Desde Chillán (Chile) – Lo más divertido de ir a probar un nuevo auto a Chile no son los paisajes, ni la comida ni el vino (que tienen de sobra y calidad). Lo mejor es pasar tiempo con mis colegas chilenos. Llevan vidas muy parecidas a los periodistas de autos argentinos, pero lo mejor –como decía Vincent Vega en Pulp Fiction- son las “little differences”.
Ahí están profesionales de leyenda y como muchísima trayectoria, como René Durney y Aléxis Cares; mis contemporáneos Romina Cannoni, Rodrigo Castillo y Mauricio Monroy Stonner; y no hay que olvidar a las jóvenes más fierreras, como Lorena Gallardo y Francisca Muñoz (“que empiece el matriarcado”). Además de amigos y colegas, son mis mejores fuentes de información sobre el mercado automotor chileno.
La cuestión es que, el año pasado, compartimos una prueba de manejo con la Subaru New Forester 2019. La quinta generación de la SUV japonesa para el Segmento C (compacto) se lanzó a la venta esta semana en la Argentina (ver equipamiento y precios), pero –como suele ocurrir siempre- llegó primero a Chile.
Hasta ahora, la nota para nuestro mercado estaba “embargada” (leer más).
"Mi amigo argentino, usted siempre está como la economía de su país: ¡embargado!", me suele gastar el Gran Durney. Después intenta hablarme de la Copa América, yo le saco el tema de las Copas del Mundo y ahí nomás firmamos una tregua, con algo en lo que siempre coincidimos: los mejores vinos del mundo están a los dos lados de nuestra querida Cordillera.
Pero basta de anacolutos. Retomemos.
En ese lindo viaje Santiago-Chillán-Santiago, me tocó compartir la Forester con Gallardo, Muñoz y Castillo. Hablábamos sobre las diferencias entre los dos mercados, hasta que pasamos por un cartel vial que anunciaba una salida rumbo a una ciudad insólita: Quitacalzón.
“¡¿Quitacalzón?!”, exclamé, tratando de contener una carcajada que hubiera parecido un poco irrespetuosa. “Sí –me explicó Castillo-, por acá tenemos muchos lugares con nombres extraños”.
Y, entre los tres, empezaron a enumerar localidades con bautismos ridículos: Peor Es Nada (el gentilicio es “peornadino”), Voy y vuelvo, Camiseta, Entrepiernas, Salsipuedes…
“¡Momento, en la Argentina también hay un Salsipuedes!”, exclamé con orgullo nacionalista y cordobés. Ahí recordé que nosotros no siempre reparamos en la barbaridad de los nombres de ciertas localidades: El Peligro, La Matanza y Mataderos, por ejemplo. O también Villa El Nylon y Los Cuarenta Guasos, para seguir hablando de Córdoba.
¿La New Forester? Bien, gracias. Es un Subaru japonés, ¿qué más se puede decir?
Bastante más. La crítica completa se publicará la semana que viene.
C.C.
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