Hubo que esperar dos años, pero por fin el Renault Mégane III RS está en la Argentina. Lo viste en Pinamar, lo viste en ExpoAgro, lo viste en el Salón de Buenos Aires, lo viste como safety car de la Fórmula Renault y al fin lo vas a ver en la calle.

La llegada del Mégane III RS a la Argentina, con un precio de 49 mil dólares, marca el desembarco de la divisón RenaultSport a nuestro país. Se trata del departamento de competición del Rombo, encargado de la producción de motores de Fórmula 1 (Red Bull, Lotus y Williams), de las categorías de competición monomarcas (World Series by Renault, Clio Cup, Mégane Trophy, Rally Trophy, Fórmula Renault) y de las series especiales de producción (Gordini, GT Range, GT Line, Cup y RS).

El arribo local de RenaultSport en este momento no es casual. La categoría WSbyR tiene planeado desembarcar en Latinoamérica en los próximos años y la marca proyecta aumentar de manera paulatina la cantidad de versiones RS en sus gamas locales. Para eso ya se nombró una red de 16 concesionarios especializados en la Argentina, que se encargará de atender estos productos de manera exclusiva. Se trata de la segunda Red RS más grande del mundo, después de la de Japón.

De todos modos, se sigue tratando de autos muy exclusivos y de nicho. En el 2010 se vendieron en todo el mundo apenas 38 mil Renault RS. En la Argentina, Renault espera vender sólo 200 unidades del Mégane III RS durante todo el 2012.

Durante la presentación se comentó incluso que se analizó la posibilidad de vender también el Clio III RS (203 cv) en nuestro país, pero se descartó por “encontrarse al final de su ciclo de producción”. ¿Llegará con el inminente Clio IV? Ojalá. ¿Y un Renault Fluence GT Line? Apuesten a que sí.

El regreso del Rombo al espíritu deportivo es una buena noticia, esperada durante un buen tiempo por los fanáticos de la marca. La firma que se hizo famosa por el Torino, la Fuego y el Clio Williams, por fin vuelve a ofrecer una coupé de raza.

¿Y a quién piensa venderle Renault este Mégane RS? Básicamente, a hombres de entre 35 y 50 años, con buen nivel económico y varios autos en su garaje. De manera curiosa, en la conferencia de prensa se ilustró este target con una foto de Martín Palermo. Lo juro.

Tanto por fuera como por dentro, las diferencias con el Mégane III turco que se vende desde hace un año son abismales. Guardabarros ensanchados, un espectacular kit aerodinámico, butacas Recaro, frenos Brembo (ventilados, de 340 y 290 mm, con pinzas rojas) y llantas deportivas negras de 18 pulgadas.

De serie, el Mégane III RS viene sin rueda de auxilio, tan sólo con un kit de reparación. Para la Argentina, sin embargo, se ofrecerá con un auxilio homogéneo. La carrocería sólo permitirá optar entre dos colores: Amarillo Sport y Negro Nacré.

Entre las ayudas a la conducción se destaca el RS Dynamic Management, un control de estabilidad con tres modos: On, Sport y Off, este último sin ningún tipo de asistencia.

El motor es el F4R turbo, con intercooler, sistema de admisión exclusivo, 250 caballos de potencia y 340 Nm de torque. La caja es manual, de seis velocidades.

El chasis tampoco es convencional. Se trata del bastidor llamado Cup, que no tiene nada que ver con el del Mégane III normal. Está más rebajado, tiene una barra estabilizadora más grande y viene con diferencial de deslizamiento limitado. El tren delantero viene con pivote independiente y permite limitar el retorno de torque a la dirección, para mejor precisión en pista.

Lo manejé esta mañana en el autódromo de Buenos Aires. Fueron sólo cuatro vueltas, sobre el circuito 8, pero con un instructor de lujo en la butaca derecha: Guillermo Ortelli. Pensé que el múltiple campeón argentino me iba a retar y corregir en cada curva por mi horrible técnica de manejo. Me equivoqué. El gran Guille se limitó a decir: “En esta curva no frenes tanto. Doblá como venís. Acá no hace falta que rebajes, seguí en cuarta a fondo”.

Las únicas que sufrieron esas órdenes fueron las Michelin Pilot Sport 235/40 ZR18, que emitieron su canto de sirena en las curvas más veloces, limando su exquisito dibujo sobre el penoso asfalto del Gálvez.

La otra sensación acústica que transmite el RS, inolvidable, es el sonido de su motor. La Nissan GT-R que manejé hace unas semanas (leer crítica), con todos sus HP de Godzilla, no sonaba tan bien como este cuatro cilindros. El secreto está en el sistema sonorización que Renault llama “Sound Pipe”. Se trata de un sistema adosado al escape, que transmite una mayor presencia del motor en el habitáculo y el exterior.

Por lo demás, se trata de un auto que es puro nervio. El embrague es un poco tramposo en las salidas desde parado, pero cuando le agarrás el pie te dispara de 0 a 100 km/h en 6,1 segundos. Y acelera sin parar hasta casi 250 km/h.

El turbo empieza a soplar con fuerza ya por debajo de las 2.000 rpm. El motor trepa de vueltas con alegría hasta bien adentro de la zona roja. Recién a las 6.500 rpm se oye un pitido de alerta y medio segundo después se produce el corte de inyección.

La caja es muy precisa -aunque el recorrido de la palanca es algo largo- y los frenos son asombrosos. Pero, lo mejor de todo, es la sensación de integración con el auto. Me explico: la butaca Recaro es dura y delgada, pero abraza tu cuerpo como la más cariñosa de tus novias. El volante forrado en cuero, cosido a mano, tiene excelente tacto. Hasta el apoyo para el pie izquierdo es generoso. La sensación es la de tener a cada poro de tu cuerpo conectado a una pieza mecánica del auto. Ya quedan pocos autos así.

En la butaca trasera hay espacio para dos personas. Pero los adultos viajarán incómodos. Y los niños gritarán demasiado. La suspensión es genial para un autódromo, pero resultará dura en la ciudad.

No es un auto confortable. Tampoco barato. Ni siquiera racional. Renault tiene razón en decir que es un capricho reservado para quienes tengan más de un auto en su garaje. Y para quienes busquen un juguete divertido para el fin de semana.

No sé si Martín Palermo se comprará un Mégane III RS. Pero si yo tuviera el saldo de su cuenta bancaria, no lo dudaría.

C.C.

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Crítica: Renault Mégane III RS
Renault Argentina se adueñó esta mañana del Gálvez, con siete unidades del Mégane RS.

Crítica: Renault Mégane III RS
Guillermo Ortelli, instructor de lujo para Autoblog.

Crítica: Renault Mégane III RS
La butaca Recaro es soberbia. La posición de manejo es perfecta.

Crítica: Renault Mégane III RS
El tratamiento aerodinámico RS esconde algo aún más importante: el chasis Cup.

Crítica: Renault Mégane III RS
La vista trasera es la más espectacular.

Sólo dos colores disponibles: Amarillo Sport y Negro Nacré.

Crítica: Renault Mégane III RS
El circuito 8 del Gálvez fue un parque de diversiones para el RS.

Crítica: Renault Mégane III RS
¿Competidores directos? VW Golf GTi y Peugeot RCZ. Las generalistas por fin redescubrieron el segmento deportivo.

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