El Fiat Qubo es un utilitario que llega importado de Turquía. Hay versiones de pasajeros y carga (llamada Fiorino Qubo), pero todas utilizan el mismo motor 1.4 8v con 73 caballos de potencia.

La unidad que se encuentra en este momento en el garage de Autoblog es una versión Dynamic de pasajeros. Y cuesta 95.600 pesos.

El Qubo –o “la Qubo”, como muchos la llaman, por considerarla una van o furgoneta- tiene varias particularidades que merecen ser analizadas. Pero hoy vamos a focalizarnos sólo en una de ellas: su impuntualidad.

Así es, pareciera que la Qubo siempre llega tarde a todos lados. En la Argentina, se presentó en diciembre del año pasado (ver nota de lanzamiento), más de dos años y medio después de que se lanzara a la venta en Europa.

Pero la comercialización de la Qubo en nuestro país no fue inmediata. Su llegada a los concesionarios se programó en primer lugar para enero, pero recién se concretó a fines de marzo y comienzos de abril.

Todo hay que decirlo: la impuntualidad no es siempre culpa de la Qubo. En este último caso, se trató de una más de las tantas demoras que están teniendo los trámites de homologación de nuevos autos en la Argentina.

Este papeleo, que es el que permite que un auto pueda ser patentado y asegurado, lo lleva adelante el Instituto Nacional de Tecnología Industrial. Se trata de un organismo autárquico que depende del Ministerio de Industria.

Por las oficinas del INTI pasan, de manera inexorable, las carpetas con la información técnica y de equipamiento de todos los autos que están a punto de lanzarse a la venta. Sean nacionales, regionales o importados.

Según fuentes de las automotrices consultadas por Autoblog, la demora en esos trámites varía de manera radical de una marca a otra. Algunas tardan tres meses en completar una homologación y otras demoran nueve meses. Y más también.

Desde fines del año pasado, los trabajadores del INTI iniciaron una protesta gremial que prácticamente paralizó al organismo. Reclaman por la rebaja del 6,5% en los salarios que sufrieron desde diciembre y piden la restitución de un bono anual de dos mil pesos, que venían recibiendo desde hace una década.

El conflicto en el INTI no afecta sólo a la industria automotriz. Sus técnicos controlan desde la calibración de la balanza de tu verdulero hasta el índice de plomo presente en la pintura con la que decoraste la habitación de tu hijo. Escrutan desde el enchufe de tu heladera hasta la calidad del combustible que cargás en el auto.

Incluso, la gente del INTI tiene suficiente iniciativa propia como para pensar en vehículos con sello propio, como la versión civil del Gaucho (ver nota) o el curioso Sacha (ver nota).

Pero todos estos proyectos, trabajos, controles y procesos de homologación están literalmente detenidos desde hace meses.

Las protestas de los empresarios afectados por los trámites congelados llegó a oídos de la presidenta Cristina Kirchner. Y esta semana se le pidió la renuncia al titular del INTI, Guillermo Fermín Salvatierra.

Es de esperar que el conflicto llegue pronto a una solución. Lo menos que necesita el mercado automotor argentino, justo en este momento, son nuevas trabas para que la gente cumpla con el sencillo sueño de comprarse un auto nuevo, moderno… y homologado.

C.C.

En el garage de Autoblog: Fiat Qubo Dynamic

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