La primavera del año 2002 no parecía el momento más indicado para lanzar a la venta un nuevo auto de lujo en la Argentina. Pero ahí estábamos todos los periodistas: haciendo fila en las barrancas de Belgrano, para ingresar a la conferencia de prensa de presentación de la Porsche Cayenne.

El evento se realizó en la Embajada de Alemania, que tiene uno de los edificios más interesantes de la ciudad de Buenos Aires. Ocupa toda una manzana en el cruce entre Olleros y Luis María Campos. Combina una construcción sólida y maciza de concreto -como un robusto auto germano-, enmarcada en un terreno boscoso y tupido de vegetación -muy Nürburgring-.

Recuerdo que yo era un periodista joven y me daba vergüenza preguntar en las conferencias de prensa. Tenía miedo de decir alguna burrada. No es que con el tiempo haya dejado de decir pavadas. Es sólo que perdí la vergüenza.

En aquél entonces, prefería hacer silencio y escuchar a mis colegas más experimentados. Recuerdo a Jorge Gualtieri y a Federico Kirbus, poniendo en aprietos a los directivos de Porsche durante la presentación. Los dos querían saber si eso que estaban develando ahí -esa camioneta de líneas poco agraciadas- era realmente un Porsche.

La Cayenne se enfrentó desde el comienzo con las críticas de esa comunidad exigente, conocida como "puristas" y "porschistas". En esa época, los clientes más conservadores de la marca sólo reconocían al 911 como un "auténtico Porsche". Ni siquiera el Boxster calificaba en su paladar exigente. Menos aún esa SUV grandota, que se exhibía bajo los árboles de las barrancas de Belgrano.

El problema era que esos "puristas" ya ni siquiera estaban comprando el 911-996. Su juicio había quedado anclado en el 993 refrigerado por aire (y todos los clásicos que lo precedieron, "menos el 924, no señor").

Con clientes así, Porsche estaba en problemas. Corría serio riesgo de quiebra.

Ya todos conocemos el paradójico final de esta historia. La resistida Cayenne fue la salvación de la marca. Se convirtió con rapidez en el modelo más vendido de Porsche en todo el mundo. Atrajo nuevos clientes a la marca. Era gente más interesada en tener un auto lujoso, espacioso y con buenas prestaciones, que en discutir cómo se debe refrigerar un motor Bóxer.

El éxito de la Cayenne financió y alentó la llegada del Panamera. Y fue la base para lanzar otro éxito en ventas, la Macan. Además, las ganancias que generó sirvieron para que los puristas pudieran seguir disfrutando de nuevas generaciones del 911 -el mejor deportivo de la historia, ya indiscutido-, comenzaran a aceptar a los Boxster/Cayman y cayeran rendidos de éxtasis ante otros caprichos excitantes, como los Carrera GT y 918 Spyder.

Esta tercera generación de la Cayenne se lanzó hace dos meses en otro edificio emblemático de Buenos Aires: el Malba (ver cobertura completa). Acá ya no hubo polémicas ni debates. Así como el 911 es el corazón de la mística que rodea a la marca Porsche, la Cayenne es hoy el cerebro racional, que garantiza la salud de las finanzas de la compañía.

Pero, más allá de ser un gran negocio para Porsche, ¿qué tal es la nueva Cayenne III?

La crítica completa se publicará la semana que viene.

C.C.

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En el garage de Autoblog: Porsche Cayenne III
La Cayenne III V6 cuesta 168 mil dólares. Pero hay versiones de hasta 352 mil dólares (ver equipamientos y precios).

En el garage de Autoblog: Porsche Cayenne III
La crítica completa se publicará la semana que viene.

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