Toyota anunció hoy que dejará de vender en la Argentina el modelo Etios. El hatchback y el sedán para el Segmento B (chico) se dejarán de fabricar en Brasil y no tendrán un reemplazante directo: el modelo más accesible en la gama de Toyota en la Argentina pasará a ser el Yaris, que tiene precios de lista que arrancan 1.39 millones de pesos por encima del Etios más accesible (ver comunicado oficial).
El caso del Etios se suma a una larga lista de modelos populares que se dejaron de comercializar en la Argentina en los últimos meses. En todos los casos, se repitió la misma modalidad: se dejó de vender el modelo más barato de la marca en el país, sin un reemplazante directo que ocupe la misma franja de precio. El reemplazo propuesto por la marca siempre es el modelo inmediatamente superior -que puede ser más moderno, amplio, seguro y eficiente-, pero que en todos los casos tiene un valor más elevado.
Algunos de los autos populares que se despidieron del mercado argentino con esta misma modalidad fueron los siguientes: Fiat Uno y Mobi (leer obituario), Ford Ka y Fiesta (leer obituario), Honda Fit (leer obituario), Nissan March (leer obituario), Renault Kwid (leer obituario) y Volkswagen Gol Trend (leer obituario).
Los motivos esgrimidos por las automotrices son variados. Van desde una toma de decisiones a nivel global de dejar fabricar autos de pasajeros (Ka y Fiesta), hasta resistencia para adaptarse a las nuevas normativas de seguridad (Gol Trend), pasando por restricciones a las importaciones (Kwid) y decisiones industriales en países vecinos (Fit, March y Etios).
Son motivos entendibles, sin embargo: ¿por qué las marcas no reemplazan a estos modelos con productos más modernos, pero igual de accesibles? ¿Por qué las automotrices se están retirando por completo del segmento de los vehículos populares? ¿Acaso los modelos más accesibles no son los más demandados por los consumidores, sobre todo en momentos de crisis económicas como la que atraviesa la Argentina, ante la dificultad de pagar productos más caros?
En todos los casos existe un argumento más, que las automotrices omiten mencionar a la hora de dar de baja sus productos más accesibles: la rentabilidad. Es la ganancia que se obtiene por la venta de un producto tras descontar los costos que generó su fabricación y comercialización.
Los autos populares siempre se caracterizaron por tener un bajo índice de rentabilidad. Es lo que les permite ofrecer precios más accesibles que otros modelos. Por ese motivo, las marcas están obligadas a vender grandes volúmenes de estos productos: la ganancia se obtiene al multiplicar esa menor rentabilidad por una gran cantidad de unidades producidas.
En los últimos años, a nivel global, muchas marcas culparon a las normativas de los diferentes gobiernos por la pérdida de rentabilidad de sus productos. Traducido: las mayores exigencias de seguridad y emisiones ambientales más limpias obligaron a las automotrices a invertir más y modernizar los niveles de equipamiento de todos sus modelos. No hubo problema con los autos más caros y exclusivos: tienen un margen de ganancia tan amplio que les permitió absorber esas mejoras.
Con los autos chicos y populares, esas exigencias llevaron a muchas automotrices a encarar el camino más fácil: retirarse por completo de esos segmentos del mercado. Hay excepciones, claro. En el caso de Argentina, marcas como Chevrolet, Citroën, Fiat, Peugeot y Volkswagen todavía ofrecen modelos low-cost y a precios más accesibles que la competencia: es el caso de los Joy, Onix, C3, Cronos, 208 y Polo Track.
Sin embargo, es inevitable preguntarse: ¿aguantarán el cambio de tendencia o en algún momento también imitarán a sus competidores?
La rentabilidad en las empresas automotrices es una preocupación que existió siempre, pero hasta los principales ejecutivos de las compañías admiten que ese aspecto hoy cobró más relevancia que nunca. En un mundo donde las automotrices son grandes empresas globales y con importantes cotizaciones en bolsa, las consultoras que recomiendan (o no) invertir en estas empresas ponen más que nunca el foco en la rentabilidad de la compañía. Es la variable que, al final del día, definirá la cotización que les permitirá ganar o perder dinero a sus inversores.
El presidente de Renault Argentina, Pablo Sibilla, recordó días atrás la historia del famoso Torino que se fabricó en Córdoba. Sus palabras sobre este auto de los años '60 definen a la perfección el fenómeno que se vive hoy en el mercado automotor argentino.
* Decisiones empresariales: "Hoy las decisiones empresariales son 100% racionales, porque tenés que rendir cuentas a un grupo de accionistas y estás sometido al constante escrutinio de los analistas de mercado, que recomiendan o no comprar las acciones de tu empresa, en función de las decisiones comerciales que tomes. Vos hoy podés tener un proyecto alucinante, pero si no te dan los números, no lo hacés y se acabó, porque tenés un grupo de accionistas que te está pidiendo rentabilidad, crecimiento y números positivos. El propio CEO de Renault no puede tomar ninguna decisión que no sea un negocio redondo para la compañía".
* Inversiones románticas: "Entonces, si vos empezás a hacer inversiones medio románticas, que no se justifican en los números, los analistas de mercado te quitan el apoyo, te bajan el pulgar y destruyen el valor de la acción de tu compañía. Por eso, cuando me preguntan si es posible pensar en un nuevo Torino, yo siempre respondo: es imposible, así que trabajemos para preservar, restaurar y disfrutar a los que ya existen. Lamentablemente, ya no habrá autos así".
Así como desapareció el Torino, lamentablemente por el camino también están quedando abandonados miles de consumidores. Cada vez tienen menos opciones en el mercado. Los autos populares -como los dinosaurios y el Torino- pueden desaparecer.
C.C.