La caja manual... esa cosa que, a los que nos gusta manejar, nos encanta usar. Pie, mano, coordinación, velocidad, sincronización, control y placer de conducir, todo eso pueden aportar la bendita palanca, su pomo y el pedal izquierdo.

Como en todo, hay cajas de cambios que jamás olvidaremos por su horrible accionamiento, propensión a roturas y demás. Pero hay otras que nos sacarán una sonrisa cada vez que las usemos o recordemos, ya sea por tacto, velocidad, facilidad o quién sabe qué más. Lamentablemente, están en vías de extinción, como tuve que contar hace poco en una nota, por eso, en esta nota grupal del equipo de Motor1 Argentina elegimos nuestras “manuales” favoritas.

En esta ocasión nos vas a tener que perdonar con las imágenes: resulta que para la época que manejamos la mayoría de nuestras cajas favoritas no habían cámaras digitales (tampoco le sacábamos fotos a las palancas con las de rollo... o las perdimos) y no hay ilustraciones de calidad dando vueltas por la red… pero el amor está y eso es lo que trasmitimos en esta nota.


Orlando Cristófalo – Volkswagen MQ

Si mal no recuerdo, la primera vez que probé un auto con esta caja era un VW Gol. Lo primero que me llamó la atención fue el recorrido corto y preciso sin ser un auto con aspiraciones deportivas. La palanca transmitía precisión. Sabías que el cambio entraba porque te lo “decía” la selectora.

Con el correr de los años manejé varios modelos con esta transmisión y todos me recordaban a lo mismo: la caja de cambios perfecta -sí existe- y al alcance de cualquier mortal. Claro que habrá transmisiones de Porsche, Ferrari, Jaguar y muchos otros que podrán ser mejores, pero la MQ es para todos, es del pueblo.

Bonus Orly: Sé que no se puede, pero lo voy a hacer igual: mención especial para la caja de mi viejo Willys de tres velocidades. No tan corta de recorrido como la MQ, pero sí con esa transmisión de sensaciones. Y el arte de tener paciencia y precisión con una caja no sincronizada.

Jerónimo Chemes – Falcon Ranchero (al volante)

La primera chata que tuve fue una Ranchero de los 70s. Caja de 3ra al volante. La compre en mal estado y de apoco la deje "andable". Cuando se ponía vieja tenia un drama con el varillaje y "la copa" del volante donde encastraba la palanca. La mía tenía problema con ambas.

Pasar de primera a segunda en el transito era adrenalina pura ya que, por más que la palanca hiciese el recorrido, hasta soltar el embrague no sabias que corno había pasado. Crrrrrrrraaaccccc crac crac eran los sonidos más comunes de aquellos tiempos. Por suerte el Falcon 188 le ponías segunda y por ello durante 45 días anduve sin 1era y MA. Para salir marcha atrás tenías que empujar o abrir el capot y "tocar el varillaje".

Fue la mejor caja que tuve. Porque aún rota, andaba, nunca me dejo tirado y me enseñó a valorar lo que tengo. Y me dio las mejores anécdotas con mis primeras novias (asiento largo...)

Leonardo Valente - Chevrolet Corsa Wagon Life

Cuando uno piensa en una caja manual, piensa en dos cosas: la comodidad de la selectora y el relacionamiento de la caja. Claramente también está la confiabilidad… y eso que mucho no se puede explicar pero es el “match” que hace con el motor, independientemente de su potencia.

En el caso de mi Classic Wagon del recordado plan de gobierno del 2009, donde la cuota era fija y se la debías a la ANSES, además del recuerdo del mejor negocio automotor de mi vida, me queda como hecho positivo el haber sido mi primer cero kilómetro y por lo tanto la primera caja sin juego, sin cosas raras, con cambios que muy excepcionalmente no querían entrar. Eso sí, el relacionamiento era extraño y no lo acompañaban las ruedas de 13 pulgadas. Se iba arriba en vueltas y reclamaba a gritos una sexta, aunque a la hora del surtidor sorprendía con un consumo bajísimo.

Será el motor, será el ligerísimo peso de ese “barrilete rutero”, pero lo cierto es que el match estaba, me costó mucho volver a sentir esa ligereza y fluidez rutera sin tener que recurrir a cosas con muchísimos más caballos.

Carlos Cristófalo - Fiat Uno SL

En realidad, es la peor caja manual que manejé en mi vida. Pero el cuento viene así. A la hora de poner las reglas para estas "notas corales", donde participa toda la Redacción, el querido Jaime Mayo es muy estricto. Nuestro hombre nacido en Waikiki, estableció para esta ocasión que sólo podíamos elegir autos que se hayan vendido en Argentina. Así quedó afuera el maravilloso Porsche 911 GTS Targa 4S que probé en Europa en septiembre de 2017, con su fabulosa caja manual de siete marchas (leer crítica).

El Fiat Uno SL fue el primer 0km que me compré en mi vida y también fue el peor auto que tuve. La caja -errática, ruidosa e ingobernable en los días más fríos del año- era apenas uno de sus tantos defectos. La sufrí como una condena al infierno. O al menos un purgatorio. Debo haber pagado muchos pecados después de haber soportado esa caja paleolítica durante tantos años, como para que el Universo alineara los planetas y me recompensara, recién el año pasado, con la deliciosa MT6 de mi actual GR Yaris (leer crítica) Así que, gracias Uno SL: a la distancia, hoy te recuerdo como la más dulce penitencia.

Carlos Alfredo Pereyra - Nissan Sentra Super Saloon 1992 (japonés)

Pequeño, cuatro puertas, techo corredizo, antena eléctrica, tapizado aterciopelado y estilo japonés-norteamericano. Su equipamiento era completo y de gran calidad. Una delicia llevar ese auto con motor 16 válvulas y una caja con una selectora, accionamiento y relaciones excelentes. Era ideal llevarlo por la ruta y sobrepasar camiones; siempre respondía. Te daba garantía de pasar rápido y seguro. Fuimos en familia por la Ruta 3 (y también por la 8), con su tránsito de una mano por vía, y para mantener el ritmo era necesario percibir la distancia y los espacios necesarios para no tener sobresaltos, pero el pequeño Nissan aceleraba, y tiraba cambios con autoridad.

En Córdoba, en el Camino de las Altas Cumbres, me terminó de convencer; tanto en el ascenso como en el descenso el contar con esa caja manual, tan agradable de usar, fue uno de los mayores placeres de ese viaje.

Jaime Mayo – Ford Mondeo ST 220

Tengo que ser sincero, las cajas manuales de Ford -en general- son una delicia. Desde las de vástago largo como la del Fiesta New Edge, hasta la del último Focus hecho acá, todas tienen algo en común, ese tacto que no es tan mecánico como el de las MQ, pero que te da precisión absoluta y plena seguridad de que el cambio entró, como si pasara por dos bolitas que traban el vástago.

El ST 220 es la cumbre de todo lo que te digo. Ese auto era la vara con la que medías a todos los demás. La potencia del V6 es poca a niveles de hoy, pero buena para la época, sin embargo, lo más interesante era el tacto entero del auto: butacas Recaro perfectas, dirección con precisión telepática y esa selectora que te daban ganas de pasar cambios aunque no fuera necesario, rápida, precisa y con ese tacto ideal. Se que hubo quejas sobre su durabilidad, mi queja fue la duración de mi encuentro con ese Mondeo, hubiera querido que durara para siempre…

Luciano Salseduc - Renault 11

Voy a elegir la caja del auto con el que aprendí a manejar. Era un Renault 11 Fase II color celeste metalizado TXE (por suerte con dirección asistida). Tanto este modelo como el Renault 9, fueron los primeros vehículos que usaron un motor Renault en posición transversal, dando lugar a las cajas de cambio JB de 5 velocidades que reemplazaron a las de 4 marchas.

Me acuerdo que los cambios entraban fácil. El embrague tenía un buen recorrido. Todo era dominable y se hacía querer. La traté con mucho cuidado al principio y tal vez no tanto después, con muchos malos rebajes incluidos. No costó agarrarle la mano. Se la bancó. Y muy bien. Me dio grandes alegrías. Esas que estaban guardadas, hasta hoy, en la otra caja:la de los recuerdos. 

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