Desde hace años que Fiat viene trabajando en un cambio de imagen y reposicionamiento de marca. Pulse y Fastback son los nuevos abanderados de ese movimiento, pero en realidad la revolución empezó con Toro. Antes, resultaba difícil para la marca vender modelos tan caros e inclusive se había retirado del segmento C, pero ahora podría volver y la manera sería en formato de SUV.
En estos tiempos en que todos los vehículos son o parecen SUV (ver estadísticas), la gran pregunta es qué camino seguiría Fiat con su nuevo producto. Por un lado, la base debería de ser la de Toro, que es el siguiente paso sobre la MLA usada para Pulse (ver crítica acá) y Fastback (ver lanzamiento acá). Utilizada también en Renegade, Compass y Commander, debería de hacer algo distinto para no competir con Jeep.
Una propuesta, que la marca ya hizo en 2018 con el concept Fastback, es ir por un crossover coupé, pero ese lugar se lo terminó cediendo al hermano del Cronos. ¿Qué hacer entonces? Fiat podría tranquilamente ofrecer un derivado de 7 asientos del Commander (ver crítica acá), pero más cercano en precios a Compass.
Respecto de Jeep, Fiat tiene una ventaja: la marca de las siete ranuras ya tiene el prestigio off-road y de status cuasi premium, también tiene una imagen definida que refleja esos valores, por lo que la marca italiana tiene un terreno propio donde apuntar, con diseños más modernos, dinámicos, terminaciones menos onerosas y equipamientos completos, pero no tan avanzados.
Quizás los SUV marquen el regreso de Fiat al segmento C y así habría una alternativa más económica a Compass, Taos y Corolla Cross, o quizás con precios similares, pero con siete asientos: todo depende de por donde pretenda apuntar. Eso sería para los modelos producidos en Brasil, porque a nivel global, y especialmente en Europa, Fiat también podría tener su primo de los C5 Aircross y Peugeot 3008/5008.