Por Ricardo Sant'Anna
Desde Rio de Janeiro

“La bravura ha vuelto”. Este es el lema con el que Fiat presentó esta semana en Brasil el nuevo Bravo, un flamante hatchback del segmento compacto que llegará a la Argentina el año que viene para competir contra el Citroën C4, el Ford Focus II y el Renault Mégane III, entre otros.

La estrategia de la marca en la región será agresiva y se sustentará en la tecnología que incorpora este modelo, que ya se fabrica en Brasil con tres años de desfasaje con respecto al mercado europeo, donde tiene buenos números de ventas, sin llegar a ser espectacular.

La revista AutoEsporte, aliada de Autoblog.com.ar, probó las diferentes versiones del nuevo modelo sobre un recorrido de 50 kilómetros en Rio de Janeiro y en el autódromo de Jacarepaguá, o lo que quedó de el.

“Este auto marca un nuevo ciclo para Fiat, con una inversión de cinco mil millones de dólares para Brasil”, afirmó Cledorvino Belini, presidente regional de la automotriz italiana. Y el Bravo llega para recalentar aún más un segmento bastante agitado, que representa el 6% del Mercosur.

En Fiat, sin embargo, admiten que no esperan superar a los líderes. ¿Será una previsión realmente baja o una simple estrategia de sorpresa? El tiempo y los consumidores lo dirán.

Las versiones para el mercado argentino aún no fueron definidas, pero en Brasil habrá tres versiones con dos motorizaciones: Essence, Absolut (ambas con el E.TorQ 1.8 16v de 130 cv) y el T-Jet (1.4 turbo de 152 cv).

El diseño del auto llama la atención en un segmento donde la marca nunca logró grandes ventas. Tras la retirada del Stilo, el nuevo Bravo apuesta a una imagen tan refinada que recuerda a algunos diseños de Alfa Romeo.

La trompa del Bravo recuerda al Punto, aunque con mayores dimensiones. La parte trasera tiene algo del Alfa Mito. Las medidas son: 4,33 metros de largo; 1,79 metros de ancho y 2,60 metros de distancia entre ejes, mientras que la altura es de 1,48 metros.

La versión Essence 1.8 viene con caja manual, pero puede optar por una variante con la caja automatizada Dualogic por un precio extra. Esta misma es la que probamos por más tiempo.

Al entrar al auto, la sensación de espacio es buena para quienes viajan adelante, especialmente para el conductor, que se encontrará con los principales comandos apuntando hacia él, como ocurre con el equipo de audio y el aire acondicionado.

Las versiones Absolute y T-Jet pueden equiparse con techo corredizo tipo SkyDome y pantalla de 6,5 pulgadas para el GPS. Esto hace que todo el interior se vea muy bonito y moderno, aunque no agrada mucho en la práctica.

Como la pantalla no es del tipo touch-screen, la manipulación de los comandos se convierte en una verdadera aventura con el auto en movimiento.

Quienes viajen atrás, sin embargo, deben rogar para que el conductor y el pasajero de adelante sean pequeños, ya que el espacio es bueno para la cabeza, pero no tanto para las rodillas.

Todas las versiones del Bravo salen de fábrica con dos airbags, pero en opción se ofrecen cinco más, incluyendo el de rodillas para el conductor. El Essence ya trae llantas de 16 pulgadas, faros antiniebla y frenos a disco en las cuatro ruedas.

El motor 1.8 E.TorQ empuja bien a este hatchback que utiliza la misma plataforma del Stilo, aunque con algunas innovaciones. El torque máximo de 189 Nm es difícil de alcanzar porque está disponible recién a las 4.500 rpm. En esto no ayuda el cambio Dualogic, que evolucionó, pero aún no llega a igualar a un verdadero cambio automático.

La versión Absolute se destaca por su refinamiento. Tiene llantas de 17 pulgadas, climatizador bizona, frenos ABS y sensor de estacionamiento de serie. Lo probamos con el cambio manual de cinco velocidades y es más agradable que el Dualogic. Tiene engranes cortos y consigue sacar el máximo desempeño del motor 1.8 con un detalle muy superior a su antecesor Stilo: la óptima maniobrabilidad.

La suspensión más firme evita que el auto navegue como el modelo antiguo, aunque eso no significa que deje de ser confortable.

La frutilla de la torta es la versión deportiva T-Jet. En la Argentina este motor nunca se ofreció con el Linea o el Punto. La marca siempre explicó que en este mercado no había demanda suficiente para ese motor.

Es de esperar que esto cambie en el futuro, porque la versión probada en el trazado de Jacarepaguá hizo rendir lo mejor del motor turbo de 152 caballos con 211 Nm de torque entre 2.250 y 4.500 rpm.

El secreto de la diversión es el sistema llamado Overboost. Por medio de una tecla ubicada en el panel, el torque del motor trepa hasta 230 Nm a 3.000 rpm, ya que la presión del turbo aumenta de manera temporaria de 0,9 a 1,3 bares.

La mejora se siente hasta en el cuerpo, con el cuerpo que se hunde de repente en el respaldo y el auto que pega un salto aún en plena aceleración.

Según los datos brindados por Fiat, el Bravo T-Jet acelera de 0 a 100 km/h en 8,7 segundos y alcanza una velocidad máxima de 206 km/h. Con la misma velocidad la marca espera despegar sus ventas en el segmento compacto, algo que sus antecesores –Brava y Stilo- nunca consiguieron. Vamos a ver si la renovada bravura por fin lo logra.

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