Texto de Nico Nikola
Tu primer clásico será único e inolvidable. Habrá otros, sin embargo, ninguno como el primero. Será el pasaporte a un mundo íntimo e inexplorado hasta entonces. Te abrirá puertas insospechadas y te llevará por caminos que, si bien has transitado antes, ofrecerán matices de los cuales no tuviste registro hasta hoy.
Disfrutá de todo el proceso, sacá tus cuentas, pedí consejos y desechalos casi todos. Da rienda suelta a tus fantasías y apelá a tu propia historia. ¿Qué me recuerda tal o cual modelo? ¿Al auto que condujo mi padre, con el que aprendí a manejar? ¿El auto que vi girar y ganar en el autódromo o simplemente el que fue tapa de esas Corsa o Parabrisas que atesoro en algún cajón de mi escritorio?
Sin darnos cuenta, nos vemos con 10 o 12 años, yendo al colegio, pasando por la puerta del concesionario del barrio, el taller de la esquina o detenidos frente al garage de un vecino (el más próspero de todos).
¿Qué otra fantasía tiene? El mundo de los clásicos ofrece al menos tres tipos de actividades muy distintas:
1. Cuidado y conservación: lo que incluye búsqueda y selección de la unidad
2. La vida social: clubes, salidas y encuentros ocasionales.
3. Actividad deportiva: regularidad outdoor, indoor y habilidad conductiva.
No es necesario estar interesado en todas y cada una de ellas. Te recomiendo que no tengas prejuicios, que te dejes llevar y vivas tu propia experiencia. No evadas este análisis, ya que podría inclinar la balanza de tu elección. No todos los clubes son tan activos. No todos los autos son tan fáciles de mantener (por disponibilidad de repuestos o sus costos).
Y, por último, hay marcas y modelos que no están homologadas en distintas categorías o pruebas que lo podrían dejar afuera antes de empezar. Te sugiero pegar una mirada a los listados, los cuales son de público acceso.
Estudiá. No es una broma. Una vez que hayas decidido tus opciones, ya aparecerá “la unidad” de tus sueños.
Asesorate: unas llantas que no son del modelo, tapizado de otra versión o un volante que no es del año del auto. Podría ser un dolor de cabeza y una herida en tu estima el mismo día de la presentación en sociedad. No dejes librado al azar ningún detalle: incluso los más pequeños y poco perceptibles harán la diferencia. Una buena unidad asegura una buena inversión y una reserva de valor.
Argentina es Disney, por el nivel y calidad de actividad, eventos, clubes y medios especializados, además porque el mantenimiento de un auto clásico no necesariamente es tan oneroso como en otras latitudes.
Lo mejor es la disposición y disponibilidad de los mecánicos. Los hay fantásticos. Y también fanáticos, que terminarán siendo tus amigos. Si te vas a embarcar en un proyecto, hace bien los números y tené paciencia: una restauración y puesta en valor podría llevar años y mucho más dinero del que hayas calculado.
Mi sugerencia es que el primer clásico sea uno que puedas disfrutar al día siguiente de comprarlo. Hacé una lista de tus favoritos, recorré los foros y no te apures por ir a verlos. Buenas y acertadas preguntas ahorrarán tiempo y dinero. Hoy la oferta de sitios como Arcar, Mercado Libre o Facebook Market Place son un panóptico desde donde se puede observar todo desde la comodidad de tu casa o la oficina.
Familiarizate con las herramientas y dejate llevar. ¿Ya hiciste la lista? Es tiempo de iniciar el recorrido.
Tranquilo: si te gustó mucho, que no se note. No veas más de uno o dos por día. Tomá algunas fotos con tu celular y luego de cada visita tomate un café en la YPF de la esquina. Si lográs que que alguien te acompañe, mejor. No te olvides de que los precios son siempre relativos, algo aspiracional que sólo encuentra parámetros más racionales en algunos modelos, más populares y con mayor cantidad de avisos en línea. Siempre habrá un espacio para negociar.
Prestá mucha atención a su primera impresión, es lo que vas a sentir cada vez que te acerques a él. Si hubo algo mágico en ese momento, no lo intelectualices.
Las fotos engañan, ¿verdad? No es lo que se ve en aviso, no te apures, dale una oportunidad. Rodealo, aún no es tiempo de sentarse al volante, podría ser algo peligroso el despertar emociones inimaginables. Escrutalo. Hacé un listado mental de aquellos atributos indispensables por año y versión. Abrí el capo y el baúl. Observá la calidad de la restauración. Asomate e intentá ver los bajos, espejo de malos tratos y trabajos hechos con apuro.
Sin bien la nota no tiene la intención de dar consejos ni mucho menos, es una guía para la compra. Y aquí va uno importante: es irrelevante y absurdo que la pintura sea original, ya que en un auto de 40 o 50 años, es casi imposible que haya llegado hasta hoy en buenas condiciones. Es simplemente una cuestión de la química del material. Autos auténticos -léase no restaurados- hay muy pocos y son apenas un puñado los que han llegado hasta aquí tan bien conservados como para haber evadido el paso el del tiempo.
¡Una más! Es aún menos relevante lo que dicte el odómetro. Esos kilómetros son incomprobables y además es impensado que en tantos años haya tenido siempre el mismo trato. Más observación y menos conversación.
Cuanto estés listo sentate al volante. Si el vendedor es profesional, te dejará sólo. ¡Esos olores! Tantos recuerdos rozan fibras muy íntimas. Comprobá el funcionamiento de los comandos y girá la llave. Delegá ahora todo al sentido de la audición, ¿adónde te ha transportado? Es tiempo de dar una vuelta, pero sólo si sospechás que puede ser una opción. De otra manera, hay que ser educado. Saludá y seguí tu camino.
¡Ya está, ya lo sabés, es el indicado! ¿Y ahora? Dejá que un amigo negocie el precio. El más frío y calculador. No vuelvas hasta no haberlo cerrado. Luego harás tu aparición en escena. Ya es tuyo.
Si no estás acostumbrado a los clásicos, andá preparado. Estoy seguro de que lo pensaste antes. Sin embargo, tenés que estar mentalmente preparado. Todo tiene solución, ¿olor a combustión en el habitáculo? ¿No funciona la bocina? ¿Canta la segunda? ¡Levanta un poco de temperatura! Es parte de la diversión.
Si lo que querés es confort, seguridad y prestaciones, volvé a tu daily drive con olor a nuevo.
¡Qué bien se siente! ¡Y qué destreza requiere el manejo! Tené cuidado al llegar a una esquina, una mancha de gasoil o el verdín acumulado te darán una sorpresa. Nos hemos acostumbrado al ESP, el ABS y otras ayudas salvadoras: a estos muchachos hay que saber llevarlos. Cuando pares a cargar combustible, prepárate: serás el más popular de la estación. Miradas a las que no estás acostumbrado y otros preguntones o conocedores nostálgicos que te acercarán historias y anécdotas con inédito interés y destacado entusiasmo.
El camino de regreso a casa será un viaje en el tiempo, eligiendo dónde detenerte. Al llegar, soportá estoicamente el comentario de tus hijos, que con amor y ternura tratarán de simular alegría y empatía a la vez que desean en silencio no vivir el papelón de que los vaya a buscar al colegio con ese cacharro.
Tu pareja, la que te apoyó “incondicionalmente” en esta aventura se acaba de dar cuenta de lo mal que has gastado sus ahorros. No dirá mucho, por ahora, pero habrás hecho abuso de las “matrimillas” que has venido acumulando. Más vale que comiences rápido una acción compensadora.
Has iniciado un camino de ida. No digas que no te lo advertí. Que seas feliz. No mires hacia atrás y andá madurando la única y relevante decisión: ¿cuál será el próximo?
N.N.
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VIDEO: Porsche Classic
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