¿Cuántas cosas pueden entrar en un auto? Todas las que quieras hasta convertirlo en el Homeromovil. No estamos hablando de cosas que podés cargar en el baúl o sumarle al interior, sino de elementos de equipamiento que nos llaman la atención y nos encantaría tener, hasta que los probamos en el uso real y nos sentimos… no tan satisfechos.
No vamos a entretenernos mucho más con introducciones, tiramos la consigna a la redacción entera de Motor1 Argentina y el resultado (con algún recorte de adjetivos) es lo que se reproduce a continuación.
Orlando Cristófalo – Techo solar fijo
Creo que esta es una de las “convocatorias” que más me costó responder. No sólo me gustan los autos, sino que también me gusta la tecnología, con lo cual soy doblemente nerd y toda “nerdeada” que le sumen a un vehículo me va a encantar aunque las probabilidades de uso mientras ese auto esté en mis manos sea de una en un millón de kilómetros.
Mi elección viene por el lado de un elemento que, en parte, ha sido deformado para abaratar costos, y ahí es donde se torna inútil y, en mi parecer, casi peligroso. Se trata del techo solar que no cuenta con la posibilidad de abrirlo, o sea, sólo corremos una cortina para que los rayos solares entren en el habitáculo. ¿Correrlo y que entre aire? No, clavado como techo de chapa.
Todo esto me lleva a preguntar: ¿Quién inventó ese artefacto del mal? ¿A quién le gusta tanto el efecto invernadero dentro del habitáculo? ¿Será que soy Team Invierno y todo lo que de calor me provoca alergia? Las respuestas conducen a una sola respuesta: dígale NO a los techos solares fijos.
Carlos Alfredo Pereyra - Consola central
La consola central simbolizó deportividad. Supo resaltar a la “palanca al piso” (con accionamientos más directos); y a las butacas individuales, en lugar del banco delantero. Hoy en día, con los accionamientos eléctricos, o automatizados, todo se resuelve integrado a la plancha de a bordo, en el centro del volante, o en la columna de dirección; y permite que visualmente la zona quede despejada. Se va en ese camino, pero con lentitud. Resumen, se podría disponer de la opción de poder pasarse de una butaca a la otra, sin problema como en los camiones.
Fue un elemento muy atractivo para los diseñadores de interiores pues acentuaba el individualismo. Hoy su eliminación juega a favor de acentuar la percepción de espacio interior. Con la conducción autónoma esta disposición quedará en el recuerdo, pero hoy es un resabio de cuando había que manejar con fuerza y habilidad.
Luciano Salseduc - Controles por voz
Es una verdadera lástima que los controles por voz no hagan caso. Los ingenieros, astutos, habrán pensado en brindarle al conductor este “diferencial” para que disfrute de su “momento autoritario” del día: dar órdenes tranquilo sin recibir reproches ni malas caras y pensar que, por fin, se tiene el poder de una palabra incuestionable. Pero no. Lamentablemente este mundo casi utópico, que podría ser el ideal para muchos, se ve desvanecido por el mal funcionamiento de la interfaz, los ruidos que llegan de afuera del habitáculo, alguna mala pronunciación, gritos del resto de los ocupantes, la música de la radio o simplemente la complejidad del sistema.
Además, pienso en la tinta perdida de ese librito que nadie lee y vive por siempre en la guantera llamado “Manual del Usuario”, en el que explica, o intenta, cómo hacer para hablarle al auto y responda. “Aprendé a escuchar”, me aconsejaron sabiamente. Traslado esas palabras para aquellos que deciden dotar al vehículo de este ítem y también para los autos que lo tienen y no hacen mucho caso. Seguramente si esto pasa, viviremos en un mundo mejor.
Leonardo Valente – Estacionamiento automático
Si bien soy un entusiasta de toda innovación tecnológica aplicada a la movilidad, y reconozco que los sistemas de estacionamiento automático han representado la puerta de entrada a muchas tecnologías imprescindibles para la conducción autónoma (especialmente en sus primeros niveles) en términos de sensores, radares, cámaras… todas mis experiencias con los sistemas “parktrónicos” han registrado mayor o menor grado de frustración.
En distintos vehículos y con distintos niveles de asistencia, las dificultades para que funcionen han sido directamente proporcionales a su pretendido nivel de avance, con algún que otro susto (de acompañante) en una XC90 prestada en tierras extranjeras que amagó fuerte con subirse a la vereda. Probablemente la habilidad para lograr el estacionamiento es la maniobra que define esa prueba de admisión a la sociedad que representa sacar una licencia de conducir, y por ahora creo que seguirá siendo refugio de las últimas habilidades manuales al volante…
Carlos Cristófalo - Head Up Display
Cuando se trata de la cabina, el equipamiento de un auto suele apuntar a mejorar la comodidad y el confort de los pasajeros. Sin embargo, en los últimos años eso se desvirtuó hacia un objetivo bien diferente: que el conductor realice el menor esfuerzo posible a la hora de conducir. ¿Querés abrir la ventanilla? Olvidate de esas manijas que obligaban a trabajar tus bíceps y tríceps: ¡sólo apretá este botón! ¿Querés ajustar tu asiento? Nada de combinar abdominales con glúteos y trabajo de muslos. ¡Apretá este otro botón! La Ley del Menor Esfuerzo para el conductor está llegando hasta extremos insólitos y el mejor ejemplo de eso es el Head Up Display.
Ya no alcanza con tener un tablero bien completo y lleno de información. Ahora es necesario que esa información se proyecte sobre el parabrisas. ¿Con qué objetivo? Con el único fin de que ni siquiera tengas que hacer el esfuerzo de cambiar el ángulo de la visión. Los cultores del Head Up Display aseguran que ayuda a mantener la vista en la ruta y es mentira: no es posible hacer foco en la información proyectada sin quitar el foco en el peatón que está a punto de lanzarse a cruzar la calle. “Pero es genial, ¡se siente como manejar un jet de combate!”, insisten. Tu auto no es un Grumman F-14 Tomcat, Rubén. Y vos no sos Maverick.
Jero Chemes – Piano Black
Hace unos años un auto de alta gama te ofrecía materiales nobles como raíz de nogal. La distinción se sentía, se veía y se tocaba, con materiales que no se rayaban y mantenían su brillo por 40 años. Un día, a alguien se le ocurrió que esos materiales se podían reemplazar por simples plásticos. El problema es que el plástico, da “berreta”. Entonces a algún genio se le ocurrió tomar un pedazo de plástico negro, pulirlo y dejarlo bien “brishoso” y voilá, nació el piano black como “lo nuevo y cool”.
Hoy desde los vehículos más caros a los generalistas vienen llenos del bendito “piano black” para “dar caro”. El resultado es patético. La única vez que el plástico este se luce es cuando le sacas el film de cero km. A los 30 segundos de hacerlo, ya esta lleno de polvo ya que la menor partícula que vuele se le adhiere y queda sucio para siempre. Podés pasarle 500 veces el trapo por día que siempre estará sucio. Además, se le marcan los dedos y queda un asco. Y para finalizar, se raya de nada. No importa el valor del vehículo. Piano black es sucio, frágil y cuando se pone viejo queda horrible.
Juan Pablo Estevez - Apertura de baúl con sensor de pie
La idea es genial, llevás las llaves en un bolsillo o cartera y te desentendés de todo, solo con tirar de la manija de puerta se destraba, solo con apretar un botón el auto se enciende. Hasta acá todo es genial, pero como siempre a alguien se le ocurre ir por más… y todos sabemos que más no es mejor. Acá entra en juego la apertura de baúl con el pie.
La idea es genial, venís con las manos llenas, pasás el pie por debajo del paragolpes (con las llaves en el bolsillo o cartera) y es como decir ábrete sésamo… solo que la mayoría de las veces no funciona. Resultado, terminás haciendo el ridículo, ya sea cuándo se lo querés cancherear a alguien como cuándo terminás bailando una suerte de malambo en un estacionamiento, o dejando todo lo que tenías en las manos para abrir el portón con tu manito.
Extra: el portón motorizado está genial, pero que nunca te agarre apurado.
Jaime Mayo – Tablero digital (de fantasía)
Menos es más. Ya hice un primer resumen de cosas que me molestan en los autos modernos y leí atentamente sus comentarios. El problema es le mismo que critiqué cuándo hable de las pantallas táctiles, agregar funciones solo porque se puede, no solo no mejora la experiencia, la hace más confusa, tediosa y -sobre todo- distractiva.
De todo lo que pensé y comentaron, el mundo de las pantallas es le que más me molesta. Ya me despaché contra los controles 100% digitales (#QueVuelvanLasPerillas) ahora llega el turno de los tableros digitales. Ojo, hay que diferenciar, tenés algunos muy buenos, que te dan toneladas de información, la información que vos querés y dónde querés, pero además pueden simular relojes analógicos o presentarle la información de otra manera. El problema es cuándo alguien impone lo lindo sobre lo práctico y llena de animaciones todo, pero no podés ver tacómetro, velocímetros y computadora al mismo tiempo porque… no, no entiendo por qué no.