Ram ya no es el nombre de una pick-up. Desde enero, es una más entre las marcas independientes del grupo Fiat Chrysler Automobiles.
Pero, ahora que lo pienso, en la Argentina el nombre Ram nunca fue sinónimo de pick-up. Su nombre evoca desmesura, grandes dimensiones, poderío, elevados consumos y un buen par de cuernos en la trompa. Recién después de eso, Ram podía llegar a calificar como “vehículo comercial liviano”, en algún ranking que no le hace justicia a su tonelaje.
Después de un par de años de ausencia en nuestro mercado –por motivos de cambio de generación y demoras en la homologación- Ram se relanzó en la Argentina en tres etapas. El 27 de septiembre se puso a la venta la 1500 naftera (ver nota), el 8 de mayo se presentó la 2500 turbodiesel (ver nota) y el 4 de junio se hizo el evento de presentación de la marca en el Off-Road Park de Cariló (ver nota).
En este momento se encuentra en el garage de Autoblog una 1500 Laramie. Tiene un motor naftero Hemi V8 de 5.7 litros, 393 caballos de potencia y 556 Nm de torque. Tracción integral, reductora y caja automática de seis velocidades. Mide 5,81 metros de largo, dos de alto y cuesta 59 mil dólares.
Está muy lejos de batir los récords de ventas de la Toyota Hilux, pero desde que se lanzó en septiembre, ya se patentaron más de 550 unidades. Juega sola. Las Ram son las únicas pick-ups full-size de nuestro mercado.
Tiene el andar confortable de un muy buen auto. El equipamiento de lujo de un gran sedán. Y la respuesta al acelerador de un V8. ¿Pero es un auto normal de pasajeros?
Durante estos primeros días, manejé la Ram sólo en ciudad. La aislación de la cabina es perfecta, la posición de manejo es tan elevada que nunca se pierde de vista el horizonte. Y la respuesta del motor es tan ágil que hay que tratar con mucho respeto al pedal derecho.
Los problemas, por supuesto, surgen al maniobrar en lugares estrechos. Estacionar demanda nervios de acero, pero también mucha suerte para encontrar semejante espacio vacío. En los garages de varios pisos, hay que maniobrar más de una vez hacia adelante y hacia atrás para seguir el recorrido de una rampa en espiral. Si no sobresale la trompa, lo hará la cola o alguna rueda morderá donde no debe.
Y vas a descubrir que la mayoría de esos estacionamientos tienen un límite de admisión ubicado en los dos metros de altura: en esos lugares, los 1.994 mm de la Ram pueden ser rechazados.
Definitivamente, la ciudad no es su hábitat. La Ram necesita las proporciones generosas de la ruta y las autopistas. Bien lejos del pavimento. Hacia allá iré en los próximos días.
Estaba pensando en todo esto cuando mi madre me llamó por teléfono. Tiene 83 años y alguna vez les conté sobre ella, fanática de Fangio y Maserati (ver nota). Como siempre, quiso hablar de autos.
-¿Qué auto tenés esta semana?
-Una Ram 1500 naftera, con motor V8. Es enorme, espectacular.
-¿Y qué vas a hacer este finde?
-Me voy de viaje. Tengo ganas de ir a la ruta y al campo.
-¿Me dijiste que tiene un V8?
-Sí, ¿por?
-Llevá plata, nene. Llevá plata.
C.C.
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