Una de las cosas más lindas que tiene Autoblog, para mí, es la posibilidad de combinar mi trabajo de todos los días con una de las cosas que más me gustan en el mundo. De acuerdo a la agenda, hay épocas en las que puedo colaborar más y otras en las que no tanto.
Además, siempre entra en juego el factor más importante, que es el timing. No siempre cuando tengo viajes, el auto está disponible o viceversa. Es más fácil cuando se trata de un viaje por el interior del país, porque se pueden combinar las fechas con más facilidad. Pero cuando se trata de un viaje internacional, es blanco o negro.
Esta vez, y organizando con bastante anticipación, las cosas se dieron casi como lo planeamos. Así que con motivo de mis vacaciones, y de pasada por Miami, pude ponerle las manos al volante de un auto que me venía esquivando desde hace muchos años: un auténtico Porsche.
No una Cayenne, no una Macan ni un Panamera. Un auténtico 911 y en un momento muy particular desde que comenzó a comercializarse hace 52 años, puesto que -para cumplir con las normas de emisiones actuales- toda la familia 911 ahora está propulsada por motores turboalimentados.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno, reza el refrán. Puedo asegurarles que disiento por completo con esa idea. La prueba de manejo sólo duró un par de días. Para mí, fue dos veces breve.
Así que esta crítica, incompleta, se reproduce a continuación.
POR FUERA
Pensemos un poco en los modelos que llevan los años, más o menos, que el 911 tiene sobre sus espaldas: Clase S, Golf, Corolla, Civic, Corvette, Camaro, Mustang y la lista sigue. No hay uno de estos modelos, salvo el Escarabajo con el que Porsche tiene algo que ver, que haya mantenido su identidad tanto como el 911.
Si a Walt Disney lo descongelaran hoy, además de fascinarse con toda la tecnología disponible para sus animaciones, no podría reconocer ninguna de las ediciones 2016 de los autos que mencioné antes, pero apuesto a que no tendría mayores problemas en reconocer al Porsche 911.
He escuchado infinitas veces a gente criticando que hace 50 años que hacen el mismo auto, que todos los Porsche son iguales, que patatín que patatán. Pero creo que lo importante acá es que estamos en presencia de un ícono de la industria automotriz, que se ha mantenido vigente durante 50 años. Los cambios sutiles son parte del ADN del 911.
Obviamente, es una cuestión de gustos -y también un poco de pasión-, pero mirando detenidamente este 911 Carrera S Cabrio, pintado en un llamativo Miami Blue, son muchos más los que van a admirarlo que aquellos que no. Y, personalmente, creo que mantener un diseño vigente por más de medio siglo no es poca cosa.
Este 991.2 se ve muy actual, con una calidad de terminación digna de un auto de más de 100 mil dólares, con ópticas súper modernas, líneas cada vez más suavizadas, unas ruedas, discos de freno y cálipers a la altura de las circunstancias y bastante músculo.
Como anunciando de qué se trata.
POR DENTRO
Subirse a este Carrera S Cabrio es toda una experiencia. Y, para una persona de más de metro noventa, la experiencia comienza por meterse adentro de un auto que tiene la butaca a una distancia del suelo no mucho mayor a la de un karting. Lo que obliga a estar muy bien de rodillas y cintura.
Una vez adentro del habitáculo, todo es mucho más agradable y, sobre todo, pensado para el conductor. El tablero y la consola central totalmente envolventes y al alcance de la mano. Y millones de regulaciones para la butaca deportiva, con apoyacabezas integrado, y el volante. Altura, profundidad, inclinación, ajuste lateral, etc. Todas muy precisas. Todas eléctricas.
La calidad de lo materiales, como era de esperarse, es excelente. Cuero, costuras, plásticos, aluminio pulido. De todos ellos se percibe una calidad superior. Incluso algunos tornillos que quedan a la vista están ahí por una razón y aportan al nivel de detalle de un juguete de este nivel.
Dos cosas me llamaron la atención por sobre el resto. Primero, la sensación de las levas al volante de la caja PDK. Si bien es un sistema electrónico, la sensación al accionarlas es totalmente mecánica y está muy bien lograda.
Después está la pantalla multimedia. Y no me refiero a la cantidad de funciones que tiene, que son millones tanto para el auto como para el entretenimiento, sino a la respuesta precisa e inmediata a todo lo que se le ordena, además del nivel de experiencia gráfica que brinda. En cualquier momento del día y con todo tipo de luz, la imagen siempre se ve perfecta.
Otro aspecto destacable es la intuitividad (¿existe esta palabra?) del auto en general. En el único momento en el que le vas a errar la primera vez es cuando quieras darle arranque, porque como buen Porsche, eso se encuentra a la izquierda del volante.
El resto, a pesar de que la cantidad de botones sea enorme, está donde uno piensa que va a estar y toda la simbología la entiende el 99% de los seres humanos. El comentario minitah a bordo del 911 no podía faltar "¿para qué se usa ese botón con binoculares?", haciendo alusión a la selección del sistema de escape.
Por último, está la habitabilidad. Este auto fue pensado para que lo use una sola persona. No me importa que tenga tres memorias de posición del puesto de conductor y cinturones de seguridad para cuatro ocupantes, es un auto pensado para ser el chiche y la experiencia al volante del dueño, y su eventual acompañante en ocasiones.
No obstante esto, no podíamos dejar de ir a hacer un poco de ruido a Ocean Drive una noche. Así que, en un esfuerzo descomunal de las chicas para sentarse en las dos no-plazas traseras, y con techo abierto -no existe otra forma- logramos salir a dar una vuelta de a cuatro y que todos puedan disfrutar un poco de una experiencia abordo de un auto distinto.
Y eso es todo lo que se puede esperar, porque en el baúl -que se encuentra en la parte delantera- sólo caben dos valijas medianas (tirando a chicas).
SEGURIDAD
El equipamiento de seguridad no podía ser menos. Airbags de conductor y acompañante con dos modos de inflado, según la severidad del impacto. Porsche Side Impact Protection System (POSIP), que incluye protecciones laterales en las puertas y airbags de tórax y cabeza. Frenos a disco ventilados en las cuatro ruedas, los delanteros son de 350mm con cálipers de aluminio de seis pistones y los traseros son de 330mm con cálipers de aluminio de cuatro pistones. Sistema de protección anti-vuelco que dispara unas barras de protección ubicadas detrás de las plazas traseras en caso de ser necesario.
Y todo lo que no mencioné (ABS, EBD, ESP, ASR, HAC, etc) lo tiene, pero llevado a otro nivel.
A la fecha no se registran ensayos de impacto sobre ningún Porsche de la Serie 991 por ningún organismo, ni de Estados Unidos ni europeos. Algo que se supone usual en este tipo de autos de alto precio y volúmenes relativamente bajos de venta.
MOTOR Y TRANSMISIÓN
Se terminó la época de los motores atmosféricos para el 911. El 3.8 aspirado que equipaba a este modelo se convirtió en otra víctima del downsizing.
El corazón, trasero y longitudinal, del Carrera S Cabrio es nada más ni nada menos que un Bóxer 3 litros, seis cilindros, bi-turbo, 2.981 cc. con inyección directa e intercooler. Entrega la nada despreciable potencia de 420 caballos a 6.500 rpm y un torque máximo de 499 Nm entre 1.700 y 5.000 rpm. El corte está en las 7.500 rpm y cuenta con tecnología Start-Stop.
Asociado a esta tremenda planta motriz está una de las mejores transmisiones automáticas disponibles en el mercado: la Doppelkupplungsgetriebe de Porsche o PDK de doble embrague, con siete marchas. Y la versión que equipa a este 991.2 esconde algunos nuevos trucos bajo su manga, que merecen un párrafo aparte.
Un volante bimasa para reducir las vibraciones en bajas revoluciones, un sistema de interrupción que funciona con el start-stop del motor, apagándolo cuando desacelera en determinadas circunstancias, algo que Porsche denomina "perfil virtual de cambio intermedio" y que no es otra cosa que ambos embragues dejando "resbalar" los engranajes mientras transmiten fuerza y que permiten que la caja funcione como una especie de CVT, para mejorar la economía de combustible y reducir la carga a bajas velocidades. Es para situaciones en las que pasar a una marchas siguiente se traduce en una mala entrega de torque.
También existe la posibilidad de optar por una transmisión manual de siete marchas, que comparte muchísimos componentes con la PDK, entre ellos las relaciones de todos los cambios.
A esta altura podríamos hacer una nota sobre la transmisión y decir que, como beneficio, trae un Porsche Carrera S Cabrio de regalo.
COMPORTAMIENTO
El auto es toda una experiencia desde el momento en que te acercas a él, con las llaves en la mano -o en el bolsillo, porque tiene acceso keyless-. Y, cuando uno le da arranque, te sorprende tirando unas vueltas que te hacen dar cuenta de que lo que hay atrás tuyo es cosa seria. Y que hoy no es, simplemente, un día más en tu vida.
Así encarás la calle, con más ganas de acelerar que de vivir. Pero las calles y el tráfico de Downtown Miami no te la hacen fácil y vas avanzando de a poco. No es lo que hubieras deseado, pero esa media hora a paso de hombre te sirven para estudiar un poco el auto y comenzar a familiarizarte con todo. Algo que deberías haber hecho antes de arrancar el auto y no lo hiciste, porque la ansiedad ante todo.
Todavía la ruedita con la que se seleccionan los modos de conducción indica la O, de Normal obvio, y el sistema start-stop entra en acción cada vez que el auto se detiene. A todo esto me olvidé de mencionar que lo primero que hice fue bajar el techo, que tarda menos de 10 segundos en abrirse. Y una vez que esto sucede sos vo'.
Pero a medida que nos vamos alejando del centro y el ritmo del tráfico empieza a incrementar su marcha, y de repente se abre un claro en el medio de la autopista, ahí se me cruzó una y solo una idea por la cabeza: pisalo. Pero hay más dijo el payaso, porque este auto cuenta con el paquete Sport Chrono y hay un botón mágico en el volante, que al presionarlo te da 20 segundos de máxima respuesta de todo. Bueno, antes de pisarlo, apreté ese botón.
Y el auto se convirtió en una montaña rusa. La mejor a la que me haya subido jamás. Y que cuando la querés frenar, lo hace tan bien que tu cara quiere seguir de largo. Esos pocos cientos de metros que duró la primera acelerada me hicieron acordar a las escenas de Rápido y Furioso en que todo se convierte en una gran visión de túnel.
Me alcanzan los dedos de la mano para contar los autos de más de 400 caballos que tuve la oportunidad de acelerar con impunidad en mi vida. Todos los anteriores eran motores aspirados. Ninguno de los anteriores acelera con la violencia que lo hace este Porsche 911 Carrera S -tenga el techo que tenga-.
Con el Launch Control activado -modo Sport+ y ESP desactivado, pedal de freno apretado y acelerador a fondo- el cuenta vueltas se clava en las 6.000 rpm y de repente soltás el freno y ¡Pum! salís disparado como un misil. Alcanzar los 100 km/h te lleva 3,7 segundos, todas las veces igual.
Fue muy poco el tiempo que lo tuve, y seguramente me vaya a olvidar de mil cosas que ojalá sirvan para una sola cosa: que tenga que volver a probarlo. Pero espero que las que no me olvidé les puedan transmitir a ustedes la extremadamente agradable sensación de manejar esta joya de la ingeniería alemana.
El auto dobla fantástico y no hay chance de que te comas una curva. Las pocas en las que encontré la posibilidad de agarrarlas fuerte, el auto pareció ni enterarse. Ni hablar de rolar, eso no existe. Entre los neumáticos de perfil 30/35 y la suspensión súper firme te transmiten hasta una hoja escrita en Braile, pero no lo hace de una manera desagradable. Al contrario, es parte de la experiencia y te hace sentir que fue pensado así.
Párrafo aparte para la caja PDK. Todas las cajas automáticas con modo secuencial que había probado hasta ahora, son un chiste al lado de ésta. Empezando por algo que no hace al desempeño de la caja, pero sí a la sensación del conductor, que son las levas de aluminio detrás del volante. Están pensadas y desarrolladas de tal manera que, a pesar de que todo es electrónico, la sensación al accionarlas es totalmente mecánica.
Y después está la inmediatez de la respuesta de la caja. Para arriba, para abajo, de la manera que sea. Más deportivo el modo de conducción, más violenta e inmediata la respuesta de la caja y más conectado está uno con el motor y con el comportamiento general del auto. Tirás cambios como un campeón, y no podés parar. Y no se trata de andar rápido, sino de sentir el auto en cada acelerada.
De sólo acordarme no quiero hacer otra cosa que volver a manejarlo.
CONCLUSIÓN
Casi todos los días hago el mismo trayecto en Buenos Aires. Por suerte, todas las mañanas voy en contra del tráfico y tengo la dicha de no caer en las trampas de los eternos embotellamientos en la autopista. Y a la tarde lo mismo, regreso a casa en la dirección opuesta a la gran masa automotriz que huye de esta gran urbe.
Casi siempre lo hago en mi auto personal y en ocasiones en alguno de los que ingresan al garage de Autoblog. Pero ese trayecto, de ida y de vuelta, se ha convertido en el momento del día en que escucho la radio. Sin importar qué es lo que estoy manejando. Todo pasa a segundo plano, sólo escucho la FM.
Incluso, a veces, me pasa que no me acuerdo del trayecto. No me acuerdo cómo fui de A a B. Sólo recuerdo las noticias o la música que escuché.
No tengo los medios para comprar este 911, ni vivo en el país indicado para tenerlo. Y no tiene que ver con la inseguridad, sino con otros factores. En la Argentina, un Porsche 911 Carrera S Cabrio no baja de los 300.000 dólares, más los costos de ponerlo en la calle. Ni tampoco existe, como en muchos países del mundo, la posibilidad de adquirirlo con leasing, donde el cliente paga un determinado monto inicial y después hace desembolsos mensuales durante un período acordado. Normalmente, 36 o 48 meses.
Mientras, tanto el auto no es tuyo ni forma parte de tu patrimonio, con todos los beneficios que eso trae. Y al final del período, uno tiene la posibilidad de pagar por la opción de compra del auto o devolverlo, sacar un modelo nuevo y continuar con el leasing. Pero eso no existe y, de existir, ni me quiero imaginar las tasas.
¿A qué voy con todo esto? Si estuvieran dadas las condiciones para tener un 911 Carrera S, aunque eso signifique hacer un esfuerzo extra con el bolsillo, sin dudas iría corriendo a reservarlo. Así, todas las mañanas y las tardes en que hago el mismo trayecto, se transformarían en el momento más especial del día.
No habría posibilidad de aburrirse.
Matías Albín
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