Texto de Aurora Eastwood
Desde Inglaterra - Por empezar, digamos que este auto no es del agrado de todo el mundo. Ni siquiera de los fanáticos de los autos deportivos. La gente que consume autos veloces suele dividirse en dos categorías.
1. Aquellos para quienes el emblema sobre el capot es tan importante como la performance (o incluso más aún).
2. Aquellos que piensan que la ingeniería, el comportamiento y la performance son mucho más importantes que los emblemas.
En la Categoría 1, como ya se habrán imaginado, nos encontramos usualmente con los propietarios de Ferrari, Porsche y Lamborghini.
No hay nada malo con esas marcas. Los autos que fabrican son increíbles. Pero también lo hacen otros fabricantes.
En la Categoría 2, nos encontramos a los usuarios de autos con marcas más comunes, como Nissan, Mitsubishi y Subaru. Pero, claro, esta clase de persona no consume cualquier variante de esas marcas. Sólo las que tienen segundos apellidos como GT-R, Evo o STi.
No les voy a mentir. Si pudiera, me compraría un Nissan GT-R sin pensarlo dos veces. Ese auto es una verdadera obra maestra de la ingeniería. Es uno de los autos de calle que ha girado más rápido en el circuito de Nürburgring. Se comporta como ninguna otra máquina en el planeta. Y, sistemáticamente, quiebra las leyes de la física.
Sin embargo, aunque es mucho más barato que los superautos italianos a los que supera en performance, sigue sin ser un auto barato para comprar.
¿El siguiente en la lista? El Mitsubishi Evo X. Más específicamente, el FQ-360.
Con este auto, Mitsubishi se superó a sí mismo. Las encarnaciones previas del Evo eran más crudas y agresivas, pero así y todo no doblaban tan bien como en esta versión.
De hecho, ninguna otra máquina sobre la ruta dobla tan bien como el FQ-360. Las curvas que en un Porsche o en una Ferrari debés encarar a 90-100 kilómetros por hora, en un Evo X las podés trazar a 150 km/h.
Y no estoy exagerando. Este auto se agarra al asfalto y transmite tanto control a altas velocidades que dejaría literalmente patas arriba y aplastado a un 911.
No sólo eso: esta versión acelera de 0 a 100 km/h en 4 segundos clavados. El FQ-360 tiene un escape deportivo, que le otorga unos caballos extra de los 360 declarados y un sonido increíble –además de que con este agregado regula bastante mejor.
Este auto no solo lo manejé en ruta y ciudad, sino que también lo llevé a la pista. Me estuve divirtiendo con él un buen rato en Goodwood hace unos días. Fue, sencillamente, épico.
Pero lo más divertido es conducirlo sin rumbo determinado hasta encontrar una bonita ruta con buenas curvas. Si es tarde, por la noche, mejor aún.
Hace poco descubrí que hay una ruta perfecta no muy lejos de mi casa. Son 50 kilómetros de curvas y buen asfalto. Resultó ser que era un secreto oculto por varios fanáticos de la velocidad, así que cada vez que aparezco por ahí me siento acompañada. Hay superbikes y autos de BMW, Subaru y Porsche.
¿Y adivinen qué? Ninguno. De ellos. Puede. Seguirme el ritmo.
Cuatro segundos para alcanzar los 100 km/h es un excelente tiempo. Es mejor de lo que puede lograr cualquier Aston Martin o Audi R8 actual. Es más rápido que casi todas las variantes del Porsche 911 y que muchas Ferrari.
Pero es en las curvas donde el Evo X los aplasta sin misericordia. En las rectas, muchas superbikes me adelantan, pero cuando llega la parte trabada estoy encima de ellas en un segundo.
El control de tracción programado para el FQ-360 es un demonio inteligente. Utiliza el sistema S-AWC (Super All Whell Control), que fue desarrollado para los autos rally con el fin de monitorear el torque que se transmite a cada rueda en cada momento.
Es un sistema eléctrico e hidráulico, cuyo secreto está guardado en un recipiente ubicado en un rincón del baúl. El resultado es… increíble.
Es imposible manejar este auto despacio y, como resultado de ello, el consume de combustible es horrendo.
Sin embargo, es tan veloz, tan ágil y tan divertido que vale cada mililitro de súper sin plomo que le cargo.
Sólo este auto sabe ponerme esa cara de felicidad en mi rostro y acelerar mi corazón cada vez que lo manejo.
Este auto es salvajemente, insanamente, brillante.
Y es mío.
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