Texto y fotos de Gustavo Feder

Editor de Autohistoria

¿QUÉ FUE?: El Isabelita fue el primer auto eléctrico argentino y latinoamericano. El vehículo fue proyectado en La Falda, provincia de Córdoba, por el ingeniero Werner Dura, quien había fundado la empresa DURA S.C.A. Se presentó oficialmente en 1960, con la presencia del gobernador, autoridades de la banca y del periodismo local. Su diseño estuvo orientado a satisfacer la necesidad de movilidad personal, en particular en el ámbito urbano y en distancias relativamente cortas. Se construyó solo un prototipo artesanal empleándose en su totalidad piezas y materias primas argentinas.

MECÁNICA: Estaba impulsado por un motor de 50 volts ubicado sobre el eje trasero. Su velocidad máxima era de 60 km/h y la de crucero 52 km/h.

LO MÁS: Fue un desarrollo enteramente local que evidenció la capacidad y creatividad de nuestros técnicos y profesionales para desarrollar productos innovadores, aun en contextos desfavorables o con escaso acceso a la información.

LO MENOS: Como sucedió con muchos otros emprendimientos independientes, careció de un verdadero plan de negocio y de respaldo financiero que pudiera garantizar la sustentabilidad del proyecto a escala industrial.

EL DETALLE: La carga eléctrica podía efectuarse desde cualquier tomacorriente y le otorgaba una autonomía de 200 kilómetros.

CONTEXTO: El Isabelita fue presentado al calor del régimen de promoción del sector automotriz impulsado por el presidente Arturo Frondizi en 1959. Las facilidades del marco legal y la imperiosa necesidad de renovar el parque automotor entusiasmaron no solo a los grandes fabricantes extranjeros sino también a muchos particulares como Werner Dura.

OPINIÓN: El Isabelita fue un pionero. Se adelantó en más de 60 años a un concepto de vehículo personal, citadino y amigable con el medio ambiente al que hoy intentan dar respuesta distintos fabricantes locales. Sin dudas, la falta de estímulos y políticas públicas específicas para ese tipo de producto, y las propias dificultades de quienes lo concibieron, conspiraron contra su viabilidad industrial. Sin ser un vehículo masivo, bien podría haber satisfecho una necesidad de movilidad puntual a la que ningún fabricante de entonces atendía.  

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El Isabelita fue el primer auto eléctrico argentino.

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