Desde San Rafael (Mendoza) – A veces, la aventura te llama de formas inesperadas. En julio, Facundo Ahumada, un viejo amigo y compañero de otras travesías, me propuso un plan que no podía rechazar: ir a cubrir fotográficamente el Rally Raid de San Rafael. No era nuestra primera inmersión en el mundo del off-road. Años atrás habíamos sido parte del Rally Dakar, aunque esa vez como espectadores, con nuestras cámaras al hombro. Sin embargo, este viaje era diferente: con patrocinadores detrás, un enfoque profesional y la oportunidad de probar un vehículo que siempre quise manejar, la Ford Bronco Sport Wildtrak.

Desde el momento en que Ford Argentina nos entregó la unidad, supimos que el viaje sería muy cómodo. Facundo, encargado de la fotografía; Tadeo, a cargo del material fílmico; y yo nos acomodamos fácilmente en los asientos. El espacio era más que suficiente para tres personas y todo nuestro equipo. Algo que me gustó fue la luneta trasera, que se abre de manera independiente al baúl, facilitando el acceso a las cámaras, trípodes y demás accesorios que necesitábamos tener a mano. Además, el baúl dividido hacía que la organización del espacio fuera más eficiente.

Crítica de turismo: Rally Raid de San Rafael
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El viaje comenzó en Buenos Aires a las 4:00 AM del jueves 5 de septiembre. Con el frío de la madrugada y el mate como fiel compañero, emprendimos camino. Nos turnamos al volante para cubrir los casi mil kilómetros que nos separaban de Mendoza. A medida que avanzábamos, el paisaje se transformaba: el verde de la Pampa Húmeda dejaba paso a las áridas montañas mendocinas. Llegamos a San Rafael pasado el mediodía, justo a tiempo para ver cómo el bivouac del rally comenzaba a tomar forma.

Uno de los primeros equipos en llegar fue el de Ferioli, con Manuel Andújar, bicampeón del Dakar en cuatriciclos, que ahora enfrentaba el desafío de los UTV.

Mientras los equipos se acomodaban, nosotros aprovechamos para cerrar algunos acuerdos fotográficos con otros equipos interesados en inmortalizar su paso por el rally.

El viernes 6 amaneció con incertidumbre. Nos dieron unas coordenadas, pero al revisarlas en el GPS, vimos que eran del bivouac, lo cual no tenía sentido. Con el tiempo en contra, decidimos improvisar. Mientras dábamos vueltas buscando el lugar adecuado, vimos un camión de la organización y, sin pensarlo, lo seguimos. El destino no fue ideal: terminamos en una zona llena de basura. Facu y Tade encontraron un espacio más despejado, y yo me quedé en otro sector más alejado, mientras el sol comenzaba a bajar, proyectando una luz dorada sobre la escena.

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Manu Andujar y Sergio Lafuente, corriendo su primera etapa en el UTV.

Finalmente, pasadas las 16:30, comenzó la acción. Motos, UTVs y camionetas pasaban a toda velocidad, casi rozando el estrecho camino donde me había ubicado. El polvo levantado por los vehículos y la luz del atardecer crearon momentos perfectos para capturar. Terminada la jornada, regresamos a nuestra casa para editar el material y enviarlo a los clientes, cerrando el día a medianoche.

Al día siguiente, las dunas de El Nihuil nos esperaban. Cansados de la desorganización, decidimos seguir las coordenadas públicas para los espectadores y fuimos directamente hacia las dunas. A medida que nos acercábamos, el paisaje se volvía más árido y la emoción crecía. Un sendero sinuoso nos llevó hasta las imponentes montañas de arena. Activamos el modo "Arena" de la Bronco Sport, bajamos la presión de los neumáticos y nos adentramos en ese terreno infinito. La Bronco Sport, con su ángulo de ataque y su tracción inteligente, se movía bastante bien por esos caminos.

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Una vez instalados en un pequeño valle rodeado de médanos, nos encontramos con un mar de arena. Desde lo alto de una duna, observamos cómo los locales se movían con sus camionetas y motos, en especial un loco con un IKA Baqueano verde, gastada por los años, que subía y bajaba las dunas con sorprendente facilidad, manejando con una destreza admirable y regalando un espectáculo a los presentes.

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Fotografiar en este tipo de terrenos es complicado. Si la luz está a tu espalda, los médanos pierden volumen y se pierde la esencia del lugar. Las largas distancias también limitan las posibilidades de capturar el momento perfecto, pero es encantador fotografiar por primera vez ahí y ver cómo los competidores trepan los médanos a fondo. Es único.

Después de un rato largo de fotografiar en esa zona, decidimos movernos juntos al siguiente punto. Había un grupo de locales que se ofrecieron a llevarnos. ¿Y quién estaba entre ellos? El loco, llamado "El Varilla". Antes de darme cuenta, ya estaba arriba en su Baqueano. Me encantan las cosas antiguas y estar en un vehículo con tanta historia, por el uso que tenía, era algo irresistible para mí.

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El Varilla, con su Baqueano.

Salimos tranquilos del médano y nos enfrentamos a uno más grande. Cuando comenzó a subir, la adrenalina se disparó. El sonido del motor, la inclinación de la camioneta y la sensación de estar en una cápsula del tiempo me hicieron vivir una experiencia inolvidable. Aunque en algún momento parecía que íbamos a volcar, la habilidad del piloto era innegable. Subimos y bajamos médanos a fondo, pero con la tranquilidad de quien conoce el terreno como la palma de su mano.

Alrededor de las 14:00, llegamos a otro punto de observación, donde motos y UTVs bordeaban una gran olla de arena. Casi presenciamos un accidente entre un competidor y un local que, imprudentemente, cruzaba el médano en plena zona de competición.

Algo aparte para concientizar y que todos sabemos es que este tipo de incidentes son comunes en las dunas, especialmente en vacaciones cuando hay más gente circulando, por lo que siempre es importante tener precaución.

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Los locales que nos llevaron de un punto al otro, ¡gracias, muchachos!

Finalizamos ese día con un espectáculo de los locales, que empezaron a danzar sobre los médanos sin parar. Después de que la competencia finalizó, volvimos a la Bronco Sport para emprender el camino a casa.

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El domingo, la última etapa nos llevó a La Hedionda, un arroyo seco que ofrecía un paisaje impresionante. Caminamos por el lecho del arroyo, en un silencio casi absoluto, esperando que el sonido de los motores rompiera la calma. Y así fue. A lo lejos, el rugido de las motos y UTVs se hacía cada vez más fuerte hasta que, finalmente, los competidores cruzaron ante nosotros, levantando polvo a lo loco.

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La Mitsubishi. Lejos, el mejor vehículo de la competencia.

Al finalizar el rally, regresamos al bivouac para la premiación y para felicitar a los pilotos. Algunos de ellos eran nuestros clientes y el cansancio acumulado durante tres días de trabajo bajo el sol se desvaneció al ver la satisfacción en sus rostros. La jornada terminó de la mejor manera posible: con un asado bajo el cielo estrellado de San Rafael.

Este viaje fue una experiencia increíble, no solo por el rally en sí, sino por todo lo que vivimos alrededor. Agradecemos a Motor1 y Ford Argentina por prestarnos una unidad que no solo cumplió con nuestras expectativas, sino que las superó. La Bronco Sport Wildtrak demostró ser un vehículo confiable en los terrenos más duros, y el modo Arena fue clave para sortear los médanos.

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Faltaba contar un detalle. El Baqueano de "Varilla" también tenía algo de Ford: su motor Transit de 1998, que también dejó su huella.

Texto y fotos de J.P. (@Julian.Podesta)

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Crítica de Turismo / Ford

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