"Clavo", "perno", "maceta", "problema" o "dolor de cabeza" son algunas de las formas en que llamamos en la Argentina a aquellos autos que consideramos indeseables. Es un concepto muy gráfico porque al clavo, literalmente, te lo “clavás”. Una vez que el título de propiedad pase a tu nombre, nunca te lo vas a poder sacar de encima. La premisa supone que existen autos para los cuales -en toda la extensión del inmenso y diverso país que tenemos- no hay un solo habitante dispuesto a comprarlo de segunda mano. “Hay que encontrarle el novio”, diría un vendedor de autos usados cuando te ve entrar en tu Mitsubishi Space Wagon para dejar en consignación. El clavo es un auto para el cual la demanda es "cero".

Lo curioso es que el concepto de “auto clavo” es algo completamente argentino. No he encontrado en otro país o idioma un término que se solape totalmente con nuestra idea de perno. En España se usa decir “kunda”, pero hablando de autos viejos y económicos, por más comunes y vendidos que sean. En inglés existe el término “lemon”, que hace referencia más que nada a autos que traen problemas mecánicos frecuentes.

Lo otro que cambia significativamente de país a país son los modelos que son, estereotípicamente, clavos. Por ejemplo, en Argentina, el Toyota Camry es un clavo, mientras que en Estados Unidos es literalmente uno de los autos más vendidos y buscados por los consumidores. En Europa, nadie sabe dónde meterse un Jaguar S-Type, mientras que acá parecen cotizar al doble que un BMW Serie 5 de la misma época. La excepción es el Chrysler Neon, que es un clavo desde Canadá hasta Nepal.


Cuestión de precio

En fin, el auto clavo no existe. No hay tal cosa como un auto difícil de vender, porque siempre es una cuestión de precio. Llevado al extremo, si ofreciera 20 mil pesos por cualquier Chrysler Neon (con papeles en regla y en funcionamiento), nadie me vendería su auto. El motivo por el que pasamos meses o hasta años sin vender un auto radica, casi siempre, en el valor de publicación. Un auto vale lo que un comprador esté dispuesto a pagar. Por eso, no hay autos clavo, solo autos caros y autos mal publicados.


Entonces, ¿por qué la gente se clava con un auto?

Lo que caracteriza, entonces, al clavo es que suele haber una diferencia significativa entre lo que el dueño piensa que su auto cuesta y lo que realmente vale. Esto suele ocurrir por uno de cuatro motivos:

1. No hay valores de referencia: Cuando vas a vender un Volkswagen Gol (el "anti-clavo" por excelencia), te encontrás inmediatamente con cientos de unidades publicadas que te dan una buena idea de cuánto vale. Cuando vas a vender un Citroën C2 repatriado, no vas a encontrar ni uno. Si se trata de un modelo del que hay muy pocas unidades a la venta, es peor todavía. Vas a tomar como valor de referencia esas publicaciones que están a precios tan altos que, si los anuncios fueran objetos físicos, estarían cubiertos de polvo y telarañas. Así se genera un sesgo, porque las unidades de ese modelo publicadas a buen precio se venden rápido y desaparecen, dejando un precio promedio muy inflado por las unidades caras que permanecen. Entonces, el vendedor toma esos valores delirantes de referencia y convierte a su pobre Peugeot 406 Coupé en una postal vitalicia de los clasificados de MercadoLibre.

2. Piensa que su auto vale lo mismo que sus rivales históricos: Esta es una situación clásica. El dueño de un Kia Opirus cree que, como su auto es parecido a un Mercedes-Benz Clase E, entonces un buen precio de referencia será el de un sedán alemán del mismo año. No toma en cuenta que, a igualdad de precio, el 99.9% de los argentinos nunca considerarán al coreano. El dueño del Kia deberá encontrar un precio suficientemente bajo para que logre convencer a alguien de cambiar de opinión. Justamente, yo una vez estuve muy cerca de comprar un Opirus que estaba a muy buen precio.

3. No sabe publicarlo: Si nadie sabe que tu auto está en venta, se va a hacer difícil venderlo. Me ha pasado muchas veces que me escriban para preguntarme por qué su auto no se vende, a pesar de estar a un precio razonable. Ahí me desayuno con que la persona sólo le puso un cartelito con el teléfono en el vidrio o le avisó nomás a su grupo de amigos. A veces me pasan un anuncio escueto de alguna página online y con fotos sacadas con un Nokia 1100.

4. Se quiere salvar: La mayor parte de la gente que se “clava” con un auto lo hace sin quererlo y en buena fe, pero hay una minoría que publica sus autos a valores estrafalarios esperando incautos. Como saben que son modelos para los que puede ser difícil determinar un valor, los publican a precios altísimos por años y años, “a ver si algún incauto pica”. Hay un Jaguar XJ6 del ‘88 a la venta en un concesionario de Nuñez desde -no es chiste- 2015. Piden 44.900 dólares, tres a cuatro veces más de lo que realmente vale.

5. La clave es el precio: Es decir, si uno le pifia al precio, nos podemos clavar hasta con una Toyota Hilux. Por lo que, repito, no existen modelos que sean clavos. Solamente autos por los que piden más de lo que valen.


Confesiones de un clavero

Siendo honestos, sólo un verdadero clavero se animaría a decir que “el auto clavo no existe”. No tengo problema en admitirlo, porque la inmensa mayoría de los autos que tuve entran dentro de esta categoría. En los 10 años desde que saqué mi licencia de conducir, mi prontuario incluye haber sido dueño de los siguientes autos: Audi A3 1.4T, Alfa Romeo 159 Sportwagon JTDm, Alfa Romeo 166 3.0 V6, BMW 323ti, BMW 750i E32 V12, Daihatsu Charade 1.3, Ford Cougar V6, Mercedes-Benz 190E, Mercedes-Benz CLK320, Mercedes-Benz C220 CDI Coupé (C204) y Subaru Impreza 1.5.

Ahora vivo en Madrid, en donde mi único auto es un Mercedes-Benz S 55 AMG del 2002. Es que, en donde todo el mundo ve un problema, para mí se encuentra el óptimo de relación precio/producto del auto usado. Se pueden manejar autos increíbles por menos de lo que tu amigo gastó en su Kwid a pagar en 84 cuotas. De hecho, yo nunca tuve un auto que costara más que un Corolla 0km. Los motivos que hacen que la gente evite a estos autos menos buscados, muchas veces están exagerados.


¿Cuáles modelos de auto son clavo?

Si un auto es clavo o no casi siempre depende de a quién le preguntes. Últimamente, gracias a grupos de Facebook o páginas de Instagram, los claveros, que antes éramos parias del mundillo de los autos, nos organizamos para discutir y apreciar a aquellos autos que nadie más quiere. Aun así, las discusiones no tardaron en surgir, de un lado los que consideran que cualquier auto que salga del Top 10 de más vendidos es clavo, del otro el que dice “¡mi FSO Polonez no es clavo!”. En el medio estamos todos los demás.

Es por esto que considero que definir si un auto es clavo no es un criterio binario, sino un continuo. Un Renault Clio 1.5 DCi es menos clavo que un Lada Samara y este a su vez es menos clavo que el auto casero de madera que estuvo publicado en Mercado Libre hace unos años. Es posible que, para una persona, un auto sea tremendo perno y para otra resulte una compra totalmente racional. Yo propuse crear una unidad de medición, llamada “Clavel”, para definir el nivel de clavitud de un auto. En esta escala, una Toyota Hilux recibe cero claveles, un Yugo: 100 claveles.

No hay dos autos iguales. Compraría un Toyota Camry V6 todos los días con los ojos cerrados, pero ni yo me animo a un Proton Wira.


Comprá barato, vendé barato

Cuando se busca un auto “raro”, el peor error que se puede cometer es comprar por más de lo que vale. Lo más probable es que después intentes pasarle este error a otra persona y termines con el auto publicado por meses y meses. En cambio, si comprás a un buen precio, lo vas a poder vender rápido sin perder dinero el día que te canses o lo quieras renovar. Autos a la venta aparecen y desaparecen todo el tiempo. Si no es el indicado, dejalo pasar.

Hay que recordar que la depreciación es el mejor amigo del clavero y el peor enemigo del comprador de 0km. Como solemos comprar autos de más de cinco años de antigüedad, ya han pasado por lo peor de su caída de valor, lo que nos permite hacernos de un tremendo Volvo S60 T6 por migajas y luego venderlo rápido a lo mismo que lo pagamos.

Es fácil olvidar que la depreciación es un costo más de tener el auto, que debe considerarse junto al mantenimiento, seguro y patente. Es, de hecho, el costo que hace que casi cualquier 0km sea más caro de mantener que hasta el mayor de los perniles. Yo no entiendo quién compra un Volvo 0km en Argentina, porque el costo total de ser dueño de un XC60 durante sus primeros tres años literalmente duplica al de sus rivales alemanes tradicionales. Sin embargo, la relación precio/producto que ofrecen cuando son usados es casi imbatible. 


¿Y los repuestos?

Cuando hablo de autos que salen de lo común, generalmente me suelen retrucar con el tema de los repuestos, sea por su costo o su disponibilidad. Es una preocupación con sentido, considerando que estos recambios probablemente no sean nacionales y la Argentina es un país en el que las dificultades para importar son de público conocimiento. Habiendo dicho eso, en mi experiencia, esto suele ser un problema exagerado, especialmente en la actualidad (por la cantidad de herramientas que existen).

Hace 20 años, antes de que existiera MercadoLibre o los grupos de Facebook, conseguir recambios de algo que no fuera un Fiat Duna, Ford Falcon o Peugeot 504 era una odisea. Implicaba ir desfilando uno por uno por los locales de Warnes preguntando: “Hola, ¿tiene luneta de Rover 75?”, como disco rayado. Hoy, con una búsqueda en MercadoLibre, das en 30 segundos con un local en San Justo que lo tiene en stock. Si no, en Facebook te van a llevar con la persona indicada.

A lo largo del tiempo, me he llevado muchas sorpresas –tanto positivas como negativas– con respecto a la disponibilidad de repuestos. Al final, me di cuenta de que las chances de encontrar una pieza son directamente proporcionales a la cantidad de unidades de ese modelo de auto que estén en circulación, independientemente de su origen. Por ejemplo, mi abuela tiene un Fiat Palio 1.3 desde 0km. Un auto nacional, en estado totalmente de serie, donde debería ser súper sencillo conseguir todo. No, los centros plásticos de las llantas de 13” son casi totalmente inconseguibles porque no queda un solo Palio que se mantenga con sus llantas originales. Ningún repuestero se va a stockear de eso. 

Lo inverso ocurría con mi Audi A3, un auto del que hay miles circulando por el país. Conseguía todas las piezas en stock en multitud de lugares a precios súper razonables. Porque claro, una cosa es conseguir la pieza y otra es que sea razonable pagarla. Casi siempre, el precio de una pieza está directamente vinculado con la funcionalidad que tenga más que con el modelo de auto al que pertenece. Es decir, una óptica halógena va a costar parecido sea de Chevrolet o de BMW. Ahora, si es bi-xenón o LED, preparate para pagar bastante más, incluso si es para un Cruze de industria argentina.

Un ejemplo de esto es que una vez, mientras manejaba un Ford Focus Titanium, un piedrazo en la ruta me rompió el parabrisas. Eso requirió el cambio de la pieza, pero también la recalibración y reposición del sistema de sensores para la detección de peatones y frenado autónomo de emergencia. El seguro lo cubrió entero, por el equivalente a 2.500 dólares de ese momento, un valor tres veces superior al del parabrisas del mismo Focus, pero en versión SE Plus.

No significa que no haya momentos de frustración, pero con los años el clavero va adquiriendo una variedad de herramientas que le permiten reparar satisfactoriamente su auto incluso cuando la situación repuestera se pone complicada. A continuación, algunas soluciones alternativas.

* Artesanos: La dificultad histórica del país de importar mercadería llevó a que, a lo largo del tiempo, haya surgido un ejército de artesanos de primera, listos para fabricar o reparar casi cualquier cosa que haga falta: parabrisas, ópticas, tapizados, transmisiones, radiadores y la lista sigue. Esto, a la escala que tenemos en nuestro país, no lo vi en ninguna otra parte del mundo. Existen, pero son servicios muy costosos y extremadamente de nicho, generalmente reservados para autos de colección.

* Importabandistas: Hecha la ley, hecha la trampa. El mundillo de los clavos está lleno de gente que trae repuestos a pedido desde el exterior. Para esta gente, inventé el término importabandistas porque se presentan como “empresas importadoras” totalmente legales. Sin embargo, solo aceptan pago en dólar billete, las piezas llegan desde Miami en 72 horas (pero las tenés que comprar vos) y la tarifa siempre es en "dólares por kilo", independientemente del valor del artículo. Obviamente, en el fondo todos los que alguna vez recurrimos a ellos sabemos que, como mínimo, es una zona gris

* Agua y ajo: Tristemente, ocurren ocasiones en las que no hay una solución simple. Te acostumbrás a circular sin estéreo o con esa guantera partida y la vida continúa.


Caveat Emptor

Los “autos clavo” ofrecen potencia, diseño, confort y seguridad con casi nula depreciación y a valores de entrada bajísimos, pero no significa que sean para todos. De hecho, cuando alguien me pregunta qué auto comprar, mi respuesta genérica es que busquen un Toyota Corolla del 2018 o 2019. Ahora, si te gustan los autos, dale una oportunidad a algo un poco más “raro”.

Eso sí, en el mundo de los usados no hay dos autos iguales. No es lo mismo un Ford Mondeo que un Audi A4, ni un Citroën DS3 que un Hyundai i30. Incluso dentro de un mismo modelo, sugiero siempre revisar a fondo una unidad antes de comprarla. También recomiendo investigar problemas frecuentes, que podrían aparecer o cuáles son los mejores talleres especializados de la marca que te interesa (no vayas al oficial, estas últimas dos cosas se pueden averiguar en internet.

Pero, por sobre todo, lo primordial es que te asegures de que estás comprando a un buen precio, porque para todo auto hay un valor en el que vale la pena. Ahora sí, bienvenido a la vida del clavero. Ya sos uno de nosotros.

L.A.

PD: Si tenés un “clavo” o tuviste uno, contame en los comentarios de esta nota tu experiencia.


VIDEO: "Autos clavo" - Lucas Abriata

Nico Nikola / Alfa Romeo

Enviá tu noticia a novedades@motor1.com