Texto y fotos de Gabriel Luque

Parafraseando a la gente que escribe las críticas de larga duración, debo aclarar que esta no es una nota convencional de Motor1 Argentina. Esta publicación tiene como objetivo darles una buena excusa para que salgan a la ruta algún fin de semana y se acerquen a una actividad que habitualmente no recibe demasiada difusión.

Argentina cuenta con una notable tradición aerodeportiva, pero históricamente los aeroclubes fueron lugares de difícil acceso para quienes no teníamos conexión específica con el rubro. Esa situación cambió notablemente durante la primera década de este siglo, cuando las instituciones decidieron abrir sus puertas y tratar de acercar al público en general. Para hacer esto, el camino elegido fue la organización de “festivales aéreos”, eventos de fin de semana que consisten básicamente en jornadas de aire libre, música, aviones, asados y ambiente familiar. Los programas propuestos por los aeroclubes suman adrenalina con la presencia de acróbatas aéreos, paracaidistas o incluso aviones militares y fomentan la actividad aérea proponiendo “vuelos de bautismo” o paseos aéreos a precios accesibles.

Además, la tradicional camaradería aeronáutica y las ganas de volar generan verdaderas peregrinaciones aeronáuticas desde todos los puntos del país hacia la ciudad organizadora del festival de turno. Con el transcurso de los años se formó así un notable calendario de shows aéreos que incluyó a ciudades como General Rodríguez, 9 de Julio, Pergamino, Sunchales, Paraná, Canals, Villa Cañas, Bell Ville, Rafaela, Olavarría, San Cayetano, 25 de Mayo, etcétera. En un contexto en el que se promocionaban cada vez más las “escapadas” y el “miniturismo”, el plan de salir a la ruta para disfrutar de un día (o de un fin de semana) de actividad aeronáutica en un ambiente familiar aparece como una opción válida y muy tentadora.

Volviendo a los encuentros, corresponde señalar que el más relevante y tradicional del país es la "Convención Anual en Vuelo" organizada por la EAA Argentina, una asociación civil sin fines de lucro que cuenta con un aeródromo e instalaciones en el partido de General Rodríguez, provincia de Buenos Aires. La gente que puebla los hangares de la EAA es un resumen casi perfecto de los distintos caminos que se pueden seguir para disfrutar de la pasión por volar: algunos diseñan, construyen y vuelan su propio avión; otros optan por comprar planos y componentes y armarlos por su cuenta o encargarle el trabajo a algún taller; también están aquellos que compran un avión en condiciones de vuelo armado por algún fabricante internacional y, como en el mundo automotor, están los amantes de los clásicos (que restauran y vuelan aviones antiguos) y los que buscan diversión y volando acrobáticos, verdaderos purasangre con tecnología de punta y capacidades de maniobra que requieren un entrenamiento muy importante para ser operados con seguridad.

El pasado fin de semana del 9 y 10 de marzo la EAA organizó la edición número 42 de su evento anual. Los números finales indican que arribaron al aeródromo unas 450 aeronaves y que 12 mil personas pagaron su ticket para disfrutar de dos días de espectáculos de acrobacia aérea, paracaidismo, conferencias sobre técnicas de construcción aeronáutica, charlas de veteranos de la Guerra de Malvinas y exposición estática de decenas de aeronaves, así como de los stands de más de 20 empresas vinculadas a la actividad y numerosos “food truck”. Cabe resaltar que muchos de los aviones presentados en el evento fueron construidos por sus propios pilotos, usando incluso en algunos casos elementos de la industria automotriz.

Concretamente, el avión expuesto en la última foto de este informe puede aceptar y volar con motores de VW Up!, Renault Fuego 2.2, Honda City, etcétera.

Dejo a continuación una galería con algunas de las fotos que pude hacer durante el evento, así como referencias de algunos de los aviones más singulares. Espero verlos en los próximos festivales.


Pitts S-1T “Súper Stinker” de Jorge Malatini

FOTO-001
FOTO-002

Seguramente muchos de ustedes conocen a Jorge por sus habituales presentaciones en las previas de carreras o el Dakar, eventos deportivos o en la Costa durante la temporada de verano. Su avión es un biplano monoplaza, está equipado con un motor bóxer aspirado de 6 cilindros, 8 litros y 300 hp (entre 2.400 y 2.600 rpm). Cuenta con sistemas de combustible y lubricación adaptados para vuelo invertido, y a velocidad crucero (310 km/h) consume unos 80 litros por hora, que se elevan a 90 durante las maniobras de acrobacia. Puede alcanzar una velocidad máxima de 407 km/h, su peso vacío es de 528 kilos y está construido de acero cromo molibdeno, madera, tela y fibra de carbono. Es capaz de soportar maniobras de +/- 12G y tiene una capacidad de giro sobre su eje horizontal de 420 grados por segundo. Recordemos que la Fuerza G es una medida de aceleración. Para tener como referencia, un piloto de Fórmula 1 puede llegar a soportar entre 4-7G en curvas de alta velocidad o de 4G en aceleraciones o desaceleraciones bruscas.  


Harvard MK4

FOTO-003
FOTO-004

Es un avión de entrenamiento avanzado utilizado por la Fuerza Aérea de Argentina. También prestó servicio en varios países de Sudamérica. El avión de las fotos fue fabricado en Canadá en 1952. Tiene un motor de 9 cilindros con supercargador y 700 hp de potencia, con consumos que varían entre 115 litros por hora (a velocidad crucero) y 150 litros por hora (en maniobras de acrobacia). Su peso máximo al despegue puede llegar a los 2.400 kgs y puede alcanzar una velocidad de 335 kms/h.


Max Holste Broussard

FOTO-005
FOTO-006

Es un avión de enlace y transporte ligero desarrollado por Francia durante los años 50, que también fue utilizado por la Fuerza Aérea Argentina. Cuenta con un motor radial de 9 cilindros, 16 litros, 450 hp de potencia y un consumo promedio de 85 litros por hora. Puede volar a unos 260 kms/h. Como particularidad corresponde mencionar que la aeronave exhibida en la Convención combatió durante la guerra de Argelia junto al Ejército Francés, siendo utilizado por el reconocido “as” francés de la Segunda Guerra Mundial, Pierre Clostermann


Beechcraft B-45 Mentor

FOTO-007
FOTO-008

El B-45 es un avión de entrenamiento militar biplaza, que fue utilizado durante muchos años por la Fuerza Aérea Argentina en la etapa inicial de formación de sus pilotos. Está dotado con un motor aspirado de 6 cilindros opuestos, 260 hp de potencia (a 2.600 rpm). Es capaz de soportar maniobras de hasta +3G, volar a unos 300 km/h y su peso máximo al despegue es de 1.495 kilos. Si bien este modelo de aeronave ya no está cumpliendo su función de entrenador, desde 2020 ha vuelto a la vida dado que la Fuerza Aérea Argentina ha recuperado algunos ejemplares para su “Escuadrilla Histórica”, una unidad creada con fines de promoción para eventos y actividades aeronáuticas de todo el país.


Sukhoi SU-29 AR

FOTO-009
FOTO-010

Es un avión diseñado para la acrobacia aérea en la "Categoría Ilimitada". Cuenta con un motor radial de 9 cilindros que entrega 360 hp, es capaz de soportar maniobras de +12G / -10G, alcanzar una velocidad máxima de 450 km/h y tiene un consumo promedio de unos 80 litros de combustible. Como dato singular, en salidas de entrenamiento o acrobacia de aproximadamente 20 minutos de duración, suele consumir 1 litro de aceite. El avión de la foto voló durante un tiempo en la Escuadrilla de Acrobacia Aérea de la Fuerza Aérea Argentina “Cruz del Sur”. Lamentablemente y por falta de presupuesto, la Escuadrilla fue desactivada hace ya varios años quedando los aviones almacenados a la espera de mejores tiempos. Finalmente y ante la carencia de fondos para su mantenimiento, la Fuerza Aérea los ofreció en subasta en 2021, siendo adquiridos por diferentes usuarios particulares.


Galería: Convención Anual en Vuelo 2024


ADEMÁS

En el Twitter de @MajoGM

 

Pesados, Curiosidad

Enviá tu noticia a novedades@motor1.com