En nuestra reciente recorrida por la exposición Argentina Oil & Gas (ver nota) nos encontramos con el stand de la empresa Jan de Nul. Si bien la actividad principal en nuestro país es la de dragado de las vías fluviales y marítimas, este grupo se ocupa de las actividades acuáticas más diversas, como son la instalación de aerogeneradores, cables submarinos, entre otras.
Jan de Nul es un grupo internacional que se ocupa de todo tipo de obra sobre costas, o lechos marinos, o de río. Tiene actividad en numerosos países y opera en Argentina con una flota de dragas y personal especializado para el mantenimiento y dragado del Río Paraná – Paraguay, el recorrido de la tan mentada Hidrovía; un trayecto que toca varios puertos, y que permite la operación de barcos de carga que se encargan de transportar las cosechas a granel, y todos los productos de la actividad económica e industrial del norte del país.
La compañía está en más de 150 países, tiene más de 7000 empleados a nivel global, y es reconocida en obras de infraestructura marítima, dragado, ingeniería civil y medio ambiente. Entre algunas obras destacadas se puede mencionar trabajos en el Canal de Panamá y en el Canal de Suez.
Cada barco de Jan De Nul cuesta alrededor de US$25 millones y son un diseño propio, realizado a partir de la experiencia de la compañía en las tareas que ejecuta. En el mundo cuentan con 42 barcos, 4 de ellos en la hidrovía. También, tiene taller propio y fabrican sus repuestos, en general piezas costosas, que ya tienen en stock ante cualquier eventualidad.
La bajante extraordinaria del Paraná requirió de un dragado más profundo, lo que trajo controversia con grupos ambientalistas. La pérdida de profundidad de la Hidrovía obliga a los buques a cargar menos toneladas en los puertos de la zona del Gran Rosario, debiendo completar su carga en los puertos del sur bonaerense, lo que implica sumar unos 700 kilómetros más de viaje, que podrían evitarse con puertos operativos en la Hidrovía. Los puertos del sur bonaerense no están cerca de grandes zonas productoras de maíz, por lo que deben ofrecer altos precios para poder originar el cereal, lo que promueve que muchos camiones recorran cientos de kilómetros (que en otras circunstancias no harían) para llegar a las terminales de Quequén o Bahía Blanca.
Si tenemos en cuenta que un camión carga unas 30 toneladas y un buque granelero unas 30.000 toneladas, y que la Argentina exporta todos los meses millones de toneladas de productos agroindustriales, entonces está claro que la huella de carbono de esa distorsión comercial debe seguramente ser gigantesca.
Aún con todo esto jugando en contra, la zona portuaria de Rosario ha marcado un récord en volumen de carga: El nodo agroexportador rosarino, sobre la costa del Paraná, embarcó en 2021 75,2 millones de toneladas de granos, harina y aceites; y se ha posicionado muy cerca del puerto de Nueva Orleans, en EE. UU. La terminal esta en el top 3 del mundo.
Argentina se encuentra tercero en el ranking de exportadores de commodities agrícolas a nivel global, con un total exportado de 99,3 millones de toneladas en la campaña 2020/21, pronta a cerrarse. El primer puesto lo ocupa EEUU, con envíos al exterior de 180,7 millones de toneladas, y el segundo Brasil, con 121,9 millones de toneladas anuales.
Jan De Nul, presencia en Argentina - Video