Si en la historia de Autoblog buscamos un auto al que se le pueda adjudicar el mote de habitué, seguramente la gran mayoría diríamos al unísono: "la Toyota 86" o, en su defecto, "Hachi-Roku".

La hemos probado en repetidas ocasiones, desde la primera crítica de CC hasta este viaje de pocos días, pero muchos kilómetros, pasando por el #FastDrive y el Rally de Invierno. Toda la comunidad de Autoblog, aunque no le haya puesto las manos al volante, sabe bien de qué se trata está coupé japonesa.

Así que no voy a escribir ninguna crítica ni nada que se le parezca. Todos conocen el diseño, el interior, la mecánica y lo que pensamos sobre el producto. Pero sí voy a intentar transmitirle algunas sensaciones sobre que me dejó un viaje que nunca pensé que iba a tener la oportunidad de hacer. Un viaje por Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Catamarca, Tucumán y Santiago del Estero, manejando a Hachi-Roku.

Mientras Cristófalo y Rod Fr sacaban fotos de ambas coupés y yo me constituí al lugar de los hechos, munido de mi valijita y mi mochila, listo para salir de viaje, hablando de todo un poco coincidimos en una misma declaración: libra por libra, estábamos ante la presencia de el auto para ir a la pista, a disfrutar de los famosos Track Days.

Quizás no vayas a girar más rápido, al menos en estado original, que los Megane RS que en buena ley se han ganado su reputación. Pero no creo que exista una propuesta más tentadora que esta: tracción trasera, bajo peso, chasis y suspensión impecables, posición de manejo óptima, butacas deportivas y buen diseño. Un auto desarrollado 100% con la mente puesta en la experiencia de manejo y la diversión.

Y así los dejé a los dos, con un auto menos, y la idea de que adelante mío tenía un viaje larguísimo, al volante de un auto que me iba a destruir físicamente. Mientras mi primer destino me esperaba en San Lorenzo, al norte de Rosario.

Y a medida que me alejaba de Buenos Aires y me adentraba en zonas más agrícolas, donde la Hilux ejerce su reinado, recordé una de mis primeras notas en Autoblog, en la que tuve la oportunidad de ir al Galvez al BMW Driving Experience, que no es otra cosa que una herramienta de las marcas de fidelizar clientes, pero también de captar nuevos.

Y en el caso de Toyota, veo que la mayoría de sus acciones de este tipo están puestas en su pick-up producida en Argentina, que seguramente es el producto que les da de comer. Sin embargo, creo que tienen en sus manos un auto brillante y que tranquilamente podría captar nuevos clientes. Ya no sólo con los que buscan la confiabilidad de la Hilux o los Homo-Corolla, sino con una nueva tribu hambrienta de emociones, al igual que Audi y BMW, a través de una escuela de manejo avanzado o deportivo. O de drifting, si se copan.

Al despedirme de San Lorenzo, un amigo me acompañó hasta el auto porque "lo quería conocer", y la mejor sonrisa de la tarde se la saqué cuando le di las llaves de la coupé y lo acompañe a dar una vuelta, antes de seguir viaje. Ya se estaba poniendo el sol y tenía que llegar a comer a Villa María.

Algo que no había tenido oportunidad de probar, ninguna de las veces anteriores que la manejé, era la iluminación. Y en la ruta abierta de noche, Hachi-Roku mostró otro punto fuerte con sus faros de xenón con proyector. Que además parecen no molestar a los demás, cosa que sí hacen muchos autos con instalaciones truchas.

Como un tren por la autopista, la sensación de aplomo que transmite no deja de ser un atributo muy positivo que llama la atención. Y otra característica que descubrí, ahora que tengo punto de comparación, las no-plazas traseras de la Toyota son menos habitables que las del Porsche 911 Carrera S Cabrio que manejé hace unas semanas en Miami. Incluso mi mochila me manifestó algunos síntomas de claustrofobia.

Horas después me encontraba haciendo el check-in en el hotel de Villa Maria. Una ducha y al restaurante con otra persona, que también recibió una escueta vuelta manzana al volante de la 86 al concluir la noche. En el primer día, la japonesa se cobró dos víctimas de la curiosidad, y los dejó pensando.

No puedo dejar de mencionar el frío que hacía antes de irme a dormir. Fue la primera vez que usé las butacas calefaccionadas en este auto. Por suerte, las tiene y funcionan muy bien. Me fui a dormir, físicamente estaba impecable, después de manejar cerca de 600 kilómetros.

A la mañana siguiente, después de una preciosa helada, salí para Córdoba capital. Otra vez charlas sorprendidas con la gente que me encontraba. Son varios a los que les gusta hablar de Toyota.

Es que, desde su lanzamiento a esta parte, solo se han vendido 360 unidades de Toyota 86 FT y GT, y parece que en el interior del país no han llegado muchas, porque al ver la reacción de la gente en la calle pareciera que se hubieran cruzado con súperauto. En un semáforo se acercó un grupo de 5 o 6 chicos de una escuela primaria, a sacarse una selfie, mientras cruzaban la calle. Lástima que no llegué a sacar la cámara para retratarlos.

Y así fueron todas mis encuentros durante el viaje. O empezaban o terminaban hablando de Hachi-Roku.

Hasta ahora había viajado más de 700 kilómetros por autopista y con pocas curvas. Adelante me esperaba la ruta, con poco tráfico y bastante más sinuosa. Las cualidades más importantes del auto estaban por ponerse a prueba.

El tramo Córdoba-Tucumán, por las rutas 60 y 157, comenzó a ponerse mucho más interesante. Sobre todo en dos ocasiones puntuales. La primera fue cuando paré a cargar combustible en Dean Funes y un vendedor se acercó con unos panes caseros calentitos riquísimos, ideales para no parar a comer. Eso me hizo ganar algo de tiempo, que pude usar cuando llegué al Lago Salinas Grandes.

Esa media hora que pude disfrutar de desparramar el auto para todos lados en el medio de la nada, con los controles de tracción y estabilidad completamente desactivados y sin otro riesgo más que quedarme sin nafta, hicieron que el viaje valiera la pena. Quizás el próximo #86Day haya que festejarlo allá, en ese inmenso parque de diversiones blanco.

Es un entorno súper seguro y donde fácilmente se puede percibir el balance del auto, sin poner en peligro la vida de propios y ajenos, sin desarrollar grandes velocidades y sin gastar neumáticos.

Una vez en Tucumán, le di la noche de descanso a Hachi-Roku en la cochera del hotel y me trasladé a pie por el centro de la ciudad. A la mañana siguiente nos esperaba una jornada maratónica: Dique El Caldillal, Termas de Río Hondo y la vuelta a casa de un tirón.

El regreso por la Ruta Nacional 9, entre Tucumán y Córdoba fue la mejor parte del viaje, por lo menos hasta Villa del Totoral. Ahí sí la 86 mostró lo mejor de sí y pude disfrutar del camino como hacía rato no me pasaba. Subidas, bajadas y curvas para todos los gustos en un paisaje inmenso, pusieron en evidencia dos aspectos muy contradictorios.

La Toyota 86 demostró ser un auto con un desempeño impecable para recorrer grandes distancias. En rectas va sobre rieles y en las curvas parece que también, o por lo menos genera la confianza para tomarlas con otra actitud. El desempeño del motor es excelente y contrario a lo que pensaba el consumo promedio se clavó en unos aceptables 9,3 litros cada 100 kilómetros.

Pero su tanque de nafta es de apenas 50 litros y a mi gusto le faltan 10, por lo menos para recorrer nuestro país, donde en muchas ocasiones para llegar a la próxima estación de servicio hay más de 400 kilómetros y si uno no calcula bien puede encontrarse en aprietos. Sobre todo cuando hay amenaza de paro y las estaciones de servicio están abarrotadas de autos haciendo cola.

Recuerdo las palabras de algunos, que cuando les conté del viaje con sonrisa irónica me dijeron: "¿Viajás en eso? Te encargo los riñones". Pero no. Después de -guiño, guiño- #86 horas fuera de mi casa -martes 12hs a Sábado 02hs- y apenas menos de 3.000 kilómetros recorridos, mi espalda, mis riñones y yo llegamos a casa en impecables condiciones.

No es un lanzamiento ni una presentación, pero para muchos en el interior de nuestro enorme país fue toda una sorpresa. Mucho más grata, para aquellos que tuvieron la posibilidad de manejarla o de dar una vuelta. Hachi-Roku tiene carisma y despierta suspiros a su paso.

Seguro que se le pueda sacar más jugo y ruido a ese motor, y bienvenido sea quién pueda hacerlo. Pero el punto de partida es fantástico: chasis y balance impecables, dirección súper directa, motor más que suficiente y tracción trasera. ¿Qué más querés? Si tuviera que mejorarle algo, seguramente apuntaría a una respuesta más veloz de la caja automática.

De todas formas, a mi dámela así como está. No le toques nada, Toyota.

Texto y fotos de Matías Albín

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Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
Arrancando bien temprano desde el hotel en Villa Maria, rumbo a Córdoba Caapiital.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
En una mañana con sol, pero muy-muy fría. Por suerte estaban las butacas calefaccionadas.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
M.A.: Hachi, se nos acaba la autopista. / 86: Adonde vamos, no necesitamos autopistas.
Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
Pero sí necesitamos estaciones de servicio. Vos sos de tanque chico y acá no nos despachan nafta.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
Un parque de diversiones infinito. Debería ser el centro de operaciones de la Toyota 86.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
El combo perfecto para divertirse en un entorno seguro, sin andar quemando neumáticos. Y el caucho está bastante salado.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
Llegamos hasta el dique Celestino Gelsi, al norte de San Miguel de Tucumán.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
Más conocido como El Caldillal. Sobre el río Salí. Y desde ahí emprendimos el regreso.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
Pasamos por el autódromo con la esperanza de poder girar unas vueltas.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
Pero sólo pudimos pasar al museo, que es muy recomendable visitar.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
Y desde ahí sin parar hasta casa. Con esta máquina daban ganas de encarar la ruta.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
Bueno, sí paramos. Uno siempre se las rebusca para meter un poco de shopping rutero.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
Gracias Argentina, por tantos kilómetros de lugares increíbles.

Toyota #86Day: 3.000 kilómetros en 86 horas
Y gracias Hachi-Roku, por devolverme sano y salvo en mi casa. Te merecés un buen baño.

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