Texto y fotos de Renato Tarditti
Director de MiuraMag y colaborador premium de Autoblog.
Desde la Base Aérea de Morón - Poco a poco, Lexus va completando su gama de productos en la Argentina. El desembarco en noviembre del año pasado había sido con el LS (la nave insignia de la marca, un sedán/limousina del Segmento F); el GS (un sedán grande del Segmento E) y la NX (una SUV mediana, que se convirtió en el modelo más vendido de la marca hasta ahora).
Ayer fue el turno de la presentación de los “mellizos medianos”: IS y RC, dos modelos del Segmento D, que comparten plataforma, uno en formato sedán (IS) y el otro en envase coupé (RC). Los equipamientos, fichas técnicas y precios ya se publicaron acá.
Sin embargo, no fue un lanzamiento convencional. La gente de Lexus Argentina organizó un evento especial para clientes y prospects, en el que sólo participaron dos medios de prensa: nada más ni nada menos que el “tándem” Autoblog/MiuraMag, representados por quien suscribe.
Ahora, cuando digo que fue “un evento especial”, quiero decir: realmente especial.
SORPRESAS
Primera sorpresa: la acción era en la Base Aérea de Morón, a unos 35 kilómetros del centro de Buenos Aires y el transporte fue… ¡en avión! Efectivamente, el pequeño grupo partió del Aeroparque Metropolitano en dos Fairchild Metro III: biturbohélices relativamente pequeños, con capacidad para unos 20 pasajeros. Fue un vuelo a escasos metros de altura, atravesando la urbe. No es algo que se experimente todos los días. La sensación hacer en apenas 10 minutos un trayecto que, en auto, demoraría más de una hora, es realmente premium.
Segunda sorpresa: ni bien arribados al aeropuerto, nos esperaba toda la flota de Lexus para trasladarnos hasta el hangar donde se desarrollarían las actividades. Ver a todos los Lexus alineaditos y tan bien predispuestos para hacer ese pequeño servicio de Uber fue otra sensación muy agradable, aunque la sorpresa vino por el lado de mi acompañante en el asiento trasero del GS al que me subí: nada menos que el Flaco, Juan María Traverso, embajador oficial de Toyota y Lexus en Argentina.
Al llegar al hangar, nos esperaban Matías "Misil” Rossi y Gabriel “Satanás” Raies, tomándose un cafecito. La expresión “¡ah, bueh!” se hizo para situaciones como estas.
Tercera sorpresa: el “hangar”, que hacía las veces de base de operaciones, era nada menos que el Museo Nacional de Aeronáutica. Para los nerds de la aviación (como este servidor), es un pequeño paraíso. Entre varias invaluables joyas de la aeronáutica argentina, había incluso un Mikoyan-Gurevich MIG 15 (experimental), estratégicamente ubicado al lado de un North American F-86 Sabre. Para los que no están familiarizados con el tema, fueron los símbolos del poder aéreo de la Unión Sovietica (el MIG) y los Estados Unidos (el F-86) una vez terminada la Segunda Guerra Mundial. Ambos se batieron a duelo en los cielos de Corea –allá por 1950– en los primeros combates reales entre cazas a reacción. Lo dicho: un parque de diversiones para nerds.
Cuarta sorpresa: los que alguna vez vimos el programa Top Gear, siempre soñamos con nuestro propio circuito en una pista de aviación. Bueno, algo parecido a eso había armado la gente de Lexus para sus invitados. Era un recorrido de unos mil metros, dispuesto en una de las vías de escape laterales del Aeropuerto, que tenía la particularidad de ir en zig-zag entre algunos viejos aviones estacionados en la pista. Lo suficiente como para decir: “¡En tu cara, Clarkson!”
Quinta Sorpresa: ahora sí, los autos. Tres Lexus IS 300 (uno híbrido), dos coupés RC 350 F, e incluso dos gigantescos LS estaban disponibles para que todos los presentes nos divirtiéramos con ellos en el circuito. Como éramos apenas unos 30 y los turnos eran de una o dos vueltas cada uno, había tiempo de sobra para probar todos los vehículos. Se armó una especie de “calesita” en la que ni bien te bajabas de un auto, buscabas tu turno para subir al otro. Así que todos andábamos de acá para allá, con cara de nenes chapoteando en un pelotero.
IS, RC y LS
El contacto con cada uno de los autos no fue suficiente para sacar grandes conclusiones, pero sí para tener una somera primera impresión (ya habrá tiempo en Autoblog y MiuraMag para que nos explayemos con más profundidad).
El IS es un clásico sedán junior executive, hecho a imagen y semejanza del BMW Serie 3, que siempre fue el histórico referente de la categoría. Por fuera sigue luciendo compacto, dinámico y aguerrido, como solían ser los autos de este segmento antes de que les agarrara la “enfermedad del crecimiento” y terminaran siendo más grandes que los modelos del segmento superior de unos años atrás. Eso es bueno, porque transmite esa sensación de “guante”, que tanto les gusta a los aficionados al manejo deportivo. El interior refuerza esa sensación, con un puesto de mando muy orientado al conductor, “apretado” pero en el buen sentido (el deportivo). Probé las dos versiones 300 y el 300 h (híbrido) y puedo decir que ambas van extremadamente bien en la pista, aunque el híbrido es un poquito más remolón en las salidas. Lo que más me sorprendió es lo directa que es la dirección. Por donde uno apunta la trompa, es exactamente por donde el auto va a pasar.
El RC es una coupé 2+2 muy clásica, de esas que abundan cada vez menos. Tiene los mismos atributos de agradable “compactitud” de su hermano mellizo, pero suma una cuota extra de encanto porque… bueno, es una coupé. En la pista se nota su estirpe más deportiva: todo lo que el IS hace bien, el RC lo hace un poco mejor. Es algo que también se percibe desde afuera del auto, porque es notorio ver lo mucho más firme que va, casi sin inclinaciones, incluso en las curvas muy cerradas que había en el mini-circuito.
Lo del LS fue una yapa. No había tenido la chance de manejarlo antes (sí de viajar atrás, literalmente, como un duque), así que esta oportunidad no la desaproveché. Es realmente impresionante. Por cómo acelera y cómo dobla, desde el asiento del conductor es casi inimaginable que hay casi dos metros y medio más de auto hacia atrás. Donde sí se nota es en el slalom, porque es hay que meter los cinco metros de auto, entre conitos separados cada 10.
FLACO, SATANÁS y MISIL
Sexta sorpresa: la cereza del postre para todos los participantes fue poder subirnos a dar unas vueltas con estos monstruos del volante. La diferencia que hay entre ellos y cualquiera de nosotros -que nos consideramos “conductores experimentados”- es abismal. Y el nivel de diversión, aun estando en el puesto de copiloto, es superlativo. A las pruebas me remito con los videos subidos al final de esta nota.
LOS CLIENTES
Es interesante entender la lógica con la que Lexus Argentina plantea este tipo de eventos, que se manifiesta precisamente en el hecho de que el “lanzamiento oficial” estuvo orientado más a los clientes (actuales y potenciales) que a celebridades, influencers o la prensa. Se nota en eso una clara necesidad, o mejor dicho, una voluntad de la marca nipona por diferenciarse de sus clásicos competidores.
El desafío de organizar “algo especial” para los clientes no es un detalle menor. Por el nivel de precios que plantea Lexus para sus productos –incluso superior al de los tres referentes premium alemanes, ante modelos equivalentes– el perfil de los compradores es muy particular. Y por “particular” me refiero a “extremadamente acaudalados”. Este tipo de gente está acostumbrada a “lo mejor de lo mejor” y no es tan fácil de sorprender. En ese sentido, este evento fue un éxito.
Porque, por más acceso-a-casi-todo que uno tenga, ¿quién no se siente “especial” tomándose un vuelo chárter para hacer solo 35 kilómetros; tener armado un circuito ad hoc en una pista de aviones; para “jugar” con los otros autos espectaculares de la misma marca que uno tiene? El que tenga un modelo de otra marca, que no suela brindar este tipo de atenciones, lo va a pensar muy bien.
Son cosas que el dinero no puede pagar. Como tomarte un avión para compartir un cafecito veloz con el Flaco, el Misil y el mismísimo Satanás.
R.T.
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