Desde Interlagos (Brasil) - En marzo de 1993, Ayrton Senna ganó una carrera en Brasil por última vez en su vida. Por supuesto, nadie lo sabía en ese momento: ni Ayrton, ni sus fans, ni un joven periodista argentino de 20 años, que había viajado hasta Brasil para probar un auto y cubrir la carrera.

El Gran Premio de Brasil de 1993, donde Senna ganó con su McLaren y recibió el trofeo de manos de Juan Manuel Fangio, fue mi primera cobertura periodística internacional. En aquél entonces trabajaba como productor periodístico del programa "A Todo Motor", conducido por Rubén Daray, en VCC. El viaje a Brasil fue un premio después de tres años de laburo en la producción de ATM, donde desempeñaba tareas que iban desde cadete, lavador de autos, pagador de cuentas en el banco, redactor de guiones de notas y responsable de preparar el café de oficina más horrible en varios kilómetros a la redonda.

El viaje se hizo por invitación de Fiat: en el mismo fin de semana del GP de Fórmula 1, se iba a presentar el Tempra 16v, una versión deportiva del sedán fabricado en Brasil. El lanzamiento incluiría una prueba de manejo dentro del mismo circuito de Interlagos.

Por favor, pongamos unas comillas alrededor del término "versión deportiva": el Tempra 16v tenía el mismo 2.0 naftero de siempre, que se había modificado para agregar una tapa de cuatro válvulas por cilindro. De esta manera, la potencia había aumentado de 99 a 127 caballos. En proporción, era un salto bastante grande, pero estaba lejos de ser un auto deportivo.

De cualquier modo, ¿a quién le importaba? Era mi primer viaje como periodista fuera del país. Iba a ver una carrera de Fórmula 1 desde un VIP. Y, encima, iba a manejar un auto en Interlagos. ¿El Tempra 16v era lento? Claro que sí, pero -tal como todos pudimos comprobar después- lo más importante fue que ese Tempra sería el Safety Car de la carrera.

Recordemos que, en 1993, Senna lidiaba con su McLaren-Ford de antigua tecnología, contra el revolucionario Williams-Renault de Alain Prost (con sus fabulosas "suspensiones inteligentes"). La primera carrera del año, en Sudáfrica, había mostrado un dominio aplastante del Williams: Prost hizo la pole position, la vuelta más rápida y logró un triunfo sencillo en Kyalami.

Cuando el circo de la F-1 desembarcó en Brasil, todos sabían que Senna sólo tendría alguna chance si llovía en algún momento de la carrera: en Interlagos, bajo el agua, el brasileño podía marcar diferencia.

El sábado por la tarde, al término de las tandas de clasificación, pude manejar el Tempra 16v en la pista, mientras todos hablaban de pronósticos meteorológicos. Hacía calor, había mucha humedad y el Tempra 16v rolaba de manera penosa, de una curva a otra, mientras intentaba conocer -al mismo tiempo- el circuito y el auto. El único vértigo que generaba ese auto era por la falta de agarre de las butacas: al final de la Curva de Pinheirinho casi termino sentado en la butaca del acompañante.

Cuando salí del autódromo ya era de noche y, en las favelas que rodeaban a Interlagos -hoy bastante más urbanizadas-, se escuchaba el ruido de tambores. "Son macumbas", me dijo el chofer del taxi que me llevó al hotel. "Están rezando para que mañana llueva", agregó con la mayor solemnidad. Solté una carcajada. Me reí, como un estúpido. Estaba convencido de que el tipo me estaba gastando.

La cuestión es que, al día siguiente, apenas se largó la carrera, comenzó a llover. Con neumáticos lisos, la revolucionaria suspensión del Williams no pudo hacer mucha magia y Alain Prost se despistó. Como siempre que había pista mojada, Senna parecía manejar en otra dimensión que sus rivales. Era insultante ver el ritmo que llevaba y cómo aceleraba donde los otros no podían hacer más que frenar.

Interlagos fue una fiesta. Senna ganó ante su público. Los tambores sonaron más fuerte que nunca y, apenas cruzó la línea de meta, el McLaren-Ford se quedó sin nafta. El auto de seguridad levantó al brasileño y lo llevó "de carona", por todo el circuito. Ayrton sacaba medio cuerpo afuera de la ventanilla del acompañante, agitaba una bandera brasileña y la televisión mostraba la vuelta triunfal en el Safety Car. Los ejecutivos de Fiat se abrazaban, llorando, en el VIP. El Tempra 16v estaba en las pantallas de todo el planeta: "¡O Tempra! ¡Ayrton no Tempra!", gritaban. El video de acá abajo aún hoy me llena de saudade.

El resto es historia conocida. Juan Manuel Fangio fue el encargado de entregarle el trofeo a Senna en el podio. Fue una de las últimas veces que los dos pilotos, que siempre confesaron su admiración mutua, se verían en persona.

Ayrton Senna murió en el circuito de Imola, el 1º de mayo de 1994. Fue la única vez que lloré por la muerte de un piloto. Trabajo como periodista de autos desde 1990 y, la semana pasada, cuando el TCR South America me invitó a manejar uno de sus autos en Brasil, no pude evitar recordar aquél viaje de mi primera cobertura internacional, en 1993: "Interlagos, 30 años después".

El contacto en Brasil con el Honda Civic Type-R TCR se publicará la semana que viene.

C.C.

HONDA CIVIC TYPE-R TCR 7

C.C. viajó a Interlagos para probar un Honda Civic Type-R TCR.

SENNA - BRASIL 1993 - 12

Treinta años después de haber manejado en Interlagos el Fiat Tempra 16v, que hiciera famoso Ayrton Senna en el Grand Prix de Brasil de 1993.

HONDA CIVIC TYPE-R TCR 9

El contacto con el Honda Civic Type-R TCR se publicará la semana que viene.

Galería: Ayrton Senna - Interlagos 1993


VIDEO: Ayrton Senna - Gran Premio de Brasil 1993


ADEMÁS

En el Twitter de @Motor1Argentina

 
 

Ayrton Senna / TCR

Enviá tu noticia a novedades@motor1.com