La historia de Maserati puede definirse como un relato agridulce dentro del Grupo Fiat (ahora integrante del Grupo Stellantis). Históricamente, la firma del Tridente fue una marca de lujo asociada con Ferrari y posicionada entre lo mejor de la industria italiana del automóvil. Tras décadas de competición y diferentes propietarios -incluyendo al argentino Alejandro De Tomaso-, Maserati se convirtió en parte de Fiat en los años 90. Desde entonces, han ocurrido muchas cosas.

La llegada del mayor fabricante de automóviles de Italia supuso un montón de oportunidades y retos para el Tridente. Por un lado, Fiat aportó no sólo el dinero, sino también sus fábricas y su infraestructura global. Maserati podía por fin respirar tranquila, gracias a estos recursos y capacidades. Por otra parte, la llegada de la familia Agnelli también trajo consigo más burocracia y menos flexibilidad.

En 2002, diez años después de la adquisición por parte de Fiat, las ventas globales de Maserati alcanzaron apenas 3.300 unidades. Era una marca de lujo y de nicho, que ofrecía sólo tres modelos: Coupé, Spyder y 3200 GT. Esta oferta limitada se mantuvo durante al menos otros diez años. Maserati estaba posicionada como la hermana lujosa de Ferrari, y lograr grandes volúmenes de ventas nunca estuvo en los planes de aquellos años.


La expansión

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Todo cambió cuando, en 2010, Fiat anunció que Maserati se convertiría en parte de un nuevo sub-grupo premium y de lujo, que también incluiría a Alfa Romeo y Abarth. "Cualidades deportivas y prestaciones", eran los valores comunes de estas marcas dentro de ese conjunto.

La expansión comenzó en 2013, cuando Maserati lanzó dos sedanes totalmente nuevos, los Quattroporte y Ghibli (leer crítica). En 2014, Maserati vendió una cifra récord para toda su historia: 32.800 autos, casi siete veces más que cinco años antes. La marca de "nicho" ya era cosa del pasado. Ahora, bajo el paraguas del Grupo FCA, Maserati podía pensar a lo grande y expandir su presencia en otros mercados mediante productos refinados que, en algunos casos, utilizaban motores Ferrari.

Sin embargo, el mercado estaba cambiando. Estas berlinas se presentaron justo cuando el mercado mundial de autos de lujo comenzaba a enamorarse de las SUVs: Porsche Cayenne, Mercedes-Benz Clase M y BMW X5/X6, entre otros. Por eso, se desarrolló el modelo Levante, la primer SUV en la historia de la marca (leer crítica). Para el momento de su lanzamiento, en el año 2016, Porsche ya llevaba 14 años vendiendo la Cayenne. En 2017, Maserati consiguió romper otro récord de ventas absoluto: con 49.000 unidades en doce meses.


La caída

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Mientras la Maserati Levante ganaba rápidamente participación en el segmento de las SUV de lujo, el resto de la gama envejeció de manera acelerada, sin que llegaran las nuevas generaciones. A medida que los volúmenes de ventas globales de sedanes fueron cayendo, Maserati retrasó el desarrollo de las nuevas generaciones de las Ghibli y Quattroporte, que ya acumulaban seis años para el 2018.

La falta de nuevos productos y el paso de los años tuvieron un impacto negativo en las ventas globales. El volumen cayó un 29% entre 2017 y 2018, después un 26% entre 2018 y 2019, un 7% entre 2019 y 2021 (excluyendo el 2020, por el impacto de la pandemia en el mercado) y otro 4% entre 2021 y 2022.

Maserati reaccionó en 2021, con una serie de lanzamientos que han continuado hasta este año. Los nuevos modelos MC20, MC20 Cielo, Grecale y GranTurismo están dando algo de oxígeno a la marca. Tienen verdadero ADN Maserati en términos de diseño, tecnología y calidad. Sin embargo, ¿será suficiente para que la firma del Tridente recupere su relevancia?

J.F.M.

* El autor es especialista en la industria del automóvil en JATO Dynamics.

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