Que rápido transcurre una semana cuando la estás pasando bien, y más cuando tu vehículo durante toda esa semana es una Triumph Bonneville: “God bless this job!”. Sin embargo, todo tiene un final, y he aquí lo que esperaban ustedes: la crítica completa de esta moto de 20.500 dólares se reproduce a continuación.
DISEÑO
En las redes circula un tweet (no Elon, un X no sirve como denominación, perdón) que dice algo así como: “Si Nike rehace sus zapatillas históricas como las Air Jordan I, BMW podría rehacer su E30 3-Series así tal cual”. Quizá me tomé una libertad, parafraseando a un viejo amigo, pero en palabras más, palabras menos, plantea algo que quizá muchos de acá estemos de acuerdo con respecto al mercado automotriz actual (y quizá más de un bembista esté de acuerdo).
Sin embargo, para placer nuestro, en el mundo de las motos podemos darnos estos lujos: una moto que estéticamente se vea igual que hace 50 años, pero que haya adoptado varios de los avances tecnológicos o mecánicos de los últimos tiempos. Eso es la Triumph Bonneville. Una moto que estéticamente conserva sus líneas clásicas de motocicleta inglesa, pero que se ha beneficiado de las tecnologías del Siglo XXI sin perder su esencia ni su estilo. ¿Acaso quieren reprocharle algo? Vengan de a uno.
Pasemos al detalle: un chasis tubular de acero, que aloja un tanque de combustible en forma de gota (con su icónica boca de carga corrida hacia un lateral) que incluye protecciones para que las rodillas no lo marquen, un cómodo asiento enterizo de buen tamaño con una agarradera de cuero muy clásica. Ruedas de aluminio con rayos en rodados 17”/18”, envueltas con cubiertas Pirelli Phantom Sportcomp (sí, las mismas que Royal Enfield pidió cuando desarrolló sus “Twins” 650), en medidas 100/90-18 para la rueda delantera y 150/70-17 para atrás. De frente nos vamos a encontrar con un farol redondo con iluminación halógena de buen poder lumínico, una horquilla telescópica convencional y dos espejos redondos de buen tamaño. En la parte trasera, la única pieza que equipa iluminación LED (más allá del tablero) es el farol trasero para indicar la posición, junto a sus guiños redondos y el portapatentes. No hay piezas aerodinámicas, agarraderas antiestéticas, ni cortasprays que le cargan peso a la moto que no vemos la hora de sacar apenas la moto llegue a nuestras manos.
Sin embargo, el detalle más llamativo de todo el diseño de la moto pase por el motor, del cual entraré en detalle más adelante, una mezcla de negro y aluminio pulido, una delicia a la vista como así también ver el acero inoxidable de su caño de escape, que finaliza con un silenciador en estilo “peashooter”. En lo personal puedo decir que no queremos cromados, queremos pulidos, queremos inoxidables. Además, hay que destacar el ingenio de Triumph al esconder elementos “modernos” de su mecánica, como la sonda lambda, la inyección electrónica escondida en una falsa carcasa de carburador, o los capuchones rojos de las bujías, habla de una marca queriendo mantenerse fiel a sus raíces.
POSICIÓN DE MANEJO
Nos subimos fácil, gracias a la altura del asiento de 790 mm que es de un buen ancho y de un relleno que lo hace muy cómodo en el andar. A simple vista no habría mucho para destacar, siendo una moto “old school” no tendremos pantallas TFT, ni millones de comandos, sin embargo todo cambia con los sentidos: Se ve y se siente premium, algo difícil de explicar con palabras y que es necesario que uno lo aprecie en persona.
¿Vieron cuando uno dice “calza como un guante”? Así se siente esta Bonneville, o al menos para mi. El asiento es comodísimo, la posición de las piernas es óptima, con los pies apoyando sobre pedalines de aluminio con superficie de goma antideslizantes, y el cuerpo no va tan erguido al posicionarse sobre el manubrio, el cual tiene un ancho ideal. Quizá al entrar en velocidad podríamos pedir una posición un poco más de ataque, pero no es una moto para correr, no es una deportiva, ni intenta serlo, pero no quiero adelantarme. El pasajero viajará cómodo, aunque quizá extrañe las agarraderas para afirmarse en la moto.
Los espejos como bien dije son enormes, y su posición es quizá un poco alta; sí, seguro haya una pieza aftermarket para modificarlos, pero le permiten a uno ver bien y no vibran, lo cual es bueno.
Adentrándome en el manubrio, hay manetas regulables que se agradecen, y pocos comandos, en especial si la comparamos con la Honda Hornet 750 que probé semanas atrás (leer crítica). Del lado derecho, corte de corriente, arranque y baliza; del lado izquierdo, gatillo para luces altas (sin guiñada), comando para las luces de giro y un sólo botón para movernos en el display del tablero, el cual consta de dos relojes: Velocímetro y cuentavueltas. El resto de la información va a estar alojado en dos displays de rápida lectura, en uno podemos ver autonomía, cantidad de combustible en el tanque y modo de manejo (comparte tablero con la T120 que tiene dos modos, pero en la T100 sólo leeremos “ROAD”); en el otro, mucho más completo, marcha embragada, odómetro total, dos parciales, reloj, consumo promedio e instantáneo y la desactivación del control de tracción. No era tan difícil poner información en un sencillo tablero, ¿ven?
Un detalle: La tapa del tanque de combustible, funciona a rosca, pero gira en falso a menos que destrabemos con la llave, algo que a simple vista no es tan obvio quedando escondido y dándole un detalle clásico a la moto. No hay mucho más, no necesita más, es un clásico.
MOTOR Y TRANSMISIÓN
Giramos la llave, le damos marcha a la Bonneville, y disfruten de la melodía del bicilíndrico de 900 cc saliendo por los escapes de acero inoxidable, y aún más en frío. Ojo que va a pedirte que aprietes el embrague para ponerla en marcha, y no está mal. 65 CV de potencia eroga este motor a 7.500 rpm y 80 Nm de torque a 3.700 rpm; todo se transmite a la rueda gracias a una caja de cinco marchas, con un embrague multidisco, bañado en aceite, con asistencia ¿Quick-shifter? ¿El qué? ¿A qué le querés ganar? Salí a disfrutar. Sin embargo, quizá se extrañaría una sexta marcha, no la necesita y sería más una sobremarcha que otra cosa, pero uno se queda con las ganas de tirar un cambio más. Sin embargo, en quinta marcha el motor va relajado a un ritmo de velocidad dentro de lo legal. Por el lado del combustible, 14,5 litros carga el tanque, y te van a rendir más de 270 kilómetros de autonomía, o al menos eso me rindieron a mí con un promedio de 5,3 lt/100km.
SEGURIDAD
Clásico, pero con todo lo necesario. Cuenta con ABS de doble canal no desconectable, siendo una pinza axial de dos pistones Brembo adelante, con disco de 310 mm, y pinza flotante de dos pistones provisto por Nissin, con disco de 255 mm atrás. Además equipa control de tracción, que sí se puede desconectar y corte de corriente al bajar la pata lateral, pero no cuenta con caballete central. Las suspensiones constan de una horquilla telescópica de 41mm de diámetro y doble amortiguador trasero, con regulación sólo en precarga. No más, no menos. Como dije antes, la iluminación halógena es correcta, y si bien podría agregar LED por modernidad, entraría en conflicto con su estilo clásico.
COMPORTAMIENTO
Exactos 228 kilos pesa en orden de marcha esta Bonneville T100, y sin embargo no los parece ni cerca, ni al moverla estando debajo de la moto, ni a bordo de ella. De vuelta, “se siente como un guante” y está bien que así lo sea, esta moto no pretende otra cosa más que sacarte una sonrisa al usarla, mientras canalizas tu Steve McQueen interior, y bien que lo logra.
Tiene la potencia suficiente como para ponerte primero en cualquier semáforo, y que puedas moverte por rutas o autopistas a velocidades legales, y se siente bien firme. Dobla muy bien y su esquema de suspensión que pudiera parecer anticuado, es más que correcto ya que absorbe bien las irregularidades, pero al mismo tiempo tiene la dureza suficiente para la hora de un manejo un poco más rabioso. Los frenos responden muy bien y frenan a la T100 en distancias cortas, sin que el sistema ABS intervenga.
No le hacen falta los modos de conducción que sí posee la T120, y si los tuviera sería más un plus de equipamiento que una necesidad a la hora de conducir la T100, es una moto dócil y fácil de manejar, con una posición cómoda que te acompaña a querer manejarla sin cansarse, aunque quizá no sea la moto ideal a la hora de querer emprender un viaje largo por la falta de parabrisas, o acelerarla por encima de los 120 km/h por su posición de manejo erguida, o quizá sea cuestión de amoldarse, esta moto no se llama Bonneville porque sí.
CONCLUSIÓN
Andar durante toda la semana con la T100 fue una revelación. El andar es fabuloso, y estilísticamente es imbatible, existirán motos más modernas, pero pocas van a lograr que la gente se de vuelta a verla estando estacionada. Durante la sesión de fotos con Dari, estuvimos más tiempo charlando con gente sobre la Triumph que haciendo las fotos, y con gente que no era tanto del palo “motero”, como un vecino paseando el perro o un turista que se encontraba por la zona, y no cualquier moto logra eso.
¿Es una moto que podría usar todos los días? ¡Sin dudas! Y más teniendo en cuenta su estilo, y el aura de ícono que monta. Quizá Juan Pablo Balzano tenga razón con lo que me dijo con aquel mensaje, es una moto que anda muy bien, que puede tener un andar dócil y tranquilo, pero al mismo tiempo ser rabiosa cuando se lo necesita; que quizá al cambiar las cubiertas por unas con un poco de taco, podamos meternos en algún camino de tierra a divertirnos un rato (nada de offroad, para eso busquen una Scrambler 900).
En mi caso particular, esta T100 se amolda a mi necesidad de motocicleta en el garage, y es un estilo de moto que me sienta bien. Sí, quizá en el caso de necesitar una moto para todo, esta T100 sea una gran opción, y hasta hace un poco lógico su valor de 20.500 dólares, que depende la vereda en la que nos paremos, puede ser caro o barato. No te estarás comprando la moto más moderna, ni la más equipada, pero sí te vas a estar comprando un icono, un clásico, una moto exquisita, con un gran nivel de detalle en sus terminaciones, que prosperará por siempre y se convertirá en un objeto que puede pasar de generación en generación.
Si sos joven, convencé a tu viejo de comprarse una, y sino: considerá comprarte una para dejarle a tus hijos; porque por más generaciones venideras que haya, siempre habrá un adulto, que fue joven y recuerda haber visto una Triumph. Tu viejo seguro deseó una, o tu abuelo, y quizá tu hijo lo termine haciendo, porque esto generan estas motos, atracción en un marco atemporal, como una obra de arte u otro vehículo que sea un icono de otra época, acaso quién no se da vuelta si se le cruza un Morris Mini, o un Escarabajo? Y por suerte para los motociclistas, todavía podemos disfrutar de estas cosas, nada de un rediseño, una reimaginación, ni un “aggiornamiento” al Siglo XXI, la T100 es una moto tal cual fue creada en sus orígenes, que recibió todas aquellas mejoras técnicas para que sólo sea cuestión de subirse, poner en marcha y disfrutar. Disfrutemos esto mientras podamos, y aprovechemos estas oportunidades que todavía se nos dan en la vida.
P.B.
Fotos: DariDZ