Texto de Carlos Cristófalo
Fotos de Orly Cristófalo
Producción de Vito Cristófalo
La historia fue así: aquél sábado, cuando bajé hasta el segundo subsuelo del Teatro San Martín -a cuatro cuadras del Obelisco porteño- lo hice acompañado por mi hijo de 14 años, Vito. Esa mañana salimos temprano desde la República de Béccar, para fotografiar y conocer al único Toyota Sera de la Argentina.
Es un auténtico JDM: una coupé con volante a la derecha, que se fabricó de manera exclusiva para el Japanese Domestic Market ("Mercado Doméstico Japonés"). Y se caracteriza por algunas curiosidades: su techo es una burbuja completamente vidriada y tiene puertas diedrales, tipo "mariposa". El ingeniero Gordon Murray admitió que se inspiró en el mecanismo del Toyota Sera de su vecino para diseñar las puertas de su famoso McLaren F1.
La historia completa del Toyota Sera y de aquella primera nota en Autoblog se publicó acá.
La cuestión es que, después de entrevistar a los dueños y hacer las fotos, nos fuimos a caminar por “El Centro”. Vivimos en la provincia de Buenos Aires y vamos muy pocas veces a “La Capital”. Así que, cada vez que andamos por ahí, nos gusta hacer vida de turistas. Anduvimos por la nueva peatonal de Corrientes, tomamos un café en Preto y nos comimos una pizza en Güerrín.
En La Revistería, Vito también se compró un manga de “Shingeki no Kyojin”.
Este dato es muy importante.
V.C. es un fanático de la cultura japonesa. Desde chiquito, me enseñó a apreciar el arte del manga y el animé. También se da maña con la cocina: su Ramen es la envidia de Naruto. Además, fue la persona que me mostró que Takumi no es un concesionario de Lexus ni un maestro artesano: es el mejor repartidor de tofu de Tokyo, con su infalible Hachi Roku. Como si fuera poco, su garage del GTA siempre está lleno de exóticos JDM.
A veces, hasta me da algunos disgustos. El otro día, mientras charlábamos con el dueño de una NSX, dijo: "Me quedo con este Honda antes que con cualquier Ferrari". Estuvimos una semana sin hablarnos.
Pero volvamos a Güerrín.
“¿Qué te parece si me compro el Sera, con mis ahorros?”, me dijo mientras atacaba una porción de jamón y morrón, a la que había bañado con una lluvia de ají molido.
-¿En serio te gustó ese Toyota? Mirá que hay que trabajarlo mucho, para dejarlo en buen estado.
-No hay problema. Es un JDM: tengo tres años para arreglarlo, sacar el registro y poder manejarlo.
-Es cierto. Hagamos una cosa: pongamos la plata mitad y mitad. Y lo restauramos entre los dos.
-No, vos poné sólo el 25%. Yo quiero ser el dueño del auto. Así después no me das órdenes diciéndome qué puedo o no puedo hacer con el Sera.
Lo bueno de nuestros diálogos es que V.C. me juna como si me conociera desde el día en que nació.
Así fue cómo le hicimos una oferta a los dueños. Después de la negociación y el papelerío correspondientes, el Toyota Sera ingresó al garage permanente de Autoblog.
O, mejor dicho, al taller de restauración de Autoblog.
Tsudzuku ("continuará").
C.C. / O.C. / V.C.
***
"¿Por qué estás sosteniendo la puerta con la mano?" / "Porque el amortiguador que la levanta está vencido"