“¿Y dónde tenés los capots?, ¿dónde tenés los autos?”. El empresario y coleccionista Jorge Gómez escuchó en los últimos años varias veces la misma pregunta. El dueño de la firma de artículos eléctricos Roker, que se hiciera famoso por sus Pagani, Lamborghini, Ferrari y Porsche, decidió crear un lugar especial para exhibir sus autos y las obras de arte que acompañan su pasión por los fierros.
Así nació el Museo Colección Gómez, que se inauguró oficialmente el pasado fin de semana. Se encuentra ubicado en el barrio El Golf, dentro del complejo de Nordelta. Técnicamente, no es un museo. Es una casa particular, especialmente diseñada para albergar la colección de capots intervenidos por artistas plásticos, esculturas relacionadas con el mundo de los autos y, por supuesto, sus vehículos deportivos.
El Museo Colección Gómez no es el lugar donde vive el coleccionista, quien tiene su residencia particular muy cerca de esta nueva propiedad. El Museo es una especie de gran –enorme- quinchito de dos pisos, con sala de juegos, comedor y galería de exposición, que Gómez usará para agasajar a sus amigos y familiares. Al lugar se accede sólo por invitación. Autoblog estuvo ahí el domingo pasado.
La casa-museo se encuentra justo enfrente del Club House del barrio El Golf y –por la iluminación del edificio y los grandes ventanales, que dejan escapar los neones del interior- ya es un nuevo punto de referencia dentro de Nordelta.
En 2005, Gómez se convirtió en el primer argentino en comprarle un auto a Horacio Pagani. Aquél Zonda C12 fue seguido por un Zonda F. La idea de combinar la pasión por los autos con el arte, nació cuando se compró el único Porsche 911-997 GT2 de Argentina. Junto con ese auto, encargó dos docenas de capots a la fábrica de Alemania. Y se los entregó a diferentes artistas plásticos rioplatenses, entre los que se destacaron Marta Minujin, Rogelio Polesello, Carlos Páez Vilaró, Ricardo Roux y Clorindo Testa.
Cada artista tuvo la libertad de intervenir el capot a su antojo. Algunos pintaron verdaderos cuadros sobre la chapa. Otros hicieron garabatos. Y, algunos, hasta los usaron de base para crear esculturas que hacían imposible –o al menos peligroso- instalar el capot en el auto, para salir a manejarlo.
Así nació la fama de Gómez, a quien los artistas apodaron “El Encapotado”, por aquello de los capots, pero también por su fanatismo por Batman. Y los Beatles.
En el Museo Colección Gómez no sólo hay objetos relacionados con el mundo de los autos: también hay mesas de pool, metegoles y hasta videojuegos con la imagen de Batman. En un lugar destacado del segundo piso hay varios objetos que pertenecieron a The Beatles, incluyendo un disco de oro, que obtuvieron cuando llegaron al primer millón de placas vendidas (Gómez lo compró en una subasta).
La colección de capots ya no se limita sólo al 911 GT2. También hay capots de Ferrari F355, Lamborghini Gallardo, Mercedes-Benz SLS AMG, Chevrolet Corvette y Pagani Zonda F. Son todos autos que, en algún momento, pasaron por la Colección Gómez, que ahora tiene su propio hogar.
¿El próximo paso? Instalar una escultura de un Toro Rampante (réplica del emblema de Lamborghini) en el techo de la propiedad. La obra será dorada y se verá desde cientos de metros de distancia. Las opiniones en Nordelta están divididas. Los vecinos no saben si felicitar a Gómez por el Museo. O si poner sus casas en venta. Lo de siempre: las ideas del excéntrico coleccionista argentino no dejan a nadie indiferente.
C.C.
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