Texto de Nico Nikola

Si hubo una marca que recogió el guante arrojado por Henry Ford (más tarde por André Citroën y Ferdinand Porsche), esa fue Toyota. Si hay un modelo que representa aquél proyecto expansionista y de alcance popular de una automotriz, es el Corolla.

El Toyota Corolla es un culto a lo posible: a lo simple y práctico. Un emblema de lo alcanzable y popular. Un ciudadano del mundo.

Este modelo está presente en la gama de Toyota desde 1966 y ya en 1997 su nombre había superado al emblemático VW Escarabajo, con 32 millones de unidades producidas. Esos valores hoy superan los 50 millones y van por más.

No estoy seguro si estas cifran contemplan los Corolla vendidos por Holden en Australia o aquellos que salieron con el emblema del Moño Dorado en la trompa y se comercializaron como Chevrolet Nova. Es común ver este modelo amontonado en el “Parking Lot” de universidades en EEUU, ya que por su bajo costo de mantenimiento y precio asequible lo ubica como el favorito de los estudiantes.

Hace un par de años, tuve la oportunidad de visitar la planta de Toyota en Durban (Sudáfrica), donde se fabricaban al unísono dos generaciones del Corolla y cuyo destino principal eran los países de Medio Oriente y el continente africano. Su principal uso en esos mercados son como vehículos de alquiler, taxis o Uber. Por supuesto, el auto que alquilamos en Sudáfrica fue un Corolla Serie 140 de décima generación que -aunque anticuado- aún permanecía en producción en aquél año de 2019.

Tuve la oportunidad de conducir un Corolla en cada continente que he visitado y no por elección propia, sino porque siempre han estado allí: estacionados en los aeropuertos de todo el mundo, a la espera de viajeros y turistas o simplemente al servicio de cualquier Rent-A-Car, siendo elegido por su nobleza mecánica y su bajo precio.

Hace unos días, veíamos escenas dramáticas, tristes y miserables a través de medios que cubrían la retirada de Estados Unidos de Afganistán y... ¿adivinen qué?

En medio de las calles y del alboroto, producto por la angustia de desolación de un pueblo, se veían entre ametralladoras y vehículos militares, algunas Hilux y Corolla, taxis y particulares. Son imágenes que hablan por sí solas.

En la pobreza y con aquellos que sufren de verdad, el Corolla cumple el servicio para el cual fue concebido.

Hoy el Corolla llega a la Argentina desde Indaiatuba, estado de San Pablo, con su doceava generación. Entre las genialidades de su estrategia de marketing y reafirmando el culto a lo simple y racional, hace varias décadas que sus versiones son las mismas: XLi, XEi y SEG, sin nombres pomposos o pretensiones glamorosas. Sin apellidos afrancesados o anglicismos mal pronunciados.

El Corolla es un auto que se siente muy "seguro de sí mismo". Conoce muy bien su origen y tiene una conciencia social y popular, como ningún otro auto. Alguna que otra edición especial traiciona de vez en cuando su origen, sólo como para gritar al mundo: "¡Cuando yo quiero, puedo!". Nada más.

El Toyota Corolla es un ciudadano global, un denominador común en múltiples paisajes. Entre CKD, SKD y producción completa se fabrica en al menos 14 plantas del mundo, con mínimas diferencias entre uno y otro, buscando como siempre el liderazgo en costo, apalancado en escala y volumen.

Calidad y confiabilidad son atributos que no se negocian. No importa si hablamos de la planta de Pakistán, Victoria o Indonesia: el estándar es siempre el mismo.

No hay quién haya tenido uno y no reconozca su nobleza, prestaciones y valor de reventa. Agentes de propaganda médica, vendedores y corporativos en general ven al Corolla como una herramienta amiga, siempre predispuesta y de bajo costo operativo.

Con un servicio de posventa que es ejemplo a seguir por el resto del sector -en privado, no hay quien no te lo reconozca-. Muchos usuarios repiten una y otra vez la misma compra, aquí y en muchos países donde se ha ganado el mismo y merecido prestigio.

Es también un caso de estudio en universidades, tanto desde el Marketing como en Ingeniería siendo el “Toyota Way” o el TMS (Toyota Management System) mucho más que un manual de calidad y procesos industriales. Es una cultura y un estilo de vida industrial.

Recomiendo, para quien le interese el tema, el libro de Jeffrey Like: “The Toyota Way” y los 14 principios de gerenciamiento que han hecho grande y popular la marca.

Sin dudas, el Corolla no esté interesado en ser el modelo numero uno en ventas en Stuttgart, Estocolmo o ni siquiera en Tokio. No es un auto que busque mercados donde el ingreso per cápita esté por encima de los 40 mil dólares anuales y donde es común cruzarse con una señora elegante luciendo una cartera Fendi o un saco de Hermès. Su aspiración es, por pura vocación, popular. Lo tiene claro y sin complejos se siente a gusto en regiones y países en desarrollo, economías populares y paisajes urbanos más parecidos a México DF, Lima o Bogotá, para mencionar algunas de las ciudades más populares y populosas en nuestra región.

El Corolla nació hace 55 años para democratizar la industria y el acceso al automóvil, como un bien útil y necesario. De eso no hay dudas y sobran los ejemplos.

Hay un país en Sudamérica que, en los años '20, supo ser el séptimo país en el mundo en cuanto al parque automotor, con 7.5 automóviles por kilómetro de camino transitable. En esa misma época, ese ratio para Estados Unidos daba 4.6 y Brasil 2.6.

Fue la misma Nación que parió un quíntuple campeón de Fórmula 1, dos constructores de fama mundial y ostentó hasta la década del '70 la industria más pujante al sur del Río Bravo. Es el mismo país donde la categoría más popular, el Turismo Carretera, ha inscrito el récord de ser la más antigua, con aval de Guinness.

General Motors, Ford, Fiat y Mercedes Benz eligieron a la Argentina para instalar sus primeras filiales fuera de sus países de origen, todo eso hace mas de 80 años. Así, el listado de galardones e hitos podrían seguir: primer ganador de Ferrari con Froilán, el éxito de Crespi en el Salón de Paris y la hazaña de las 84 horas de Nürburgring. ¡Qué más, qué menos!

En septiembre pasado entró en vigencia la nueva base imponible para los impuestos internos, mal llamado "impuesto al lujo”. De esa manera, tres versiones del Corolla quedaron por encima del umbral, tributando un 20% adicional. Sus precios de lista ya oscilan entre 2.71 y 4.01 millones de pesos. Todo esto más gastos de patentamientos, cuyo “valor” -entre comillas, porque de "valor" tiene poco, más bien es un robo- supera los 200 mil pesos.

Este impuesto, que suma a los ya impagables 54% gravados en cualquier unidad, lleva a alcanzar un tributo total final que supera el 70% de carga fiscal. Inmoral e irracional.

Un empleado de comercio en un supermercado gana unos 70 mil pesos. Los hay por menos, como son los empleados de maxi quioscos, con apenas poco más de 30 mil. Tomemos el primero como ejemplo y además -como hoy estoy generoso y ya sé que cualquier cifra será impactante- vamos tomar la versión más económica del modelo en cuestión.

En el caso del primero, deberá ahorrar el 100% de su ingreso por 36.8 meses para poder acceder a un Corolla: sin vestirse, pagar alquiler ni educar a sus hijos. Se calcula que un estadounidense promedio necesita el 25% de sus ingresos para solventar los gastos de movilidad.

Si trasladamos ese análisis a la realidad local y tomamos el mismo 25%, el cálculo para un empleado promedio de un shopping da 12.6 años, sin tener en cuenta los gastos de manutención y amortización. ¡Un sinsentido!

Cualquier otro tipo de relación resulta aún más dolorosa, debido a que sólo los gastos fijos de un auto como este exceden el 50% del salario comparado. Es decir, hablamos de una utopía, un atraso inexplicable y vergonzoso.

¿Cómo es posible que hayamos llegado hasta aquí? Hay muchos otros ejemplos que alarman y alertan, a la vez que indignan. Hace unos días circuló información acerca de la antigüedad del parque automotor, sobre eso tengo mucha y muy buena data. Sin embargo, lo mejor es no desviarnos. Los datos son catastróficos.

No hay dudas de que el Corolla es una de los autos mas populares del planeta. Sobran ejemplos. Aquí, en la Argentina de hoy, es un bien de lujo, aspiracional y sólo al alcance de una clase media alta. Incluso algunas corporaciones lo ofrecen como un beneficio para sus ejecutivos.

En Argentina tenemos una clase media que no para de perder y que no resiste ninguna comparación relativa con nuestros vecinos. Una clase media que nos convirtió en el modelo a seguir en Latinoamérica se fue, ya no está.

La tentación de escribir y escribir, opinar y bajar datos es irrefrenable, sin embargo, este es un sitio de autos y aquí me detengo.

Al menos no me rindo. Y escribir estas líneas liberan, en parte, mi conciencia. No es por aquí, ni por allí. Nada de qué enorgullecernos. Es algo evidente y esto es lo que he intentado transmitir.

N.N.

***

Todo lo que siempre quisiste saber (y nunca te atreviste a preguntar) sobre el TPS: Toyota Production System
Todo lo que siempre quisiste saber (y nunca te atrevista a preguntar) sobre el TPS: Toyota Production System (leer nota).

La columna de Nico Nikola: “No, el auto no está a tu servicio”
Todas las notas de Nico Nikola en esta sección de Autoblog.

Enviá tu noticia a novedades@motor1.com