Normalmente cuándo una marca arma su museo es sobre su propia historia. Normalmente, porque hay algunas excepciones como el Museo Toyota de Japón donde se rinde tributo a los grandes logros del auto, aunque sean de otras marcas.

En esta demostración de respeto y de amor por el mundo de las cuatro ruedas, en las salas niponas podés ver modelos como: Mercedes 190E, Mazda Miata, Nissan Skyline GT-R R32 e inclusive un Honda NSX.

Honda NSX y otros clásicos en el Museo Toyota

¿Por qué llama tanto la atención este Honda? En los 90s los japoneses tenían afiladísimas las garras en el segmento de los deportivos y cada uno jugaba con alguna peculiaridad, desde el RX-7 rotativo, hasta el 300GT con “dirección” en las ruedas traseras, pasando por el 300ZX y el Supra de Toyota.

Entre toda esta efervescencia deportiva, el NSX tenía un par de trucos que lo hacían único: chasis de aluminio, motor central trasero y un tal Ayrton Senna como tester durante el desarrollo. El resultado era un superdeportivo que le plantaba batalla a Porsche y hasta Ferrari con un presupuesto mucho menor.

Honda NSX y otros clásicos en el Museo Toyota

Producido entre 1990 y 2005, el Honda NSX original hoy no parece más rápido que un hatchback con sobredosis de adrenalina, pero con su V6 de 3.0L VTAC entregaba entre 275 y 300 CV (dependiendo del mercado), 270 km/h de velocidad máxima y un 0 a 100 km/h de entre 5,5 y 4,7 segundos.

El NSX volvió a la vida en 2016, pero esta vez Honda jugó con otra innovación convirtiéndolo en un superdeportivo híbrido, tecnológicamente avanzado, pero no tan trascendente como el original en su momento. En Argentina tuvimos algunos NSX y en su momento (incluso hoy) cruzarse uno por la calle era como ver pasar una nave espacial.

Volviendo a Toyota y su museo, el hecho de exhibir a sus competidores que fueron trascendentales en la historia del auto es algo tan genial que debería ser una visita obligada para cualquier amante de las cuatro ruedas. A ahorrar se ha dicho.

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