Fiat Auto Argentina presentó en el Sofitel de Cardales una batería de novedades para nuestro mercado. Llegó la Strada de 3 Puertas (ver nota de lanzamiento), la nueva Fiorino (ver nota de lanzamiento) y el restyling del Linea (ver nota de lanzamiento).

Pero la estrella del evento fue la esperada 500L (ver nota de lanzamiento), una minivan inspirada en el Cinquecento, que se había mostrado a modo de avant-premiere hace ya un año, en el Salón de Buenos Aires.

Autoblog tuvo la oportunidad de manejarla durante medio día, en rutas y recorridos urbanos. La crítica completa se reproduce a continuación.

POR FUERA

No hay dudas, el 500L es el hermano “largo” del Cinquecento. No sólo lo dice su nombre, sino también su diseño. La trompa redondeada y simpática no dejan lugar a dudas sobre su fuente de inspiración. Y, como su hermano pequeño, se lo ve muy cuidado en los detalles, con ópticas de diseño esmerado, picaportes cromados y unas lindas llantas de aleación de 17 pulgadas.

Todos los 500L vienen con pintura uniforme de la línea de cintura hacia abajo. Y todos traen los parantes de las ventanillas pintados de negro. Es un truco óptico para darle un aspecto más esbelto, menos rechoncho. En opción, se puede elegir el techo de un color diferente. La unidad de las fotos lo tenía negro, pero también se puede encargar en blanco. El precio de este opcional no fue informado.

Con un largo total de 4,15 metros, el 500L es 60 centímetros más extenso que el 500 normal. La distancia entre ejes aumentó 31 centímetros hasta llegar a 2,61 metros.

De este modo, el 500L compite de manera directa contra otras minivans de nuestro mercado: Chevrolet Spin (4,36 metros, leer crítica), Citroën C3 Picasso (4,09 metros, leer crítica) y otros vehículos de planteo familiar, como el Honda Fit y la VW Suran.

Hay que destacar que las similitudes con el Cinquecento se limitan sólo a la estética. Debajo de la carrocería se oculta una plataforma completamente distinta: es la GM-Fiat Small, que utilizan por ejemplo la Dobló (leer crítica) y el Alfa Romeo Mito (leer crítica).

POR DENTRO

La unidad de pruebas venía con otro opcional, cuyo precio tampoco se informó: el techo panorámico de 1,5 metros cuadrados de superficie, que aumenta la sensación de espacio interior y lleva luz hasta la altura del baúl. No se abre, es fijo, pero incluye una cortina de accionamiento eléctrico, para evitar que el sol recaliente demasiado el habitáculo.

La butaca del conductor es regulable en altura y las dos plazas delanteras tienen asientos calefaccionables. También cuentan con ajuste lumbar, mediante un mecanismo eléctrico. El volante se regula en altura y profundidad, así que no es demasiado difícil encontrar una posición cómoda de manejo. De todos modos, la 500L no oculta su espíritu minivan y el conductor sentirá que maneja un poco por encima de la media del tráfico.

La butaca trasera está homologada para tres pasajeros, aunque en la práctica sólo caben dos adultos y un niño pequeño. El problema es el ancho, no el espacio para las piernas: este último es muy generoso, ya que la butaca tiene desplazamiento longitudinal y respaldo de ángulo variable. Y no se mueve todo junto, sino que lo hace por un tercio o dos tercios.

Esto permite variar la capacidad del baúl, que oscila entre 343 y 400 litros de capacidad. La zona de carga viene con una cortina para ocultar el equipaje y una bandeja rígida para separar objetos en dos pisos diferentes. Debajo del baúl se encuentra la rueda de auxilio: es chiquita, de uso temporario.

El 500L viene de serie con climatizador automático, control de crucero y volante multifunción en cuero. El menú multimedia está bien cubierto por una pantalla táctil de 5 pulgadas, con puerto USB y Bluetooth. No hay posibilidad de instalar GPS.

La calidad de terminación es muy buena, con detalles en goma blanda sobre la consola e inserciones cromadas en los comandos del climatizador y los picaportes internos. En Autoblog ya dijimos varias veces que el 500 es el Fiat de mejor calidad que se vende en la Argentina. Y el 500L lo confirma una vez más.

SEGURIDAD

En este rubro es donde el 500L se despega con facilidad de la competencia. Viene de serie con seis airbags, frenos ABS, control de estabilidad, control de tracción (ambos desconectables), asistencia al arranque en pendiente, anclajes Isofix y un opcional inédito para su segmento: el City Brake Control, un radar que detecta la posibilidad de un choque y que, por debajo de los 30 km/h, acciona los frenos de manera automática para evitar el impacto. En la Argentina, sólo algunos Volvo y Mercedes-Benz ofrecen este sistema.

El 500L ya fue sometido a las pruebas de choque de EuroNCAP. Una versión 1.4 idéntica a la que se vende en Argentina recibió la calificación máxima de cinco estrellas, con 94% de protección para adultos, 78% para niños y 65% para peatones.

Es la minivan más segura del mercado argentino.

MOTOR Y TRANSMISIÓN

El 500L no sólo comparte plataforma con la Dobló: también la motorización. Llega a nuestro país con el motor Fire 1.4 16v. Tiene 1.368 centímetros cúbicos, inyección multipunto, 95 cv de potencia a 6.000 rpm y 127 Nm de torque a 4.500 rpm.

Lo que sí cambia es la transmisión: en lugar de una caja de cinco velocidades hay una de seis marchas. La tracción es delantera.

COMPORTAMIENTO

El recorrido de la prueba de manejo incluyó un trayecto por las calles internas del barrio privado que rodea al Sofitel de Cardales (con pavimento impecable), un recorrido urbano por el centro de Campana (con asfalto en pésimo estado) y tramos de autopista por la Ruta 9.

Lo primero que llama la atención es la excelente insonorización del habitáculo. El motor es muy silencioso y la cabina está bien aislada del exterior. Y lo segundo que se hace notar es: la falta de empuje del motor.

Se trata de un 16 válvulas de la vieja escuela, esos que exigen ser llevados a régimen muy alto para reaccionar con decisión. En sexta marcha y a 120 km/h, el motor trabaja a sólo 2.500 rpm, pero si en esa circunstancia se pisa el acelerador a fondo, el resultado es pasmoso: nada ocurre, nada cambia, nada reacciona. Recién unos largos segundos después el motor comienza a mostrar signos de vida y a trepar de vueltas.

Para hacer adelantamientos con seguridad, la quinta y sexta marcha del 500L no sirven, hay que rebajar por lo menos a cuarta y exigir a fondo el motor hasta la zona roja del tacómetro, ubicada en las 6.000 rpm.

No voy a decir que estas reacciones lentas me hayan tomado desprevenido. Ya conocía este temperamento, tras haber manejado la Dobló y la Qubo hace más de un año. Es sólo que esperaba reacciones un poco más vivaces, como las del 500 1.4. Pero el 500L no sólo es más largo, también es mucho más pesado que el Cinquecento: 1.080 contra 1.245 kilos. Los 165 kilos extra equivalen a llevar siempre de acompañante a dos amigotes invisibles, pero rellenitos.

No fue posible medir las prestaciones, pero Fiat declara una velocidad máxima de 170 km/h y una aceleración de 0 a 100 km/h en 14,7 segundos.

El andar es confortable. Rebota un poco en el asfalto irregular, pero no tanto como el Cinquecento. El 500L tiene un esquema independiente de suspensiones McPherson adelante y barra de torsión atrás. La dirección es suave y menos comunicativa que en el Cinquecento. Y los frenos son más que correctos, con discos en las cuatro ruedas (los de adelante, ventilados).

CONCLUSIÓN

El comportamiento dinámico del 500L puede defraudar al que se baje de un Cinquecento, pero no sorprenderá a quien ya haya manejado una Qubo, una Dobló o varias otras minivans de este segmento. Se trata, en definitiva, de un vehículo pensado para crucerear en familia. Y eso lo puede hacer con bastante dignidad.

El 500L viene a completar la oferta de vehículos familiares de Fiat, que ahora es una de las más completas de nuestro mercado. Tiene propuestas tan variadas como el Idea, la Palio Weekend, las Dobló y Qubo.

Y el Cinquecento Lungo se posiciona al tope de esta gama, con el diseño más atractivo, pero también con el precio más elevado: 222.500 pesos.

Es la minivan más cara de su segmento, pero también la más simpática. Y la más segura, por lejos. Es un Cinquecento infladito, que hace un gran esfuerzo por presentar una propuesta, más madura, más racional y menos caprichosa.

Lo consigue sólo en parte.

Carlos Cristófalo
Agradecimiento: Hernando Calaza

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Ficha ténica Fiat 500L

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Crítica: Fiat 500L

El 500L tiene del Cinquecento sólo la inspiración estética. Debajo de la carrocería tiene mucha más herencia de la Dobló.

Crítica: Fiat 500L

Los parantes de las ventanillas son negros en todos los 500L. El color del techo puede ser negro o blanco, en opción.

Llantas atractivas, ópticas modernas, líneas jugadas. Se fabrica en Serbia, pero es bien italiano.

El techo panorámico es opcional. La butaca trasera corrediza y reclinable es de serie.

La calidad de terminación, como en todos los 500, es la mejor de Fiat en la Argentina.

El tablero es simple y claro. La computadora de abordo se ve un poco anticuada.

Crítica: Fiat 500L

Pantalla táctil y multimedia de cinco pulgadas. Es completa y práctica. Algunos podrían reclamar GPS y cámara de retroceso.

Caja de seis velocidades, botón para desconectar el control de tracción y freno de mano de exótico diseño.

El baúl viene con bandeja superior y un estante rígido para separar la carga.

Crítica: Fiat 500L

El motor es el mismo de la Dobló. No hay que exigirle prestaciones deportivas.

Por diseño y seguridad, el 500L es una referencia clara entre las minivans. El precio le juega en contra.

Crítica: Fiat 500L

El 500L sonríe. Autoblog, también.

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