartida entre estos dos países.

El tránsito de barcos en el Beagle se muestra muy intenso en la temporada de cruceros. Los hay de todos los tamaños. Son naves gigantescas, hoteles flotantes que se amarran a ambos flancos del muelle. Desde sus entrañas afloran contingentes de turistas, los cuales exprimen los pocos días que el barco permanece en puerto. Ciertos de cruceros se inician en Río de Janeiro, tocan Punta del Este, pasan por Buenos Aires y continúan por Ushuaia. Las ciudades que siguen son Punta Arenas y Valparaíso, en Chile, con lo cual uno puede subir o bajar de los barcos en cualquiera de estas paradas del derrotero bioceánico. Algún resabio del conflicto territorial y marítimo del año 1978, entre Argentina y Chile, es que las naves atraviesan el Beagle con practicaje de origen argentino, si cruzan del Atlántico hacia el Pacífico. Y, si la dirección es contraria, los prácticos son chilenos.

Por aire, por tierra o por agua: uno se encuentra con vehículos de la más actual tecnología. Es un cuadro muy diferente a lo que se ve en otros puntos de la Argentina continental. Me recordó al desembarco del Rally Dakar, que íbamos a ver todos los años, para estar cerca de lo más nuevo del mundo automotor.

Más allá de las ventajas impositivas y de los vehículos foráneos, es una imagen que es digna de atención, ya que uno puede verdaderamente elegir sobre qué medio de transporte moverse. Se priorizan las prestaciones, la seguridad y el estilo. El precio y el servicio de posventa es una consecuencia o un espejo de todo lo anteriormente enumerado. Hay una refinada cultura de la movilidad. Es una auténtica Isla del Motor.

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Una reliquia fueguina de la importación del 79. Un American Motors Concorde en estado bastante digno, estacionada en el museo marítimo de la Carcel de Ushuaia.

Todo sirve a la hora de encarar hacia Ushuaia. Esta Citroën Acadiane chilena lo atestigua muy bien.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Un Agrale Marruá suele verse, configurado para llevar turistas a travesías 4x4, otros vehículos off road salen de la ciudad con idéntico propósito.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Todo vale para llegar a Ushuaia. Esta familia eligió bicicletas para recorrer los Andes desde Perú al extremo sur.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Motorhome Toyota (quién sabe de qué país) parada cerca del supermercado. Aprovisionarse y a seguir viaje.

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Parque Nacional Tierra del Fuego

La primera salida fue hacia un destino con múltiples opciones. Cerca del centro de la ciudad y en dirección Sur se encuentra el tramo final de la Ruta Nacional 3. En esos últimos kilómetros vas a encontrar Bahía Lapataia, y el hito que te indica que ahí se terminan los caminos. Para llegar, la ruta se convierte en un camino de tierra bien compactado y firme. Nuestra SUV con rodado 235/55R18 se sintió muy a gusto. Con las ventanillas cerradas y el climatizador, no entró el polvo y la rumorosidad estaba superatenuada.

Así llegamos a la primera parada: el Ferrocarril Austral Fueguino. Esta coqueta estación despacha varios servicios diarios por un recorrido turístico de trocha angosta, que te ofrece vagones, tipo cabina, para cuatro pasajeros perfectamente aislados, con grandes ventanas y con mesa para ir celebrando un picnic.

En las clases Premium el servicio a bordo ofrece mesas individuales, bebidas y ricas empanadas. Te calzás los auriculares y salís a recorrer el último tramo hasta la punta de riel, acompañado de una locución en varios idiomas que te cuenta características del paisaje, del tendido ferroviario, y de la obra que fueron realizando allí en esos bosques los reclusos del Penal de Ushuaia, la fuerza de trabajo e infraestructura que hizo, con herramientas manuales, cada metro de vía, cada árbol talado y todo lo que se necesitaba construir en la ciudad en los primeros años del Siglo XX.

El trabajo, el cansancio, el frío, la lluvia y la nieve eran un premio al que se accedía por buen comportamiento. Los presos ansiaban salir a trabajar en este tren, ya que el contraste era quedarse todo el día en la cárcel, donde la pasabas peor.

Los vagones y las locomotoras a vapor están construidos en nuestro país, y como atracción a los visitantes, a través de un vidrio se pueden apreciar los talleres de mantenimiento. Te podés quedar un buen rato mirando tornos, fresadoras y otros bancos de trabajo. Un lugar donde hay mecánicos y máquinas trabajando es el mejor programa para amenizar la espera, antes de abordar. Había un local con souvenirs del tren, bastante accesibles; pero a mí dejame con la ñata contra el vidrio mirando como las máquinas arrancaban viruta. Este último tramo del tren es el recuerdo de las primeras unidades autopropulsadas que circularon por este remoto paraje. La propulsión a vapor tuvo su era.

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Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Prefectura Naval Argentina tiene estas Iveco Daily 4x4 para atender asuntos en tierra.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Las distancias a recorrer en Tierra del Fuego son relativamente cortas, pero a cada rato uno desea deterse para retratar el paisaje y el momento del día.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Los últimos kilómetros de la Ruta Nacional 3, llamada Padre José Zink en el tramo de Tierra del Fuego, son de una fina arena compactada y de buen tránsito.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
La Haval H2 fue una excelente compañera de viaje.

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Tolhuin y Lago Fagnano

Para la segunda gran salida arrancamos con lluvia (vaya novedad), pero al subir hacia el Paso Garibaldi para cruzar la Cordillera de los Andes, con dirección al norte de la isla, no solo paró el aguacero, sino que se despejó. El camino es bellísimo, entre lagunas, cascadas, praderas y cerros. El asfalto húmedo brillaba, y a cada metro te querés parar a tomar una foto increíble.

El motor 1.5 turbo de la H2 aquí dio muestras de sus características sobresalientes: buena capacidad de reacción para superar vehículos lentos en los escasos tramos sin doble línea amarilla. Más arriba, nos encontramos con un semirremolque cargado que venía repechando la cuesta, a reglamentarios 60 km/h. Nos pusimos detrás a suficiente distancia, agradecimos ir a esa velocidad para poder circular apreciando las montañas y valles cercanos al punto de paso cordillerano.

En el Garibaldi paramos obligatoriamente porque la vista es conmovedora, especialmente desde el mirador sobreelevado que se ha construido. Imperdible.

Desde arriba del Paso Garibaldi ves hacia adelante y hacia abajo todas las atracciones que el camino te guarda. Te quedás tomando fotos a pesar del viento. Y también apuntás a los vehículos que pasan por la ruta a tus espaldas: la Isla del Motor te sigue sorprendiendo.

Todo lo que rueda, sí o sí pasa por ese lugar alguna vez. Lo que sigue es una bajada suave hacia un terreno que paulatinamente se va convirtiendo en meseta patagónica, cuando alcanzás las inmediaciones de Río Grande, pero eso es más al Norte. Nuestro destino era el Lago Fagnano y su tranquila orilla de arena volcánica y canto rodado. El sonido de oleaje corto de esa playita me ha quedado grabado. La temperatura acompañó y metimos los pies en las frías aguas. Relax total. Buenas fotos panorámicas.

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Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
La H2 en esta postal fueguina de Puerto Almanza. Justo enfrente esta Puerto Williams, situado en la Isla Navarino en Chile. Este lugar le disputa ahora la posición de ciudad más austral a Ushuaia.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Grandes barcos de armadores de todo el mundo recalan en Ushuaia. La temporada de cruceros en su apogeo.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
El muelle de grandes barcos y el fondeadero nautico. A la izquierda se destaca la lancha de pesca ARNI, la cual 24 horas despues de la foto explotó y destruyó su cabina, con una víctima fatal.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Locomotora a la izquierda y locomobile a la derecha. Dos testimonios de la era del presidio y del vapor. La Ushuaia de los primeros años del siglo XX.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
El material de tracción del Ferrocarril Austral Fueguino es a vapor, pero la combustión de las calderas se hace por combustible líquido. El peligro de fuego en el bosque desalentó el uso de leña.

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Navegando el Beagle

Elegimos la excursión corta. Cuestión de $$ y dudas acerca de la posibilidad concreta de mareos o náuseas a bordo. Sucedió, pero a otros pasajeros. A la ida hacia el faro Les Éclaireurs, pasamos por islas con aves y lobos marinos. Baja velocidad y paradas para ver los animales con el catamarán meciéndose levemente. Salimos a tomar fotos y frío, mucho frío. Pero valió la pena. De regreso hacia las Islas Bridges el viento venía en contra y el navío enfrentaba las olas cortas y encrespadas con sus dos motores Volvo Penta a buen régimen.

Cabalgaba, y hacía que el horizonte subiera y bajaja. Nada del otro mundo, pero suficiente para mandar a varios mareados a la zona trasera. Descendimos en Bridges, un islote con vista al aeropuerto y a la bahía de Ushuaia, azotado por el viento y la llovizna. Era un día lindo, pero el frío te calaba. Zona de navegación complicada y sólo para quienes conocen bien, ya que las rocas sumergidas acechan constantemente. Muy recomendable.

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Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Catamarán Unicat con motores Volvo Penta. Esta es una de las tantas embarcaciones de paseo que recorren el canal Beagle. Aquí en una parada en las islas Bridges.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Del viejo aeropuerto despegan helicopteros Robinson 44 con propósitos turísticos. Abasteciéndolos se ve una Citroen C15 convertida a cisterna. Al fondo la torre de control del nuevo aeropuerto.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Alcanzar Ushuaia marca un hito en tu historia de viajero, más si lo logras con compromiso y sacrificio físico, como estos ciclistas.

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Estancia Harberton

Este lugar a casi 90 kilómetros de Ushuaia, con puerto sobre el Beagle, o accesible por tierra, es el asentamiento permanente desde 1886 de la primera familia no autóctona en este remoto territorio. El establecimiento lleva el nombre de una población en Devonshire (Inglaterra), con el propósito de atenuar el desarraigo que tenía la esposa (originaria de allí) del pionero Thomas Bridges. Pónganse en situación: seis meses de malísima navegación, embarazo a bordo, escala en Malvinas para parir, y largas temporadas de frío, nieve y soledades. Sólo podías hablar con los aborígenes Yámanas, si tenías ganas de aprender el diccionario de 3.000 vocablos inglés-Yamana que Thomas Bridges había confeccionado. Nosotros fuimos ahí apenas por unas horas en un día hermoso, con una moderna SUV climatizada y escuchando bandas de sonido originales de cine, que le ponían el mood exacto a cada recodo del camino. Como iba lento y atento a la conducción (no había otros vehículos) también me di el lujo de manejar el volumen con las teclas de comando en el volante. Una ecualización al estilo videoclip sobre ruedas. Placer y confort, nada de proezas.

En la estancia ves el terreno, la vegetación y la fauna en estado original. Los corrales hace rato que ya no tienen ovejas y el lugar (20 mil hectáreas originales) se ha quedado en el tiempo. Harberton se dedica mayormente a atender turistas de todo el mundo, que llegan a ver cómo se vivía sin luz, sin gas y sin caminos, con el almanaque como marcapasos.

A la entrada hay un muy interesante museo que muestra esqueletos completos de animales marinos, que fueron encontrados en las costas fueguinas. Allí son estudiados y puestos en exhibición. Te podés encontrar con espinazos y cráneos de ballenas en el jardín. El largo atardecer estira indefinidamente las sombras. No parás de disparar la cámara. Imperdible.

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Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
A la Estancia Harberton se puede llegar por tierra (o por mar) desde Ushuaia. Recorriendo la RN3 hacia Tolhuin y desviando luego del campamento de Vialidad Nacional a la derecha por Ruta J.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Los galpones laneros de Harberton muestran el origen británico de los primeros pobladores no autóctonos de la isla. Se movían con este pequeño Triumph Herald de los 60, diseñado por Michelotti.

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Despedida

Vivimos Ushuaia con el privilegio de permanecer más días que los tres o cuatro habituales. Ese tiempo nos facilitó ver mucho más que lo que otros visitantes suelen apreciar. No hicimos caminatas o ascensos de mayor dificultad (somos algo perezosos, no trajimos la indumentaria adecuada y no estamos entrenados), casi todo lo que alcanzamos fue gracias a poder contar con un vehículo muy apto para caminos con dificultad moderada. Fue un viaje que nos dio tiempo para disfrutar en familia, para descansar y para que, de a ratos, podamos producir esta crónica.

Agradecemos a José Luís González, Julia y Bocha, por su infinita hospitalidad. A Moira Dillon y el Grupo Car One, por la movilidad. A Florencia Yael Agra y Gustavo Feder, por sus referencias. También a ustedes, apreciados lectores, por la paciencia de llegar hasta acá. Nos vemos en cualquier camino.

C.A.P.
Agradecimiento: Haval Tierra del Fuego (@RuedaCarSA)
Aclaración: Esta prueba de manejo fue producida antes del período de cuarentena decretado por el Gobierno argentino.

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Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
El mirador del Paso Garibaldi es una parada obligada para contemplar el Lago Escondido y el Lago Fagnano.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Desde el mirador se ve en primer plano el viejo paso Garibaldi con la RN3 de ripio. El Lago Escondido precede al enorme y lejano Lago Fagnano, el cual llega hasta el lado chileno de la isla.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Adiós, Tierra del Fuego.

Diario de viaje con la Haval H2 por Tierra del Fuego: “La Isla del Motor”
Gracias por tanto, Isla del Motor.

 

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