Texto y fotos de Esteban Maidana
Desde Villa Carlos Paz (Córdoba) - Los japoneses adoran la comida, pero se sienten intimidados cuando reciben en su plato un inmenso pedazo de carne, como puede ser un tradicional bife de chorizo argentino. Para ellos, el secreto de la buena cocina se basa en la variedad, no en la cantidad. Por eso, una buena comida tradicional japonesa consta de muchos platos pequeños y tres o cuatro tipos de acompañamientos, que rodean al menú principal.
Haciendo un paralelismo con el ámbito automovilístico, parecería ser que esto fue tenido en cuenta por el equipo de Toyota cuando diseñó la actividad de Co-Driving, que tuvo lugar durante el tercer día del Rally de Argentina, en el Parque Temático de Villa Carlos Paz, Córdoba.
Volar en un Etios de 315 cv, surfear curvas en una Hilux del Dakar y conversar con Gabriel Raies sobre sus impresiones acerca del Yaris GRMN (una edición especial de calle con motor desarrollado por Lotus) fueron algunos de los platos del variado menú que propuso la jornada del domingo.
Cuando nos dirigíamos hacia el Parque Temático sabíamos que íbamos a tener la posibilidad de viajar en el asiento del acompañante de una Toyota Hilux del Rally Dakar, pero había otras cosas envueltas en un dejo de misterio, que fuimos conociendo a medida que transcurría la jornada.
Al llegar, lo primero que advertí fue la presencia de cuatro camionetas, que sobresalían por su porte. Todas eran de doble tracción y estaban preparadas para la carrera más dura del planeta, pero algunas llevaban un motor V8 atmosférico con transmisión secuencial y otras un impulsor V6 -también atmosférico-, pero con caja manual.
Al acercarme, tuve la posibilidad de hablar con los miembros técnicos del equipo Toyota San Juan Dakar Team, que me explicaron algunas de las particularidades del modelo V6 que ellos construyeron. Es un impulsor casi estándar, proveniente de la Land Cruiser Prado de calle, que rondaba los 250 cv de potencia, pero con algunos elementos no convencionales, como ser filtro de aire y bujías de carrera, y una brida especial de admisión, según lo que indica el reglamento. La caja también deriva de la Prado y se trata de una transmisión manual de cinco velocidades. La suspensión es un kit de marca King y todo estaba montado en un chasis de Hilux, pero con las modificaciones necesarias para la competición, como ser los trenes de rodaje, jaula, etcétera.
El hecho de que este vehículo tuviera tantos componentes estándar se debía a que había competido en la categoría del Dakar denominada T3, que exige conservar un 70% de los componentes del auto de calle. Pero había elementos especiales, como un tanque de combustible de 300 litros, dos bombas de combustible (una principal y otra secundaria) y enfriadores de combustible ubicados en la parte trasera del vehículo, que ineludiblemente debían estar presentes para afrontar las exigencias que propone la carrera.
También charlamos brevemente sobre los otros modelos Hilux que la marca tiene para la competición, destacándose la variante V8 que también estaba en el Parque y que sigue la lógica explicada para la V6: solo conserva la carcaza exterior del vehículo de calle, ya que compite en la clase de los prototipos experimentales.
Luego, fuimos a escuchar la presentación oficial que dio la marca sobre el evento, que contó con la presencia del presidente de Toyota Argentina, Daniel Herrero (quien estuvo presente durante todos los días que duró la competencia, leer entrevista). También estuvo el 16 veces campeón nacional y verdadera leyenda del rally, Gabriel "Satanás" Raies, quien acompañó a la comitiva de Toyota de Japón y países vecinos, que viajaron hasta Córdoba para acompañar al equipo Gazoo Racing WRC.
Terminadas las acciones protocolares, se dio comienzo a las actividades de Co-Driving propiamente dichas. Finalmente, se develó que además de la experiencia con una Hilux de Dakar tendríamos la oportunidad de ir a bordo de un Toyota Etios R5 o de acompañar al legendario Raies ni más ni menos que a bordo del Yaris GRMN. Una vez divididos los grupos, quedó determinado que me subiría en el Etios y en la Hilux V6.
En lo personal, nunca había tenido la posibilidad de ir a bordo de un vehículo de carreras, conducido por un piloto profesional y en un circuito que fuera utilizado para una competencia internacional. Momentos antes de que llegara mi turno, no podía evitar rememorar tantos rallies que fui a ver durante mi infancia y adolescencia, cuando vivía en Villa Carlos Paz; la pasión que sentía cuando el Mitsubishi Lancer de Tommi Mäkinen (hoy actual Director del Gazoo Racing WRT) pasaba derrapando por las sierras de mi provincia. O cuando por el camino aparecía el Renault Clio Williams de Gabriel Raies, que deleitaba al púbico con la espectacularidad de su manejo y además encontraba la oportunidad para saludar sacando la mano por la ventanilla.
Siempre que veía pasar a esos autos completamente a fondo, en ese sutil contrapunto entre el control y la tragedia, me preguntaba lo siguiente: ¿qué se sentirá ir ahí adentro? ¿Hay manera de sostener ese ritmo frenético sin sufrir un ataque de nervios? Para ser honesto, en aquel entonces nunca pensé que lo iba a poder saber. Pero bueno, la vida algunas veces nos sorprende.
Primero llegó el turno del Etios R5. Tiene un motor de 1.6 litros turbo y 315 cv, tracción integral, caja secuencial de cinco marchas, una aceleración de 0 a 100 km/h en unos cinco segundos (depende mucho de la superficie) y una velocidad máxima de casi 200 km/h. Una vez colocado en casco y sujeto con firmeza en la butaca, el piloto me comentó sobre las características principales del auto y me señaló que para él lo más notable del mismo era la capacidad de frenado que tenía y el elaborado trabajo de las suspensiones, siendo estos los factores que más lo distinguían de un vehículo de calle. Luego, acomodó el auto hasta el punto de largada y se detuvo, ya preparado para comenzar a hacer su magia.
Hasta ese momento yo estaba tranquilo, mirando con curiosidad a mi alrededor y tratando de asimilar nuevos conocimientos. Pero, una vez que el piloto decretó el comienzo de la muestra, todo cambió: mi cerebro sencillamente no podía procesar todo lo que estaba pasando. De alguna manera, estaba entregado a la experiencia, sin poder siquiera tener espacio en mi cabeza o en mis emociones para sentir miedo. Veía al piloto muy relajado, llevando al Etios con un ritmo que para mí era desorbitante, pero que para él era casi desplazarse en su zona de confort. Si bien el circuito era muy técnico, con abundancia de curvas y contracurvas, también había algunas zonas rápidas, saltos y el paso por un túnel justo antes de terminar la actividad.
Todo esto pasó en menos de un minuto. Fue uno de los minutos más emocionantes de mi vida. Solo hubo espacio para sorprenderme y disfrutar en ese minuto. Una vez que bajé del auto, cacheteado por tanta información que mi cerebro no pudo llegar a asimilar completamente, lo primero que hice fue asombrarme por la capacidad que tienen estos pilotos. Ese minuto me bastó para sacudir los 206 huesos de mi cuerpo y los músculos que no sabía que tenía; pero yo era un simple y efímero espectador de lujo, mientras que ellos soportan este trajín durante horas y miles de kilómetros.
Como me dijo el piloto, la capacidad violenta de frenado y la adherencia que posibilitan las suspensiones son algo de otro planeta, que le permiten al vehículo mantener un régimen frenético de circulación que se siente en todo el cuerpo.
Contento por la experiencia y envalentonado por la adrenalina que me generó el Etios, fui decidido a subirme a la Hilux, prácticamente unos instantes después de bajarme del auto de Rally. En ese momento me sentía como en Disney, saliendo de una atracción y yendo a otra de la que solo podía esperar que estuviera igual de buenísima. Pero esta atracción era doblemente especial para mí, porque si nunca me imaginé que iba a subir a un auto de Rally, girar en una camioneta de Dakar tenía la misma probabilidad de ocurrencia en mi cabeza que aprender japonés.
Me coloqué el casco y la siguiente camioneta que se acercó para llevarme a la experiencia fue justamente la V6 sobre la que había indagado cuando llegué al Parque. Tanto este modelo, como el V8, tenían un sonido embriagador: desde lejos se escuchaba el grito salvaje de estas Hilux, que retumbaba en las sierras que rodeaban el circuito. Este sonido era como la batiseñal que me invitaba a dirigirme al punto de salida.
Una vez ajustado al asiento, comenzó la experiencia a bordo de la Hilux. Lo primero que se notaba era el agradable sonido que inundaba el habitáculo, típico de un motor aspirado de alta cilindrada. El piloto conducía a la vieja escuela, realizando un frenético trabajo con la caja de cambios manual para tener controlada a la Hilux. Parecería antinatural que un vehículo tan grande pueda desplazarse a semejante velocidad y derrapando en las curvas, pero pude experimentar en carne propia lo rápido que pueden viajar estas pickups.
La experiencia se extendió a lo largo de dos minutos, en los cuales pude procesar aunque sea un poco lo que estaba pasando a mi alrededor, más allá de estar entregado emocionalmente a la experiencia y de disfrutar el recorrido. Es lógico que estos grandes tanques con ruedas no tengan la misma velocidad que un auto de Rally, pero lo cierto es que el contexto no les permitía desarrollar todo su potencial. El circuito trabado y técnico no era el terreno natural de estas máquinas pensadas para encarar médanos que a cualquiera le darían pesadillas y devorarse con autoridad miles de kilómetros sin ruta.
Finalizado el recorrido, me di cuenta que mantuve una sonrisa casi desde el momento en el que el piloto arrancó, algo que no me había sucedido en el auto de Rally. Creo que si tuviera que definir lo que me pasó en cada caso, el auto de Rally me impactó y me dejó sin palabras, mientras que la Hilux me sorprendió y me brindó más espacio para el disfrute y entender lo que estaba pasando. Pero es verdad que si estuviera en esa misma Hilux volando por un médano, creo que no habría estado tan contento y hubiese tenido buenos argumentos para sentir pavor.
Bueno, con estas dos experiencias concluyeron las actividades estipuladas de Co-Driving, pero todavía había varios platos más por degustar de este menú japonés. El que siguió es, quizás, uno de los más importantes de la jornada, porque involucraba tanto al múltiple campeón Gabriel Raies como al llamativo Toyota Yaris GRMN (Gazoo Racing Masters of Nürburgring), una edición limitada que funciona como punta de lanza de la estrategia corporativa de crear vehículos con el sello de Gazoo Racing, para rivalizar contra modelos GTI, Cupra y RS –por solo mencionar algunos– de la competencia.
Este pequeño demonio tiene el mismo motor 1,8 litros con compresor volumétrico, desarrollado originalmente para el Lotus Elise, que es capaz de entregar 212 cv y 250 Nm. La caja es manual de seis marchas, su tracción es delantera, tiene un único modo de conducción, amortiguadores pasivos y diferencial de deslizamiento limitado tipo Torsen. Y, además, suena muy bien. Un verdadero vehículo old-school.
Si bien no me tocó acompañar a Raies en la recorrida con el Yaris, sí pude hablar con él para preguntarle acerca de su opinión sobre este vehículo. Me dijo: “Tanto Daniel Herrero como la gente de Ingeniería ya me venían pintado al Yaris como un auto impresionante, pero se quedaron cortos. Han hecho una cosa increíble, ya que hoy es muy difícil lograr un auto con ese peso y esa potencia, que tenga la tracción que tiene. Acá, que no es el mejor lugar para este vehículo, ya que fue concebido más para la autopista o el circuito, se movió de manera realmente espectacular”.
Actualmente, Raies se desempeña como director deportivo de los equipos de la marca que participan en el TC2000 y Top Race. Cuando hablamos sobre la importancia que tienen las carreras para la marca e incluso acciones como esta en las que personas ajenas al deporte motor puedan subirse a un auto de carreras, Satanás aseguró: "La marca aprende mucho de toda su experiencia en las carreras, que es muy positivo para el desarrollo de los autos de calle. Es muy bueno que las personas tengan la experiencia de ver y sentir lo que Toyota es capaz de hacer aparte de los vehículos de calle".
Por último, conversamos de las diferencias entre los vehículos actuales de Rally los que él utilizaba cuando corría: "Más allá de las grandes experiencias que tuve tiempo atrás con los Renault 18 y Clio Williams, por sólo mencionar algunos, pude correr y retirarme manejando el Corolla WRC, que ya era un vehículo más moderno y muy bueno. Sin embargo, la gran diferencia de los coches modernos radica primero en la electrónica, en todo lo que es tracción –que también tiene bastante que ver con la electrónica– y en la suspensión, ya que los amortiguadores hoy tienen un recorrido espectacular."
Haciendo un balance de lo que había pasado hasta el momento, lo que propuso la jornada del Toyota Co-Driving fue sin dudas una experiencia sumamente variada, al mismo tiempo que intensa. Pero ningún banquete debe cerrarse sin un postre.
¿Había lugar para más? Bueno, sí: mientras estábamos almorzando, nos informaron que el equipo Toyota había logrado la victoria del Rally de Argentina 2018. Luego de 24 años la marca volvió al triunfo en muestro país, con el Yaris WRC de Ott Tänak (leer más).
Después de terminar el asado, todos los miembros de la comitiva de Toyota nos dirigimos al palco especial frente al podio, reservado para el equipo ganador. Sellamos la jornada compartiendo la alegría con la gente de marca, que se encontraba muy feliz por todo lo que lograron durante la competencia. Dicen que los japoneses son extremadamente supersticiosos y fieles a las cábalas, así que no nos sorprendería que quizás en un año recibamos la invitación para acompañar nuevamente al equipo. Nos hicieron sentir parte de esta gran experiencia de vivir las carreras, bien desde adentro.
E.M.
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Las de categoría de producción comparten muchos componentes con las Land Cruiser Prado de calle.
El Yaris se comenzará a fabricar en Brasil a mediados de año. Y es probable que en el futuro exista una versión también con espíritu deportivo.
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