Texto de Germán y Mauro Pugliese
Fotos y artículos del archivo de la familia Pugliese
Como lo prometido es deuda (ver primera nota), a través de la siguiente entrevista que le
realizamos a nuestro padre, Luis Miguel "Yiyi" Pugliese, contaremos la historia de un auto muy particular, el cual su creador "confeccionó" hace 42 años, casi la misma cantidad de tiempo en la que no supo más de él.
Esta es la historia del Proyecto Kickers, el zapato rodante encargado por la zapatería Grimoldi en 1982, que recorrió la Argentina.
-¿Como te proponen el proyecto?
-Se fueron dando una serie de factores que concurrieron, para que el
proyecto me lleguara. En ese momento le estaba haciendo un "Street Rod" (Citroën
11 Ligero "Traction Arriere") a un cliente, que era socio y directivo de una agencia de
publicidad muy importante en esa época, llamada Lautrec. Esta agencia manejaba, entre otras, la cuenta publicitaria de la empresa de calzado Grimoldi. Este señor me visitó en el taller y me contó que la agencia se encontraba en un problema, ya que Grimoldi poco tiempo atrás había asumido la representación en Argentina de la marca francesa Kickers. Se acercaba la fecha de presentación y no tenían resuelto aún de qué manera iban a promocionar el lanzamiento de la clásica "Botita". Lo único que me plantea y de ahí su visita fue que en Francia, Kickers a modo de promoción había fabricado un zapatito móvil, de un tamaño un poco mayor a un karting. Ese, digamos, fue el punto de partida para que
entrara en consideración realizar un "autito" en nuestro país.
-¿Y por qué te eligieron a vos?
-Considero que mi cliente habrá destacado el trabajo que había realizado en el Hot Rod, el que oficiaba de carta de presentación en mis primero años, y el contraste entre este y mi
taller/galpón de 65 metros cuadrados con sus paredes pintadas con cal -pero al menos ya sin el duraznero, que se había embichado-, evidentemente ese hombre me tuvo una fe enorme y con el tiempo me hizo darle un valor mayor a mi primer Hot Rod, cuestiones en las que no me detuve por el vértigo de la juventud. El otro factor relevante fue que producido el impulso de la agencia publicitaria para llevar a cabo el vehículo recibo la visita inesperada en mi tallercito de un alto directivo y miembro de la familia Grimoldi. Pasada mi sorpresa e incomodidad inicial mostré parte de mis trabajos a este señor y previo a retirarse me estrecha su mano ratificándome la confianza para llevar adelante el proyecto. Al margen de la satisfacción, ese día me quedó en claro que evidentemente la gente
que ocupa esos cargos ve cosas que pasan desapercibidas para muchas otras.
-¿Qué tuviste en cuenta para la elección del vehículo y cual fue?
-Tenía en claro, desde el vamos, que el tipo de vehículo debía ser una pickup. Era indispensable que tuviera chasis de largueros, tracción trasera, liviana, confiable y con el menor despeje al suelo posible. La siguiente etapa "filtro" estuvo enfocada en buscar la camioneta que se adecuara mejor a la forma del zapato. Literalmente partí de un dibujo que hice sobre una servilleta del perfil de una botita Kickers que me facilitaron y en el cual respeté las proporciones reales del calzado. A partir de ahí realicé una comparación visual con el perfil a escala de las distintas camionetas 0km que teníamos a principios de los '80 en el mercado local. En el descarte quedaron dos finalistas: la Mitsubishi L200 y la Toyota Hilux. Finalmente me decidí por la Mitsubishi como "media" para el zapato, debido a la
inclinación del parabrisas y el largo del capot, que se adecuaban de manera más
armónica al empeine y puntera de la "botita".
-¿Qué pasos seguiste para el proceso de construcción?
-Antes de decidirme por la Mitsubishi había notado que, en caso de adaptarse a las características necesarias, esta pick-up contaba con un tramo recto en la parte central del chasis. Necesitaba acortar la distancia entre ejes 50 cm y esa sección consideré era ideal. Dicho y hecho, a los pocos días eligí a la L200 0km, se compró y esa misma tarde la corté en tres partes. Le había desmontado la caja y detrás de la cabina, entre esta y el tren trasero, se encontraba el tramo recto el cual acorté. El paso siguiente fue soldar el chasis acortado, al igual que el cardan. Coloqué refuerzos para volver a dotar al conjunto de rigidez estructural y quedé sumamente conforme con el funcionamiento general luego de una breve prueba de rodaje. En paralelo a estas tareas me había abocado varias noches a
dibujar en distintas escalas las vistas y formas del zapato, hasta dar con el diseño que consideré óptimo. A continuación, realicé un "armazón" de caños vinculados a la camioneta el cual y recubrí con "gajos" de chapa para generar la mitad de la botita. Fue una etapa de mucho trabajo, ya que me costó que el chapista a cargo, habituado a otro tipo de trabajos percibiera la forma que quería lograr. Lo positivo fue que usé ese rompecabezas de recortes de chapa como plantillas para conformar la otra mitad de la superficie y así mantener la simetría. Previo a "forrar" el zapato puse especial énfasis en mantener al ras los empalmes y sobre todo en el peso, ya que era primordial que no se perdiera la condición de vehículo "convencional" en el proceso de conversión.
-¿Tuviste dificultad con la elección de materiales?
-En el acuerdo con Grimoldi estaba contemplada la provisión de los materiales con los que ellos confeccionaban la botita en la fábrica. La idea era que fuera una copia fiel en todos los aspectos posibles, inclusive se utilizó hasta el mismo tipo de adhesivo. Puntualizaba en todos los aspectos posibles porque, por ejemplo, en un principio se iba a utilizar gamuzón como tela para recubrir las superficies. A la vista resultaba muy agradable, pero intuí que sería muy complicado mantenerla limpia, así que se terminó decidiendo utilizar cuerina, la
cual me proveyeron en cantidades industriales de rollos, como así también la goma que conformaría la suela. Como se imaginarán hubo accesorios del calzado que se debieron fabricar, como por ejemplo los ojalillos para el pasaje de los cordones, con el grabado de la marca. Esos cordones, que se ven enhebrados en las imágenes, son literalmente una soga náutica importada que fui a comprar al Puerto de Buenos Aires: fue bastante cómica la reacción cuando conté en el astillero que sería utilizada en un zapato.
-Durante el proceso, ¿quienes sabían lo que estabas fabricando en el taller?
-Durante los dos meses en los que se realizó el proyecto muy poca gente sabía lo que estaba ocurriendo tras la cortina del taller. Habíamos consensuado hacerlo con suma discreción, por lo cual procuré contar con el grupo humano indispensable, ellos fueron mi ayudante, el chapista, el tapicero que se encargó de realizar un trabajo de costura ciega muy complejo para ensamblar los paños de cuerina y por último -y no menos importante- el "Viejo" Sánchez, un señor de 85 años que era mi vecino de enfrente y me tenía un gran afecto. A pesar de estar jubilado seguía trabajando a diario como maestro panadero y en su rutina diaria estaba incluido dejarme un paquete de facturas en el taller, acto seguido realizaba una inspección ocular a las tareas realizadas, la cual daba por finalizada tomando
su cabeza con ambas manos, lo que para nosotros era una señal (o al menos eso
interpretábamos) de que íbamos por buen camino.
-¿Como y cuando fue el momento de la entrega?
-Terminada la confección convoqué a la gente de la agencia a mi taller, y la verdad es que desde el vamos los noté sorprendidos y conformes con el resultado final. Ahí mismo me pidieron si lo podía llevar a la fábrica de Grimoldi y acepté. Fue la primera vez que el zapato circuló por avenidas y rodeado de flujo vehicular. En el trayecto comprobé que todo funcionaba bien y que al margen del logro estético el objetivo de hacer un vehículo ágil para el tránsito estaba cumplido: solo había que tener mucha precaución con los conductores "curiosos". Se presentó ante los directivos y operarios de la fábrica y me felicitaron, con lo cual ya me despidí de la simpática botita.
-¿Supiste algo más acerca del zapato?
-El día que hice la entrega del calzado, la agencia me pidió mi opinión sobre quién podría manejar la botita para la campaña publicitaria que se avecinaba. Les sugerí que debía ser alguien con conocimientos de mecánica y con un carisma especial, para atender las eventuales consultas de la gente. Les comenté el nombre de Pablo, un amigo que cumplía con los requisitos y a la postre fue el primer chofer de la botita. A través de él tuve alguna información sobre los distintos viajes que se hicieron los dos años siguientes. A partir de ahí se podría decir que no supe más nada del zapato. Apelando a la gran cantidad de lectores de Motor1 Argentina me genera una gran curiosidad saber si alguno de ellos sabrá lo que fue de su destino. En este caso, no buscamos una princesa como en el cuento de "La
Cenicienta" (ni somos el Príncipe, tampoco). Justamente sería al revés, estamos buscando un "simple" zapato. Saludos a todos
Entrevista de G.P. y M.P.
Agradecimiento: Yiyi Pugliese
Galería: Luis Miguel “Yiyi” Pugliese - Proyecto Kickers
"Se busca"
Motor1 Argentina y la familia Pugliese agradecerán cualquier dato que ayude a conocer el paradero del Proyecto Kickers, la botita Mitsubishi L200 que recorrió la Argentina en los años '80. Cualquier información relevante será agradecida.
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