Días atrás se despidieron de los mercados internacionales dos autos que, de alguna manera, se destacaron por su original personalidad dentro de una industria automotriz cada vez más chata y estandarizada. Son dos vehículos totalmente diferentes, pero que lograron ser icónicos por destacarse entre una manada de productos homogeneizados.

Desde el punto de vista del diseño, el tamaño, el posicionamiento y los resultados de ventas, los Chrysler 300 (leer crítica) y Honda E (leer nota) fueron muy diferentes. ¿Pero qué tienen en común? ¿Por qué considero que en breve serán considerados verdaderos íconos de la industria? Este es un rápido resumen de por qué, en mi opinión, los autos con personalidad están llamados a cambiar para siempre la industria del automóvil.


Dos opuestos

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El Chrysler 300 fue un enorme sedán del Segmento E (grande), propulsado por generosos motores nafteros. Fue un auto de diseño clásico, pensado para los conductores de Estados Unidos. Con sus 5.044 mm de longitud, compitió con modelos similares como los Chevrolet Impala, Ford Taurus y Toyota Avalon, entre muchos otros.

Por otro lado, el Honda E fue un citycar eléctrico (Segmento A) concebido para el gusto de los conductores de Japón y Europa. Fue diseñado con formas icónicas y estilo retro, tanto en su exterior como en su interior. El E fue el primer modelo eléctrico masivo de Honda, o al menos ese era su objetivo.


Un auto de tres grupos

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El 300 le dio un toque internacional a Chrysler y le permitió mirar fuera de Norteamérica. De hecho, su primera generación del 300 (fabricada entre 2004 y 2010) utilizó muchos elementos del Mercedes-Benz Clase E W211. Chrysler formaba entonces parte del grupo DaimlerChrysler. En 2011, la marca introdujo una actualización, oficialmente conocida como segunda generación, pero se trataba más bien de una actualización importante. El nacimiento del Grupo FCA (Fiat Chrysler Automobiles), representó una oportunidad para ampliar la presencia mundial del Chrysler 300. En 2011, Lancia decidió rebautizar el 300 y venderlo como Lancia Thema en Europa. La operación fracasó, ya que la marca italiana apenas vendió 6.000 unidades entre 2011 y 2014. En total, como Chrysler y como Lancia, el 300 vendió alrededor de 1.4 millones de unidades en casi 20 años. Su producción cesó este año, tras haber sobrevivido a los dos primeros años del nuevo Grupo Stellantis. Nunca fue un éxito de ventas, pero todo este tiempo funcionó como un "salvavidas" para la marca Chrysler.


Icónico, pero impopular

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El impacto del Honda E no tiene que ver tanto con su volumen de ventas, sino con la visibilidad que dio a Honda en el mundo de los vehículos eléctricos. Aunque sus especificaciones y ventas nunca alcanzaron los estándares de la industria, el Honda E captó la atención del público por su diseño y por el hecho de que situó a la marca japonesa en un segmento donde todavía no tenía presencia. El Honda E nunca quiso sacudir el mundo de los EV. Siempre tuvo un precio alto y una autonomía baja: fue su gran limitación en la primera etapa de la era de la electrificación.

Los resultados son bastante claros: Honda vendió apenas 12.500 unidades de este icónico utilitario entre 2020 y noviembre de 2023. El volumen europeo supuso más del 80% de ese total, y aun así Honda decidió cesar su comercialización allí en la Unión Europea. El nuevo Honda e:NY1 (una especie de HR-V eléctrica) será su sucesor indirecto.

Entonces, ¿por qué fracasan los autos con personalidad? Tal vez el error consista en exigirles que sean un suceso en ventas. Es probable que su rol en la industria sea otro: los autos icónicos nacen para marcar tendencias, cambiar los estándares y poner en marcha cambios culturales, tanto dentro de las empresas como en los gustos de los clientes. En algunos años más los Chrysler 300 y Honda E serán verdaderos clásicos. Ya a nadie le importará si vendieron pocas o muchas unidades. En ese caso, su rareza y exotismo los convertirá en productos más apetecibles, donde lo que perdurará por siempre será la valentía de haber roto con los estándares de su época.

El fin de autos de este tipo no marca el final de los autos icónicos. Su desaparición debería ser vista como un incentivo para buscar ideas que se materialecen en la forma de nuevos autos con fuerte personalidad.

* El autor es especialista en la industria del automóvil en JATO Dynamics.

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