Texto y fotos de Matías Albín
Colaborador de Autoblog y editor de Motoblog
Desde Nueva York (Estados Unidos) - Dice el slogan de una puntocom de turismo que viajar es la plata mejor invertida y, para quienes disfrutamos mucho de viajar, creo que está bastante acertado. En mi caso, y seguramente no sea el único, no me gusta mucho la vida de hoteles. Me gusta sentirme local cuando elijo un destino: alquilar un departamento, ir al supermercado, desayunar tranquilo y tener más privacidad. Al menos cuando viajo por muchos días.
Otra de las cosas que me gustan es, siempre que sea posible, realizar algún viaje interno en el lugar de destino. Manejar, conocer la zona, recorrer sus rutas. Y, obviamente, el auto es siempre un punto importante. Alguna vez, tuve la fortuna de pasar por algún destino Autoblog Friendly, donde pude disfrutar las mieles de un buen "auto de prensa" (ver nota) y otras veces los he alquilado.
Vivimos en tiempos de economías compartidas -o de consumo colaborativo, si lo prefieren-, y donde la integración de la tecnología ha logrado convertir en realidad lo que una tarjeta de crédito nos quería hacer creer a principio de los años 90: tener el mundo en nuestras manos. La tecnología lo hizo más fácil y las sharing economies lo hicieron posible.
Me gusta alquilar un departamento antes que ir a hoteles, dije antes -salvo que sea por una o dos noches- , así es que desde que existe Airbnb, no utilizo otro sistema para alquilar la casa o departamento donde nos vamos a quedar. Es verdad que te podés llevar alguna sorpresa, pero con un poco de cuidado y algunos intercambios epistolares con los propietarios, se puede bajar el riesgo de comerse un garrón a la mínima expresión.
De esta forma, y de manera muy rápida, un individuo puede acceder a quedarse en la casa de otro, con las comodidades que quiera o pueda pagar, en el barrio que más atractivo le resulte a la vista o a la billetera y sacándose de encima a un montón de intermediarios que, en muchos casos, sólo agregan costo y no generan valor.
La compañía en la que trabajo desde hace un tiempo, lleva adelante desarrollos inmobiliarios que, de alguna manera, funcionan sobre este concepto de economías compartidas o colaborativas para los universitarios o jóvenes profesionales que llegan a las capitales desde el interior del país o del extranjero, y que les permite tener un nivel de vida con todo incluido, pagando un costo mucho menor al que deberían afrontar en caso de querer tener todo ese paquete de servicios-espacios en forma individual. La compañía agrega mucho valor y quienes viven en estos edificios consiguen economía de escala y menores costos. Win-win.
Y así es cómo, no hace tanto tiempo, Turo aterrizó en este mundo colaborativo en el que uno puede generar ingresos con la capacidad ociosa que tienen algunos de sus bienes, cuando no necesita usarlos. Dicha plataforma no es otra cosa que un Airbnb, pero en lugar de alquilar viviendas, se alquilan autos. Hay para todes.
Si estás muy ajustado podés conseguir autos por 30 dólares diarios y, en el caso, en el que hayas pegado un bolso y te sientas un poco más suelto de billetera, te la podés delirar toda y alquilarte una Ferrari 488 por 1.500 dólares al día.
Cada dueño de estos autos tiene sus requisitos, su onda y sus mañas, pero se trata de una plataforma que ya está recontra desarrollada y disponible en casi todo el mundo. Detrás de ella se encuentra una importante compañía de seguros que, obviamente, quiere su tajada de la torta por más colaborativa que sea. Siempre está la opción de dar de baja el seguro y que te lo cubra la tarjeta de crédito (en caso de que tengas una que lo cubra).
Hace casi seis meses llegó a casa Isabel, mi primogénita, a la que el Sr. C.C. ya le empezó a practicar Militancia Rossa y le regaló una pequeña Ferrari a control remoto. Nació en tiempos de revolución tecnológica y economías compartidas. De Airbnb, Uber y, ahora, Turo. Llegaron las vacaciones y el trayecto New York-Boston queríamos hacerlo en auto. Lo primero que se me vino a la cabeza es que esta chica iba a sentirse más cómoda en un auto de su generación. Y el Tesla Model 3 tildaba todos los casilleros.
Vamos a hacer más de 500 millas (800 kilómetros) durante cinco días por las rutas de Connecticut y Massachussets, un camino ideal para este tipo de vehículos donde hay Superchargers. Por si no lo sabés: el Model 3 es un auto eléctrico, con una autonomía de casi 300 millas con la carga completa.
La crítica completa se publicará la semana que viene.
M.A.
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