Carlos F. Figueras, director de la Revista AutoTest, falleció en mayo pasado a los 76 años (leer más). Fue un periodista de autos de extensa trayectoria. Trabajó en las revistas Corsa y Parabrisas, y fue fundador de Road Test (después rebautizada como Auto Test).

Por supuesto, el "Colorado" Figueras era un fanático de los autos. Hace unos años, la Revista Miura lo había entrevistado para saber cuáles habían sido los autos más importantes en su vida. Allí contó sus historias con modelos de Flying, Isard, Porsche, Maserati y Ferrari (leer nota acá).

Sin embargo, en los últimos años Figueras se había hecho conocido por haber tenido un auto personal muy particular: un Fiat Coupé de 1994. Su amigo y diseñador Hernán Charalambopoulos había escrito un divertido análisis -como es su estilo- sobre "la Coupé del Colorado" (leer acá).

Según informó hoy Auto Test, la familia de Figueras decidió poner a la venta ese auto. Es una Coupé 2.0/16 en color blanco, fabricada en 1994. El precio de venta es de 12 mil dólares y los interesados deben escribir al e-mail: autotest@motorpress.com.ar, con el asunto «Fiat Coupé Figueras».

En mayo de 2018, el propio Figueras publicó en Auto Test el motivo por el cual había decidido comprar ese auto. La nota completa se reproduce a continuación.


Nota publicada en la Revista AutoTest

"Capricho cumplido"

Veinticuatro años atrás, cuando Auto Test aún se llamaba Road Test, me tocó realizar la prueba de una Fiat Coupé que llegaba importada de Italia junto a la Barchetta, un pequeño y simpático descapotable. 

Apenas la vi, me cautivó, un amor a primera vista. Era diferente. Rara. Transgresora. De tamaño ideal y líneas personales e inconfundibles. La plataforma era de origen Tipo, base que se utilizó en varios modelos de Fiat, Alfa Romeo y Lancia sobre fines de los 80 y gran parte de los 90.

Sobre los laterales, en letras cromadas, ostenta la firma de Pininfarina, así como en el centro de la plancha metálica, que es del mismo color de la carrocería. La trompa lanzada con generoso voladizo se destaca por las ópticas delanteras de policarbonato integradas al masivo (y pesado) capot. 

En la carrocería, dos nervios recorren el lateral siguiendo la línea imaginaria de los pasarruedas delanteros y traseros, transmitiendo una sensación de velocidad. El lateral muestra una amplia superficie vidriada, con una ventanilla más pequeña atrás.

Pero, sin duda, el carácter de esta Coupé se manifiesta en el remate de cola –o el tercer cuerpo– con luces redondas, como si se las hubiera embutido en la chapa con cierto parentesco en relación con algunos modelos de Ferrari de los 80. Hace unos años, ese parecido probablemente inspiró a Richard Hammond del programa Top Gear de la BBC, que con su atrevimiento habitual la bautizó como “a little Ferrari”.

Lo cierto es que esta coupé tuvo la firma de dos diseñadores. En realidad, solo el interior fue diseñado por Pininfarina. La carrocería es obra de Chris Bangle, el talentoso norteamericano que, habiendo trabajado en Fiat, recaló, tiempo más tarde, en BMW y fue responsable del primer Z4, entre otros. Sin duda, por razones de marketing, identificarla con Pininfarina –fama mediante– era más redituable.

Pasaron los años, y de tanto en tanto me rondaba la idea de comprarme una Fiat Coupé. Pero me costó arrancar y proponerme salir a buscar una de las pocas que entraron al país. Por otra parte, las que eventualmente veía estacionadas o circulando por las calles no estaban en estado original. 

Algunas habían sido “bastardeadas” mediante llantas más anchas o equipadas con techo solar, que nunca tuvo. Otras tenían la chapa deteriorada con paragolpes golpeados o mal reparados y ópticas rotas. Me pasé mucho tiempo sin ver una en condiciones. Tener a un par de conocidos en las tardes de La Rambla que deliran con los autos clásicos, a veces, reporta buena información.

El “Turco” Barile es uno de los que se pasa varias horas del día sumergido en internet a la búsqueda de clásicos que estén en venta. Y un día, hace dos años, me mostró en su celular una Fiat Coupé 2.0/16v que estaba en venta en la zona de San Isidro. Era blanca y parecía original y en buenas condiciones.

Al día siguiente, arranqué a la agencia donde se encontraba junto a “Puchi” Valles para que la revisara y me diera su veredicto. Salvo un golpe en el paragolpes trasero, que le hicimos notar al dueño de la agencia, el auto estaba para comprarlo.

Nos llamó la atención que la patente (EIS 111) no correspondía a un modelo de 1994. Cuando nos juntamos con todo el papeleo, descubrimos que había sido importado en forma particular por el agregado cultural de la Embajada de España y había circulado con chapa diplomática durante diez años. Al ser vendida a quien se la compré, hubo que patentarla y darle el alta. A los dos días la retiré y le hice los retoques necesarios. El interior estaba impecable, los neumáticos Michelin eran nuevos, apenas habían rodado unos centenares de kilómetros. Hasta la llave de contacto (de aluminio) era original.

Cuando la compré, el odómetro indicaba 96.600 kilómetros y en la guantera estaban anotados, desde 1994, todos los services y trabajos realizados en detalle. Hoy, luego de dos años, todavía no llegó a los 100.000. El motor es el conocido 2.0 litros de Fiat, cuatro válvulas por cilindro e inyección electrónica que entrega 142 cv

Es sumamente elástico y también fue utilizado por modelos de Alfa Romeo y Lancia en distintas versiones. La caja es manual de cinco marchas, de recorrido algo extenso pero preciso, y la información que brinda el instrumental analógico es completa: temperatura de aceite y presión, nivel de combustible, temperatura de agua, velocímetro y cuentavueltas. todo iluminado en tono rojizo.

Además, dispone de airbag de conductor, frenos de disco en las cuatro ruedas con ABS, elevacristales eléctricos con doble one touch y columna de dirección regulable en altura y profundidad, lo que no es poco para un auto nacido hace más de veintitrés años.

La posición de manejo es baja –como me gusta– con una butaca de buen diseño y regulación amplia. La dirección asistida cuenta con un volante de buen diámetro que colabora en las maniobras de estacionamiento. La pedalera es profunda, por lo que les permite adoptar una posición ideal a los más altos. Atrás puede albergar a dos personas (jugadores de la NBA, abstenerse) ya que hay más espacio del que parece y el acceso no es muy complicado. 

El comportamiento tanto en ciudad como en ruta/autopista no muestra puntos criticables. En el tránsito urbano no le hubiese venido mal una mayor asistencia de dirección y una relación más directa. En cuanto al motor, permite circular a 60 km/h en 4ª con buena reacción. 

Las suspensiones copian con decisión y a la hora de doblar manifiesta una conducta neutra gracias a un eje trasero que acompaña a la tracción delantera. Como seguramente ha deducido el lector, estoy feliz de disfrutar de mi Fiat Coupé, que uso diariamente cuando no estoy al volante de un auto de pruebas. Capricho cumplido. 

C.F.F.

(Texto publicado originalmente en Auto Test - Mayo 2018)

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