Hoy, ocho de junio, se celebra el día de la Toyota 86 (8/6, #86Day). Para festejarlo, la gente de Toyota Argentina nos propuso pasar una semana con un ejemplar de su famosa Hachi Roku. Y se nos ocurrieron dos ideas.

La primera fue llamar a Rod Fr (foto de arriba). Rod es comentarista habitual de Autoblog y uno de los críticos más acérrimos de esta coupé japonesa. Te explico por qué.

En enero de 2013, apenas un mes después de lanzarla a la venta, en Autoblog probamos durante una semana a la 86 GT Automática (leer crítica). Le hice más de mil kilómetros, que incluyeron un viaje a Pinamar.

Ahí me encontré, por casualidad, con el lector Rod Fr, quien por aquél entonces era propietario de un VW Golf GTi VI. Rod había escuchado hablar mucho sobre la coupé japonesa y le ofrecí manejarla. Después de hacer unos metros, se bajó indignado. “Esto no acelera. ¡Le falta potencia!”, se quejó.

Es cierto, Hachi Roku tiene sólo 200 caballos bajo el capot y su filosofía no está basada en la potencia. Sus virtudes son el bajo peso, el equilibrio del chasis y las fabulosas sensaciones mecánicas que transmite al volante. Pero, de power, lo justo y necesario.

Una semana después, cuando publiqué la crítica de la 86 GT, Rod Fr fue el primero en ingresar a la nota, para dejar su opinión: “¡Ese motorcito da risa!”, escribió.

Sus críticas furibundas contribuyeron, en gran parte, a que esa nota hoy persista en Autoblog con un récord muy difícil de batir. Con 6.294 comentarios –y contando- es el post más debatido en los diez años de historia de este sitio.

Pero el tiempo pasa. Y la gente cambia. Por eso, hace unos meses, cuando me llegó el rumor, no lo pude creer. Rod Fr había vendido el Golf GTi. Y se había comprado una Toyota 86.

Lo llamé por teléfono.

-¿Quién te entiende?
-Fue una oportunidad. La coupé me gusta. Creo que tiene una buena base. La voy a mejorar a mi manera.

-¿La vas a tunear?
-No, la voy a mejorar.

Le llevó varios meses de trabajo y ayer pude manejar “su” 86 GT manual. Con un compresor y casi 400 caballos bajo el capot, tengo que reconocerlo: es la Hachi Roku que siempre quise manejar.

Pero mejor que lo cuente el propio Rod Fr, en primera persona.

Ah, ¿y la segunda idea que tuvimos?

La 86 GT Automática que nos prestó Toyota Argentina para celebrar este #86Day se la llevó Matías Albín. En una semana va a manejar casi 2.500 kilómetros por el Norte argentino.

-¿Adónde vas?
-Tengo que hacer unos trámites, ya vengo.

C.C.

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En el garage de Autoblog: Toyota #86Day
A la izquierda, la 86 GT Automática que Matías Albín se llevó para el Norte. Derecha, la 86 GT Manual "Rod Fr".

En el garage de Autoblog: Toyota #86Day
Entre un motor y otro hay casi el doble de potencia.

En el garage de Autoblog: Toyota #86Day
Todo gracias a un supercharger HKS.

En el garage de Autoblog: Toyota #86Day
Banda de sonido by Invidia.

En el garage de Autoblog: Toyota #86Day
Pero mejor que lo explique Rod Fr en primera persona.

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OPINIÓN “Hola, HKS. Soy Rodrigo”

Por Rod Fr

Hola, soy Rod Fr, tal vez me recuerden en notas como “a mi GTi nada lo supera” o en la nota de “la Toyota 86 no sirve”, con más de 6 mil comentario, la mayoría en contra, y un genial grupo de amigos que nació de allí.

Bien, a mi amado GTI le había llegado la hora de retirarse. El insufrible y cuidadoso trato que recibía ese auto me hizo totalmente dependiente de su uso. Al punto que no quería ni que lo toque el aire. A eso se me venía sumando el gustito por los Track Days, en donde podés correr con tu propio auto, girando en un circuito verdadero.

Pero claro, yo no iba a hacerle una gran modificación a mi Golf GTi. El sólo hecho de haberle realizado un pequeño agujero me hubiera costado muchas horas de diván.

Entonces, entré en el largo recorrido de conseguir un auto para dichos eventos, para no tener que usar el Golf. Las condiciones eran: que fuera dinámico, coupé y con tracción trasera. No había nada que indique otra cosa que un BMW.

Y si hablo de BMW, lo primero que me viene a la mente es el E36, sin dudas el BMW que más me gusta, por lejos. Pero después de ver varios (entre ellos, M3) me di cuenta de que la ilusión de mi adolescencia tenía que dejarla en el pasado. El estado en que se encuentran esos autos, con 20 años de uso, es calamitoso. Y, si encontraba uno medianamente bueno, valía lo mismo que un 135i.

En eso, el GTI se vendió y la situación se agravó. No tenía decidido qué comprar. Ahí apareció una oportunidad muy tentadora de una Toyota 86 GT Manual. Me llevó apenas una noche decidirme, ya que lo único que necesitaba saber era si el auto era o no potenciable. La fiebre por este auto en el mercado de Estados Unidos hizo que las variables de preparación sean incontables. Pero al menos ya sabía que se podía realizar.

Definí la compra y traté de ponerle ganas al “tutú nuevo”, pero no. A los pocos días, fui a banquearlo porque sentía que faltaban muchos caballos para los 200 que declara la ficha técnica. Tal como me había pasado en enero de 2013, cuando C.C. me prestó una Toyota 86 GT, pero automática.

El auto con escape dio apenas 161 cv a la rueda. Y alcanzó ese valor luego de varias tiradas. Al principio, no superaba los 145. Son muchos caballos perdidos entre los 200 que declara el motor y los que transmite al asfalto. O tal vez el motor no tiene lo que declara. No lo sé.

Ese fue el detonante para comprar inmediatamente un kit de potenciación. Tenía la opción de turbo o supercharger.

El turbo, para el uso en pista que le pretendía dar, no era lo más propicio. La convulsión de torque y potencia de un turbo injertado en un auto se me hizo que no iba a tener el resultado más deseado, y sumado a que la turbina neutraliza buena parte del sonido del escape, me decidí por una compresora mecánica, comandada por correa (a riesgo de obtener menor rendimiento en CVs).

Ya había usado el auto en track days (incluso en Termas de Río Hondo) y descubrí varias cosas más.

* Número 1: El auto dobla de una manera infernal. No parece ser real que un auto standard lo pueda hacer tan bien, sin ser duro o incómodo.

* Número 2: Descubrí que era muy poco lo que faltaba para que no me ganaran autos como DS3, Mini, New Beetle.

* Número 3: Descubrí que no frena. Pero ese es otro tema, sin solución aún.

Volviendo a las compresoras, elegí una volumétrica de la marca HKS, solo por tener una aparente flujometría más desarrollada que otras y porque también venía con su respectivo programador de ECU (Flash) y porque… me pareció más linda. Ojo: todo esto visto desde la pantalla de un celular y a altas horas de la noche.

La compresora finalmente llegó y empecé con su instalación, luego de advertir en el manual… ¡todo lo que había que cortar en el auto! Respiré profundo y arranqué.

Para los que no me conocen, he trabajado en muchos talleres, ya sea de mecánico, chapista electricista, etc. Hasta llegué a tener mi propio taller. Pero, por esas cosas de la vida, terminé teniendo una gran fábrica metalúrgica.

El desarme fue simple, según Jerónimo Chemes, que vino a visitarme para la hora de los sánguches. ¡Había una cuadra de repuestos desparramados! Jero imaginaba que nunca más la iba a armar. Y menos iba a lograr hacerla funcionar.

Sin exagerar, estaban colocados en forma espaciada para volver a armar y, sobre todo, para que no se raye nada.

Jero vino a modo de traductor, sin embargo, a medida que iba traduciendo, yo ya iba por la siguiente parte instalada (te quiero igual, Jero, a pesar de que te comiste todos los de huevo).

La cantidad de cosas cortadas fue impresionante: soportes de alternador, travesaño, paragolpes, deflectores, soporte de bocina y hasta el frente de distribución. Hay que estar preparado, más que nada psicológicamente, para hacerle eso a un auto nuevo.

Y, a todo esto, no me ensucié para nada las manos. Nada que ver con mis experiencias del pasado con Chevrolet, Ford o hasta mi Sorpasso, donde terminabas engrasado hasta la cabeza para conseguir uno o dos HP, y con suerte.

Finalizando el armado, descubrí un problema con la manguera del intercooler: toca con el lavafaros y no deja que pueda poner el paragolpe. En una inspección más cercana, detecté que en USA este modelo (allá llamado Scion FRS) no trae lavafaros. Eso retrasó algo más la instalación.

Prácticamente, toda la reforma se llevó un día. Y unos cuántos discos de amoladora.

Una vez armada, procedí a la reprogramación (parecía ser lo más fácil de la reforma). Básicamente, venía todo listo para enchufarlo y escribir sobre la ECU.

La tarea era algo más complicada, pero ese no fue un obstáculo. Al cargar los mapas sobre el Flash Editor de HKS, me salió el típico mensaje seguido del sonido “túnnn” de Windows. Algo estaba mal.

Básicamente, tardé mucho tiempo en asimilar que no iba a funcionar nunca en mi vehículo. Pero las respuestas de HKS lo confirmaron: “Este Flash Editor no se adapta a vehículos de su región”.

¡Maldición!

Hubo varios intentos por devolverlo/cambiarlo o algo, pero no fue posible. Tienen “una política de devoluciones” imposible de vencer. Estaba perdido.

Entrando en el mundo de las reprogramaciones encontré que no es algo tan sencillo. Hay miles de ECUs diferentes para cada mercado y cada una con la reglamentación de su país.

De esta manera fui buscando por dónde había ECUs, y que comercialice un programador. En eso descubrí que en Francia usan nuestra misma ECU y equipamiento similar. No quedó otra que contactarme con ellos.

Luego de tarzanear en castellanglofrancés frases como “yo car 86 reprograméishon sivuplé” logramos entendernos. Creo.

Así descubrí que con el cable de ECUtek podemos manejar incluso la inyección directa de nafta, entre otros usos. Pasado el tiempo de envío y de activación de licencia, el auto quedó juntando polvo por meses.

Realmente, nunca viví una experiencia tan ansiada como el momento en que le caían los mapas a la ECU. Ver ese momento en que escribe, no tiene nombre.

El resultado: como buen hijo del rigor, la fecha del Track Day fue próxima a este último cambio. Ver qué hacía el auto era la gran incógnita y superó las expectativas con creces. La potencia que despliega es infernal. No tiene explicación la forma con que entrega la potencia, lo que suena el escape, el motor. Básicamente, parece un aspirado preparadísimo, ya que la compresora no hace ruido alguno.

A este incremento de potencia, el chasis sigue respondiendo hasta incluso mejor que antes, pero así también el temita frenos se sigue agravando. Al punto de volver sin pastillas (cerámicas) “fierro con fierro” después de dos vueltas en el Gálvez.

Pero después de lo percibido en el auto no son más que detalles. Se pueden solucionar. La dinámica es algo que no se mide en prestaciones y hasta difícilmente se pueda explicar, y esa es la gran ventaja de este gran auto.

R.F.

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VIDEO: Toyota 86 “Rod Fr” – Transformación

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VIDEO: Toyota 86 “Rod Fr” – Sonido Invidia

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En el garage de Autoblog: Toyota #86Day
Este #86Day continuará.

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