Texto de Leonardo Valente
@LeonardoValente

Martes 31 de diciembre. Llegó la hora de la cena de Fin de Año y los familiares de mi esposa se acercaron al clásico encuentro. Estamos literalmente en el medio de la nada. En el campo, a 530 kilómetros de Buenos Aires. El año fue largo y, entre las muchas cosas que pasaron, como es habitual hubo recambio de -algunos- vehículos en la familia.

El más interesante, en mi opinión, fue para el primo: cambió su Ford S-Max 2009 (“con detalles”) por una flamante SUV de siete asientos, basada en la plataforma de un simpático furgoncito, pero equipada con lo más deseable de la tecnología en estos días para un familiar contemporáneo: control de estabilidad, caja automática y pantallita. Se compró una Lifan MyWay china.

Sí, alguno en esta familia tenía que probar el teorema de que “tu próximo auto será chino y/o eléctrico”, aunque en este caso fue más la resignación por conseguir algo sin problemas mecánicos y con asiento para los seis que conforman el núcleo familiar, que darle una oportunidad a la potencia de Oriente.

Si bien había podido subirme a la unidad cuando recién la fue a buscar a la concesionaria de Bahía Blanca, recién ahora tendría el primer feedback con experiencia de uso. Y no fue el mejor. El siguiente diálogo es verídico:

-¿Y qué tal anda?
-Es una babosa. A 120 no puedo pasar a nadie. La verdad es que me desespera.

-¿Pero ese 1.8 no tiene 132 caballos?
-Nah, para mí que tiene 115 o algo así.

-Bueno, será un vehículo de transición hasta subirse a otra cosa.
-Y sí, pero bueno: con los impuestos que puso Alberto capaz que suben los precios de los autos y lo vendo bien.

No me iba a poner a discutir mucho de precios, economía, valores de reventa y menos de política, pero lo indiscutible en la conversación es que las reglas cambiaron. Ese diálogo me terminó de ayudar a juntar las ganas para escribir esta nota, acerca de un concepto que venía rumiando hace unos cuantos días. ¿Llegó la “Motomelización” al mercado automotor argentino?

No, no tengo datos de que la empresa La Emilia (importadora de Motomel, Benelli, Sym y Keeway, entre otras marcas de origen o fabricación oriental, anche flamante representante de Suzuki Motos) haya anunciado la idea de ensamblar autos de origen chino en nuestro país. Tampoco puedo desmentirlo, en verdad. Ni tengo un ánimo particular contra esa marca, que para muchos representa la avanzada de los últimos quince años de firmas primero ignotas y luego ubicuas de productos de baja gama, limitada confiabilidad y soporte, pero muy accesibles al público en general.

Ya lo había propuesto en mi texto-denuncia acerca del precio de las bicicletas y las motos en nuestro país (ver nota), bajo una serie de condiciones que lo permitían y que parece que volvieran a repetirse con la nueva administración. Pero ahora parece que le llegó el turno a los autos.

En primer lugar, las nuevas escalas de impuestos internos (ver notas), pensadas no para pedir un gesto solidario a quien más tiene, ni para fomentar una industria nacional que en el mejor de los casos integra un 40 o 50% de los componentes de cada vehículo (con la notable excepción del Sero Electric, pero que tampoco es 100% nacional): cada vez que un argentino compra un auto 0km se produce una salida de dólares del país, y eso es lo que hay que “cuidar” para afrontar otros “compromisos”.

Esta nueva escala indudablemente también contempla las diferencias a las que induce el nuevo cepo cambiario, que harían más atractiva la compra de un auto nuevo para quien tenga dólares-billete, pero que se cancela por el efecto fiscal justo en los segmentos que suelen realizar este tipo de operaciones.

En segundo lugar, la nueva situación del organismo encargado de regular las certificaciones de nuevos vehículos. El INTI. Esta institución estuvo prácticamente paralizada en la gestión anterior, sumida en la lucha entre facciones políticas y la notable incompetencia de funcionarios “trasplantados”, que habían hecho agua en otras dependencias, como la Sepyme, desperdiciando una oportunidad de oro para avanzar en la regulación de segmentos que evidencian un atraso notable, no solo respecto del mundo, sino incluso de la región.

Finalmente, la creciente disponibilidad de vehículos de origen chino, como consecuencia de la retracción de ventas en su mismo país (por un lado) y fundamentalmente de una nueva brecha que se abre entre la normativa medioambiental vigente en Europa (Euro VI-D), y también en aspectos de seguridad y atractivos comerciales, que requieren mayores costos de fabricación (cumplimiento EuroNCAP, sistemas ADAS, integración a redes telemáticas, etcétera), a los que se suma la cada vez más numerosa oferta de mini vehículos en los segmentos L6/L7 (como la alternativa al Rastrojero Amperion, que conocimos hace algunos días por aquí), no solo eléctricos sino incluso a combustión.

¿Cómo confluyen los factores antes mencionados en un escenario de “Motomelización”? No está garantizado que ocurra, pero esta es mi hipótesis.

En primer lugar: cualquiera de estos vehículos chinos configuran una oferta muy atractiva justo donde este plan económico la necesita: originan una salida muy pequeña de dólares, con precios FOB (al momento del despacho en barco) por debajo de los 5.000, 4.000 o incluso menos dólares (según el tipo, configuración y escala).

En segundo lugar: el atractivo estético y la posibilidad de configurar con ellos un virtual escenario de “autos para todos”, donde mediante esquemas muy agresivos de financiación ciertas familias puedan migrar de un vehículo más antiguo –o por qué no, una o más motos– a una alternativa de movilidad de alto impacto propagandístico, muy especialmente en el caso de los modelos L6/L7 eléctricos.

También sería fundamental la colaboración del regulador, en este caso el INTI, para apoyar con fluidez en lo administrativo la disponibilidad de homologaciones en nuevas categorías. Existen jugadores en el mercado con poca experiencia en lo automotriz, pero excelente cintura a la hora de impulsar procesos de importación en ámbitos fuertemente regulados.

¿Y las terminales, los importadores, los incumbentes… qué pueden hacer? Bueno, algunas aún deben estar recuperándose de esa escena fellinesca que configuró la pronta presentación del Plan 2030 de la industria, donde el Presidente fue vitoreado por los presentes (fabricantes, concesionarios, sindicatos) para imponer el ajuste impositivo más importante de la última década unos minutos después, en nombre de la “solidaridad”.

Pero, sin lugar a dudas, tendrán lugar para su reacción, reclamando en primer lugar cambios en la estructura fiscal, y luego buscando alternativas de producto, con menor equipamiento o similar origen, si es que les interesa competir en este novedoso segmento.

Al fin y al cabo, la moto más vendida sigue siendo la Honda Wave, que cuesta un 75% más que su inmediata seguidora: la Gilera Smash. O el doble que la tercera, la Keller Crono Basic. En cualquier caso, el Top 5 en ventas son motor del tipo CUB, y la lista entre el segundo y el quinto lugar vendió en octubre 140% más unidades que la histórica marca de las Alas, y son cantidad los importadores que reparten su actividad entre fabricantes de prestigio y alternativas de menor renombre.

¿Cuáles serían las CUB de este nuevo mercado de los autos? Bueno, ya hablé un poco de los L6/L7 (ver normativa), pero ciertamente el trabajo cultural para imponerlos es grande. No partimos de una base inferior como fueron los históricos ciclomotores nacionales de 50 cc, sino de un conjunto de modelos de calidad, prestaciones y precio superiores.

También hemos visto la “casi-llegada” de algunas marcas con una vara de calidad bastante baja como Zotye (en este caso asociada a un exitoso importador de motos chinas, Corven, leer más), esperando la oportunidad para encontrar un nicho de mercado, quizá entre quienes no puedan acceder a una SUV del Segmento B, o se encuentren que el modelo por debajo de la escala menor de impuestos tenga menos equipamiento que el auto que el Loco Varclav le ofreció a Homero Simpson: algo que los chinos entienden muy bien (“¡póngalo en la H!”).

En cualquier caso, tenemos un espejo donde mirar futuras alternativas: no está muy lejos y muchos de ustedes hayan pasado por ahí o lo vayan a hacer por estos días. Uruguay, el país vecino, ha tenido una política bastante más receptiva respecto de los chinos. Rodrigo Barcia (AutoblogUY) seguramente tendrá una opinión bastante más formada que la mía. Lo invito a sumarse al debate.

¿Va a pasar? ¿No va a pasar? No lo sé. Insisto con que se trata de una hipótesis, pero las condiciones están: sólo es cuestión de que alguien encienda la mecha. Un año nuevo comienza y el cambio es lo único que permanece constante.

L.V.

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