Un Volvo protagonizó en marzo pasado el primer accidente mortal causado por un vehículo autónomo. Fue cuando una XC90 experimental de Uber atropelló a una mujer en Arizona. El resultado de la investigación confirmó una cadena de desgracias: el peatón fue imprudente, el vehículo no reaccionó para evitar el choque y el operador en el puesto del conductor estaba distraído (ver nota).
Seis meses después de aquella tragedia, Volvo parece recuperado del efecto post-traumático. La marca sueca presentó ayer el prototipo 360c. Es mucho más que un vehículo autónomo: es la propuesta de Volvo para competir contra las compañías aéreas.
Volvo asegura que la cabina del 360c tiene el mismo nivel de confort de la Primera Clase de un avión. Y que los viajes en ruta de media distancia pueden ser una alternativa superadora a la experiencia de volar: sin salas de esperas, sin controles de seguridad, sin esperas de valijas ni traslados a aeropuertos.
La marca asegura que un auto de estas características puede reducir de manera considerable el tiempo de viaje puerta-a-puerta. Por supuesto, todo esto deberá venir acompañado de una tecnología autónoma perfecta y sin fallas de seguridad. Volvo puede darse el lujo de querer robarles clientes a las aerolíneas. Lo que no puede es volver a protagonizar una tragedia autónoma.
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