Es la misa de los coleccionistas de autos italianos. Un encuentro casi religioso, organizado todos los años por el Club Alfa Romeo de Argentina. El sábado pasado se realizó una nueva edición del Raduno Italiano, que tuvo su punto de encuentro en la Catedral de San Isidro: un lugar muy apropiado para esta verdadera ceremonia litúrgica, donde prevalece por sobre todas las cosas la profesión de fe (muy necesaria, sobre todo cuando se trata de confiabilidad mecánica).
Fue un encuentro privado, sin difusión al público por parte de los organizadores, que unió San Isidro con un hotel de Luján. Como es habitual en este encuentro, abundaron los Alfa, Fiat y Maserati, aunque todas las miradas siempre se las suele llevar alguna Ferrari. En esta edición participaron pocos autos del Cavallino Rampante y el más destacado de todos fue la 250 Gran Turismo Boano.
Sobre la base de la famosa 250 GT, entre 1955 y 1957, los talleres de Carrozeria Boano fabricaron 87 ejemplares de esta coupé, construida sobre el chasis Passo Lungo (también llamado Long Wheel Base, por su mayor distancia entre ejes con respecto a las Passo Corto).
El diseño tan elegante y clásico es obra de Carrozeria Pinin Farina. La construcción recayó sobre Boano porque los Farina, en esa época, no daban abasto con su capacidad de producción. Bajo el capot lleva un motor Colombo V12 3.0, con 240 caballos de potencia.
Esta Boano de 1957 estuvo a punto de ganar el premio mayor de Autoclásica 2017. Fue finalista para el galardón “Best of Show”, que a último momento le birló una Bugatti Type 57 Atalante (ver nota).
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