Texto de Diogo de Oliveira
Fotos de Guilber Hidaka
Cuando el mercado automotor se abrió a los autos importados, a comienzos de los años ’90, tener una SUV en el garage era “cosa de rico”. Además de escasos, las famosas “camionetas 4x4” eran grandes y costaban una fortuna.
Por eso mismo, la Ford EcoSport literalmente revolucionó el segmento cuando arribó en 2003. Fue la primera SUV chica del segmento, incluyendo una versión 4WD, y se convirtió en una alternativa accesible, especialmente para la clase media.
Ya pasó casi una década de aquél hito y la competencia tardó bastante en reaccionar. Las dos últimas novedades para este segmento provinieron de marcas francesas y se presentaron el año pasado. Ambas fabricadas en Brasil, en abril llegó la Citroën C3 Aircross y en octubre arribó la Renault Duster.
Las dos marcas cerraron el 2011 celebrando las buenas ventas de estos dos modelos. La Aircross patentó 4.341 unidades en la Argentina, más del doble de la variante civilizada C3 Picasso, con 2.061 unidades. La diferencia en Brasil fue aún más marcada: 16.700 Aircross contra 5.000 Picasso.
La Renault Duster, por su parte, necesitó apenas un mes para superar en ventas a la exitosa EcoSport. En la Argentina ya se vendieron 4.264 unidades, mientras que en Brasil ya acumula 9.388 patentamientos.
No hay dudas. Hasta ahora, la Duster es un suceso en ventas mucho mayor que la C3 Aircross. ¿Y dónde está la clave de este éxito?
Por fuera
En buena parte, el secreto habría que buscarlo en las formas. Mientras la C3 Aircross es una minivan disfrazada de jeepinho (con la rueda de auxilio colgando del portón trasero), la Duster tene porte y trazos claros de SUV.
Y esa sensación no es sólo visual. Basta con acceder al interior para advertir que las diferencias resultan aún más nítidas. La Duster es más alta en relación al suelo y tiene un habitáculo más rústico. A pesar de su exterior aventurero, la Aircross apuesta en su interior claramente al confort y la estética.
Por más que la Duster comparta muchos componentes con los Logan y Sandero, resulta evidente que los clientes la perciben con más claridad como un sport utility. La C3 Aircross apunta en cambio al público que busca las comodidades típicas de una minivan, con techo bien alto, parabrisas panorámico y hasta retrovisor extra para vigilar a los niños del asiento trasero.
Si no fuera por los aderezos off-road, la Aircross ni siquiera podría tomar parte de este segmento. Pero los accesorios están ahí y la comparativa es válida.
Por dentro
Durante el lanzamiento de la Aircross, Citroën hizo hincapié en resaltar la calidad superior de los materiales que recubren su interior. En esa época, la intención era diferenciarse de la EcoSport, cuyos revestimientos siempre fueron criticados por ser muy similares a los del Fiesta, del cual deriva.
Y hay que reconocerlo: el interior de la Aircross está un escalón por encima de la EcoSport, tanto en calidad, como diseño y terminación. Los materiales son indiscutiblemente más seductores, con texturas agradables y detalles metalizados.,
En la Duster, la vida abordo tiene menos lujos. El ambiente es bastante despojado, hasta más allá de lo que resulta deseable, en clara línea con la actual EcoSport. La sensación que transmite es la de estar a bordo de un Logan o un Sandero, modelos de bajo costo desarrollados bajo la misma plataforma B0, que también utiliza la Duster.
En la práctica, el Renault tiene la terminación de un auto chico, con todo el interior cubierto por piezas plásticas de aspecto simple. Se notan algunos esfuerzos puntuales con algunos materiales de texturas más agradables, pero a modo general la terminación decepciona.
Sin embargo, la Duster tiene otras virtudes. La principal de ellas es el espacio interior, mucho más amplio y con mayor cantidad de portaobjetos que su rival de Citroën. Incluso el techo de la Duster cuenta con un funcional portaobjetos, que tan sólo peca por carecer de un revestimiento más cuidadoso.
En el Citroën, la gran virtud de su interior corre por cuenta de su parabrisas tripartito, que ofrece una espectacular visión panorámica. El cuadro de instrumentos también merece ser destacado, con una mejor visualización de las informaciones que en la Duster.
Más allá de que la iluminación del panel sea pobre, la Duster utiliza el mismo (e insulso) visor con fondo naranja de la dupla Sandero/Logan.
En términos de precio, la Aircross tiende a convencer más que la Duster por sus terminaciones de mejor calidad y su diseño interior más cuidado. La Aircross también ofrece elementos –como airbags laterales, sensor de lluvia y GPS integrado a la consola- que la Duster no ofrece ni siquiera en sus versiones más caras.
En Renault, pareciera que apostaron a lograr el precio más bajo posible en las versiones 1.6, reservando los detalles más sofisticados para las variantes 2.0. Por eso mismo, mientras la C3 Aircross 1.6 oscila en la Argentina entre 93.800 y 116.500 pesos, la Duster 1.6 va de 85 mil a 91 mil pesos.
Comportamiento
Hasta aquí, las diferencias entre la Aircross y la Duster fueron bastante grandes. Pero a la hora de las pruebas, los números fueron bastante similares, con una leve ventaja para el modelo de Renault.
En los números del test, la Duster sólo perdió frente a la C3 Picasso en la recuperación de 40 a 80 km/h en tercera: 8,1 segundos contra 8,5 segundos. La explicación está en el escalonamiento más corto de las relaciones del cambio de Citroën, desarrollado así para amenizar la falta de vigor del motor 1.6 de 110 cv, con 1.390 kilos de peso.
La Duster también tiene 110 caballos, pero es algunos kilos más liviana. En aceleración marcó 13,3 segundos, contra 14 de la Aircross.
En la prueba de frenado hubo un empate técnico: 27,2 metros para el Renault contra 27,4 metros para el Citroën en la prueba de 80 km/h a 0. Sin embargo, esta ligera superioridad de la Duster no es tan perceptible en el manejo cotidiano. Los dos modelos tienen desempeños muy parecidos y ninguno de ninguno de los dos deben esperarse prestaciones deportivas o entusiasmantes.
La mayor diferencia entre los dos modelos radica en el comportamiento dinámico. A pesar de ser más alto, el Renault tiene trochas más anchas y unas suspensiones bien puestas a punto, con un nivel de confort certero, sin afectar el equilibrio en rectas y curvas.
El Citroën también agrada al volante y transmite seguridad, pero apela más al confort, con una dirección liviana. En la vida urbana, la Aircross es más fácil de maniobrar, pero a velocidades mayores la Duster transmite una confianza superior al conductor.
Y si la intención es realizar un paseo fuera del pavimento, ahí ya nos encontramos ante un abismo entre ambos modelos. El Citroën no tiene un gran despeje del suelo y se complica su manejo en terrenos resbaladizos, como el barro.
El modelo de Renault tiene una mayor distancia al suelo y unos razonbles ángulos de entrada (30°) y salida (35°), que permite un buen nivel de diversión.
De cualquier modo, quien busque un verdadero vehículo off-road debería apuntar a la versión Duster 2.0 4WD, que posee un desempeño muy bueno para aventuras más salvajes.
Conclusión
Confieso que me decepcioné un poco cuando subí por primera vez a una Renault Duster. Por un precio a partir de 85 mil pesos en la Argentina esperaba un nivel de terminación más acorde a su valor.
La Citroën C3 Aircross sí ofrece la calidad y el diseño interior del que carece su rival, pero peca en la relación costo/beneficio. Y, encima de todo, a favor de la Duster pesa mucho su diseño de verdadero SUV.
Por más que la Duster sea parte de una familia de modelos de bajo costo, su porte se impone con claridad para los clientes que buscan un vehículo aventurero, claramente por encima de la filosofía minivan de la C3 Aircross.
Estética más rústica y robusta para el habitáculo de la Duster.
A pesar de tener la rueda de auxilio en el exterior, el baúl de la C3 Aircross tiene 403 litros de capacidad.
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