En 1923, Ugo Sivocci era famoso por ser el piloto menos afortunado de la escuadra Alfa Romeo. Sivocci conocía mucho los autos y tenía gran talento, pero la falta de suerte lo relegaba siempre por detrás de sus tres compañeros: Antonio Ascari, Enzo Ferrari y Giulio Masetti.

Para combatir la mala fortuna, Sivocci pintó un cuadrado blanco, con un trébol verde de cuatro hojas, en la trompa del Alfa Romeo con el que corrió la Targa Florio. Y ganó.

Pero la alegría le duró hasta bajarse del auto. Los mecánicos italianos, campeones de la superstición, le daban el crédito de la victoria al quadrifoglio verde, no al piloto.

Para silenciar las habladurías, Sivocci decidió correr la competencia de Monza sin el trébol. Y perdió la vida en un accidente.

En el acto, la leyenda del trébol de la suerte dejó ser una simple superstición y se convirtió en la religión oficial de Alfa Romeo. Desde la temporada siguiente, todos los autos de la escuadra italiana lucieron un Quadrifoglio Verde, pero ya no enmarcado en un cuadrado, sino en un triángulo. El vértice amputado simboliza la ausencia de Sivocci.

La vida es una sola y no está mal seguir algunas señales del destino. Así parece haberlo interpretado Agustín, un Alfista bien conocido por los lectores de Autoblog (leer historia), quien por estos días celebra la llegada al hogar de su nueva criatura.

C.C.

En el garage de Autoblog: Alfa Romeo Giulietta Quadrifoglio Verde
Motor 1.8 turbo, con 235 caballos de potencia. Cuesta 65.900 dólares. La crítica completa se publicará la semana que viene.

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